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Desde el auge del cine de acci\u00f3n norteamericano, han surgido numerosos iconos para la posteridad. Cada d\u00e9cada ha tenido los suyos, siempre representados por actores que, antes que interpretar a un h\u00e9roe de acci\u00f3n en particular, canalizaban su energ\u00eda para dotar al mismo de su esencia.<\/strong> Sylvester Stallone ten\u00eda a Rambo, Arnold Schwarzenegger a Conan el B\u00e1rbaro y Dutch, Chuck Norris a McQuade, y Jean Claude Van Damme a Boudreax. Los nombres de Vin Diesel, Jason Statham, Dwayne Johnson y Bruce Willis ya resuenan en la historia reciente del cine. Al otro lado del mundo, en Asia, Jackie Chan es pr\u00e1cticamente un icono en s\u00ed mismo, y Bruce Lee hace mucho que se convirti\u00f3 en un puente entre ambos tipos de cine<\/strong>. Espa\u00f1a tiene a Danny Trejo (Machete) y Tollywood a los actores Ram Charan y N. T. Rama Rao Jr. Con semejante panorama, resulta natural que surjan actores dispuestos a entrar en los anales de la historia del s\u00e9ptimo arte por la puerta grande.<\/strong><\/p>\n

La franquicia John Wick<\/em> es el intento del director Chad Stahelski y el guionista Derek Kolstad por convertir a Keanu Reeves, alejado m\u00e1s de una d\u00e9cada del universo de The Matrix, <\/em>en una de estas figuras de acci\u00f3n.<\/strong> En una \u00e9poca dominada por Disney, la Warner y 20th Century Fox, la primera pel\u00edcula de John Wick <\/em>fue una apuesta arriesgada. Los nombres de Thunder Road Pictures y 87Eleven Productions no eran conocidos entre el p\u00fablico medio y las posibilidades de pasar desapercibidas con su producci\u00f3n eran altas. Nueve a\u00f1os y tres pel\u00edculas despu\u00e9s, el nombre de John Wick est\u00e1 en boca de todos y Keanu Reeves ha vuelto a ocupar su a\u00f1ejo traje de h\u00e9roe de acci\u00f3n. La cuarta iteraci\u00f3n de la franquicia se ha estrenado por fin y su \u00e9xito en taquilla confirma la importancia de la figura del Baba Yaga moderno en en el g\u00e9nero de las revenge movies<\/em>.<\/strong> A continuaci\u00f3n ofrecemos 5 razones por las que su visionado es obligatorio.<\/p>\n

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Keanu Reeves se erige como un h\u00e9roe de acci\u00f3n moderno con la franquicia<\/figcaption><\/figure>\n

1. Las coreograf\u00edas son mejores que nunca.<\/strong> Chad Stahelski lleva brindando desde la primera entrega escenas de acci\u00f3n espectaculares a trav\u00e9s de sus coreograf\u00edas, deudoras de su experiencia (y la de David Leitch) como coordinador de acrobacias. Si en la tercera muchos notaron un baj\u00f3n de calidad en algunas de sus secuencias, en especial las protagonizadas por Halle Berry, aqu\u00ed la franquicia vuelve a la maestr\u00eda inicial con un renovado plantel de core\u00f3grafos. Jeremy Marinas, un especialista con m\u00e1s de sesenta obras a sus espaldas, hace un lavado de cara al apartado m\u00e1s t\u00e9cnico de los combates.<\/strong> La acci\u00f3n es m\u00e1s lenta que en cintas anteriores, pero tambi\u00e9n m\u00e1s compleja y estrat\u00e9gica. El escenario es, al modo de las pel\u00edculas de Jackie Chan, un arma y obst\u00e1culo m\u00e1s que a\u00f1ade sabor a las coreograf\u00edas.<\/strong><\/p>\n

