Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Romance y nostalgia a 16 fotogramas por segundo: «Entergalactic» y «Apollo 10 ½»

Hace apenas unas semanas el CEO de Disney Company, Bob Chapek, declaró que solo consideraba la animación para el público infantil. Algo que solo se puede entender como una falta de respeto y una muestra de ignorancia de los altos cargos de los grandes estudios de Hollywood. Declaraciones ridículas y reduccionistas que también impregnan a las altas cúpulas de la Academia hollywoodiense quien, a pesar de que los premios Oscar no son signo de calidad absoluta, sí que rigen el comportamiento de la industria y la filosofía creativa del audiovisual. Por un lado, Chapek se olvida de la tradición del estudio de acercar la animación – no como género, sino como técnica de expresión – al público tal y como concibió Walt Disney: «You’re dead if you aim only for kids. Adults are only kids grown up, anyways«. Además, esto demuestra el poco interés en conocer los proyectos a los que se dedican su propio equipo de animación y la trayectoria de las temáticas «no-tanto-para-niños» que han desarrollado sus producciones a lo largo de la historia del estudio. Por otro lado, estas afirmaciones denotan cierta soberbia al pensar que solamente es Disney que genera contenido de animación de calidad anulando el peso creativo e industrial del resto de estudios. Otro claro ejemplo de que el pensamiento Disney se vertebra a través del concepto de monopolio.

«Entergalactic» y «Apollo 10 ½» están realizadas en técnicas a 16 frames por segundo

En este sentido, si las producciones animadas de Disney van encaminadas al terreno de «la infantilización de la animación» (que en mi opinión, es muy diferente a hablar de la animación infantil; pero eso es otro debate), ¿qué gran compañía nos acerca a las historias adultas en el terreno de la animación? Pues parece que Netflix apuesta por la producción de una especie de «animación alternativa» que combina las películas hacia un público juvenil en 3D (The Sea Beast, Vivo, Wish Dragon, Next Gen…) y otras con una clara voluntad de experimentación técnica y estética. Este es el caso de Entergalactic y Apollo 10 ½, dos largometrajes de autor que destacan en la animación del 2022. Aunque, también hay que añadir la escasa promoción de los proyectos de animación de Netflix. Aquí tenemos una de cal y otra de arena.

La primera de ellas, Entergalactic se presenta como un «evento para televisión» como parte del álbum homónimo del músico Scott Mercudi (de nombre artístico Kid Cudi) quien también dirige e interpreta al protagonista de la historia, Jabadi.  En este sentido, el proyecto se debe entender como una extensión de los videos musicales donde, no solamente se promociona las canciones, sino que consiste en una narrativa en si misma. Algo parecido sucede con músicos que expanden su universo interior a lo audiovisual como The Weeknd o Janelle Monáe. O, como el videoclip/cortometraje de Thom Yorke, Anima, dirigido por PT Anderson y producido por Netflix. Así, la historia – creada por el propio Cudi – sigue el romance entre Jabadi y Meadow (Jessica Williams), una reconocida fotógrafa que se traslada al mismo edificio.

La pareja flotando en el espacio exterior como metáfora del enamoramiento entre Jabadi y Meadow que nos recuerda al encuentro de Sebastian y Mia en «La La Land».

Durante el transcurso de la película asistimos al acercamiento de la pareja, así como las dudas y desencuentros que se producen entre ambos. Una fórmula que sigue las características de la rom-com y que, en Entergalactic, se despliegan a ritmo pausado. La reflexión sobre el amor perdido y la sensación de estancamiento vital son el motor de esta historia de romance millennial llevado a través de la tecnología y la fugacidad. A pesar de la cotidianeidad de las acciones fácilmente reconocidas por el público, lo que puede resultar un tanto tedioso en algunos puntos de la trama, el largometraje se construye a partir de imágenes que denotan mucha creatividad visual. Extremadamente cercana al estilo estético de Into the Spiderverse (2018) a 16 frames por segundo, la película derrocha calidez, intimidad y electricidad enmarcando la trama en una Nueva York siempre en movimiento. Los colores vibrantes y la fluidez técnica de la cinta – que combina con algunos códigos del anime, el cómic y la ilustración  enriquecen la narración mostrando un universo urbano donde la música, la fotografía y la ciudad se entrelazan. Entergalactic es una buena muestra de cómo la animación actúa de epicentro del universo narrativo como forma de expresión donde, a pesar de que la historia no es excesivamente original, la técnica aporta una experiencia que se nutre de lo sensorial para fortalecer el discurso.

Por su parte, Apollo 10 ½ es el último largometraje del cineasta Richard Linklater que regresa a utilizara la rotoscopia para confeccionar una película. Linklater ya es un asiduo de la animación tras cintas como Walking Life (2001) y A Scanner Darkly (2006) donde reflexionaba sobre el propio lenguaje cinematográfico y el cuerpo a través de la técnica rotoscópica; un procedimiento muy habitual en la animación desde el nacimiento del cine, pero que se encuentra en peligro de extinción. En este apunte, recordar las palabras de la Academia de Hollywood que no contempla esta cinta de Linklater elegible como «mejor animación» ya que se emplearon «demasiado material en imagen real para filmar la película». Algo que no solo contradice su propio criterio (Loving Vincent fue nominada en 2018), sino que otra vez, demuestra la ineptitud de la industria frente a la animación. Parece que no saben cómo funciona la rotoscopia… En fin…

Stan y su familia rescatan videos antiguos caseros que proyectan en el salón de su casa

La historia nos sitúa a finales de la década de los 60 bajo la mirada de Stan, un niño de 10 años que fascinado por el viaje a la luna del verano del 1969, observa cómo se preparan los astronautas mientras se imagina a él mismo como tripulante de la NASA. Un relato que altera la fantasía y la realidad en otro intento de Linklater en acercamos a una visión nostálgica de la infancia y de la juventud. Algo que no es ajena la filmografía del director quien ya nos plantearía una reflexión sobre el paso del tiempo y el pensamiento generacional en Boyhood (2014) y en su Trilogía Before (1995, 2004 y 2013) que sigue a la pareja de Jesse y Céline durante tres décadas. Bajo el subtítulo A Space Age Childhood, Linklater hace una radiografía de la época relatándonos desde una voz off de Stan de mayor los episodios más importantes de la década – desde eventos deportivos a políticos – hasta el hito del alunizaje. Un ejercicio de arqueología nostálgica que remite a un momento de bienestar en EEUU y que se culmina con la mitificación de la carrera espacial y que contrasta con el realismo de las familias trabajadoras. Una situación familiar que se ve unificada gracias al evento del Apollo 11 y una infancia plena de juegos al aire libre, de programas de televisión de ciencia ficción y de fantasías que parecen muy reales.

Tanto Entergalactic como Apollo 10 ½ son experiencias contemplativas, pero con un gran componente fantasioso y aventuresco esencial, a pesar de su afán por la experimentación y el realismo. Definitivamente, dos de las más interesantes películas de animación del 2022 que demuestran una belleza visual y una madurez en el uso de la técnica. Una madurez que es mucho mayor de la que desprenden los altos ejecutivos de la industria y que, esperemos de una vez por todas, dejen de categorizar a la animación solamente como «para niños» o «para adultos».

 

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