La aut\u00e9ntica reformulaci\u00f3n de la saga se encuentra en los nuevos personajes, rivales de John Wick. El invidente Caine<\/strong> (Donnie Yen) emplea dispositivos para detectar por el sonido a sus oponentes y basa su estilo de combate en la elegancia heredada de la esgrima, a golpe del bast\u00f3n (cane<\/em>, en ingl\u00e9s) afilado que juega con su nombre. Shamier Anderson adquiere el papel del rastreador Nobody<\/strong> (\u00bfun posible gui\u00f1o al John Wick<\/em> de Bob Odenkirk, la Nobody<\/em> de 2021?), quien lanza directrices a su perro para mantener las distancias y muestra un estilo de combate tosco, de movimientos reducidos por la mochila que lleva siempre a las espaldas. El actor Hiroyuki Sanada, quien ya hab\u00eda refrescado sus habilidades para la acci\u00f3n en la entretenid\u00edsima Bullet Train <\/em>del mismo David Leitch, se embute una vez m\u00e1s en el papel de padre que sigue la honorable senda del bushid\u00f4 <\/em>(Koji Shimazu<\/strong>) con un estilo basado en los cambios de postura con katana<\/em>. La habilidad de Stahelski y Marinas para coordinar a tantos personajes en pantalla sin caer en la confusi\u00f3n o el desinter\u00e9s es un portento.<\/strong><\/p>\n

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Los nuevos personajes ofrecen nuevos estilos de combate<\/figcaption><\/figure>\n

2. Las secuencias de acci\u00f3n son un espect\u00e1culo t\u00e9cnico y visual.<\/strong> La franquicia de John Wick <\/em>siempre ha llevado por bandera la m\u00e1xima de las pel\u00edculas asi\u00e1ticas de artes marciales: mostrar las coreograf\u00edas sin abusar del corte.<\/strong> Si en pel\u00edculas de acci\u00f3n recientes como el MCU, la acci\u00f3n es un condimento, un medio para un fin, en John Wick<\/em>, la acci\u00f3n es el fin en s\u00ed mismo.<\/strong> La catarsis se deriva de la precisi\u00f3n en los movimientos y las sorpresas constantes a trav\u00e9s de ingeniosos usos de varios estilos de combate u objetos del escenario. Para reforzar la coreograf\u00eda, esta cuarta entrega potencia el apartado visual y t\u00e9cnico. Como muestra, el descenso a los infiernos que supone la batalla en la discoteca. Accedemos a un mundo on\u00edrico, surrealista donde las intensas luces de ne\u00f3n cautivan los ojos m\u00e1s que en la primera cinta.<\/p>\n

Stahelski hace uso de todos sus escenarios para filmar aut\u00e9nticos caramelos para la vista, como una extensa batalla entre vitrinas en un espacio cuasi liminal o una secuencia en plena rotonda del Arco del Triunfo parisino.<\/strong> Especialmente en esta \u00faltima se encuentra la otra virtud de la acci\u00f3n: lo t\u00e9cnico. John Wick: Chapter 4<\/em> no repite lo que funcionaba; innova con t\u00e9cnicas de c\u00e1mara y juegos angulares.<\/strong> La coordinaci\u00f3n de los actores y dobles con el escenario requiere de una precisi\u00f3n nunca antes vista en la franquicia. Si no sucede ya en esta escena, muchos espectadores quedar\u00e1n sorprendidos ante dos secuencias, ambas con escaleras como punto de partida.<\/strong> La primera de las secuencias coordina un set<\/em> entero de dobles y acci\u00f3n precisa en c\u00e1mara; la segunda requiri\u00f3 de una resistencia bestial por parte de Vincent Bouillon, doble de Keanu Reeves, y una c\u00e1mara capaz de seguir un largo itinerario de bajada.<\/p>\n

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La secuencia de las escaleras al Sacre Coeur es una de las m\u00e1s ic\u00f3nicas de la pel\u00edcula<\/figcaption><\/figure>\n

3. Viste sus influencias con gracia y descaro.<\/strong> La cinta abre con una referencia clara a la, considerada por muchos, m\u00e1s \u00e9pica introducci\u00f3n a una pel\u00edcula jam\u00e1s grabada: el amanecer en el desierto de Lawrence of Arabia<\/em> (David Lean, 1963)<\/strong>. Esta declaraci\u00f3n de intenciones promete una \u00e9pica a la altura de la mencionada y, si bien no revolucionar\u00e1 el cine como lo hizo la cinta de Lean, sin duda ofrece un espect\u00e1culo de grandes proporciones. El descaro de John Wick: Chapter 4<\/em> es irreverente, pero tambi\u00e9n un juego divertido con sus propias influencias. Y es que Stahelski parece un ni\u00f1o jugando con sus juguetes nuevos<\/strong>: Caine no es solo un luchador ciego; su organismo es una mezcolanza de referencias. Bebe del estoicismo profesional de los personajes de John Woo<\/strong> y aprende su estilo de artes marciales de Ip Man<\/em> (Wilson Yip, 2008)<\/strong>, adquiere la ceguera de Zatoichi<\/strong> (del cual tambi\u00e9n recoge Koji su senda del bushid\u00f4<\/em>) y la filtra en movimientos imposibles al modo del Daredevil casposo pero inmensamente entretenido de 2003 (Mark Steven Johnson). <\/strong><\/p>\n

Donde un personaje sirve de continente para las influencias del director, un escenario puede servir de marco de referencia. Ah\u00ed encontramos la secuencia de acci\u00f3n m\u00e1s elaborada e impresionante de la cinta a un nivel puramente t\u00e9cnico, deudora absoluta del videojuego Hotline Miami<\/em> (Jonatan S\u00f6derstr\u00f6m y Dennis Wedin, 2012-2015)<\/strong>, porque no solo de pel\u00edculas conforma John Wick <\/em>su ADN. El mundo de la m\u00fasica tambi\u00e9n ofrece a la cinta una pl\u00e9tora de momentos al ritmo de The Warriors<\/strong>. Stahelski se divierte mientras se reapropia de las influencias: el duelo final imita la c\u00e1mara pausada de Leone en Por un pu\u00f1ado de d\u00f3lares<\/em> <\/strong>y El bueno, el feo y el malo <\/strong>(Sergio Leone, 1965, 1968), algo que tambi\u00e9n aparece catalizado en el personaje sin nombre de Nobody, y el final de Cowboy Bebop<\/em><\/strong> guarda un parecido sospechoso con el final de la pel\u00edcula.<\/p>\n

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La primera secuencia nos devuelve al desierto de la tercera entrega, esta vez como apertura a la \u00e9pica al modo de Lawrence of Arabia<\/figcaption><\/figure>\n

4. Recupera la iconicidad de sus dos primeras entregas.<\/strong> Nunca Reeves se hab\u00eda encontrado con un guion con tantos \u00abyeah\u00bb en sus l\u00edneas.<\/strong> Stahelski sabe que los fans de John Wick <\/em>esperan los one-liners<\/em> constantes de las primeras dos pel\u00edculas y esa mitificaci\u00f3n de John Wick como el Baba Yaga moderno. Entrega por ambas partes, esta vez repartiendo la calamidad fantasmal del ser folcl\u00f3rico entre los nuevos personajes<\/strong>. La cinta busca momentos impactantes, que se graben a fuego en la retina, y se rinde a una espectacularidad que hace, de aquella secuencia de la primera cinta en que Wick disparaba conduciendo a un hombre mientras este se deslizaba por la chapa del coche, la norma.<\/p>\n

5. Mantiene el ritmo durante sus casi tres horas.<\/strong> Pocas pel\u00edculas de su duraci\u00f3n aguantan tan bien el tipo como John Wick: Chapter 4<\/em>. Es consciente de que sus di\u00e1logos son algo rid\u00edculos y de que, como dec\u00eda antes, la acci\u00f3n es el fin y no el medio. Por ello, las secuencias de acci\u00f3n son constantes, mucho m\u00e1s extensas que las anteriores sin renunciar al descanso; de hecho, emplea oleadas de enemigos al modo de los videojuegos shooter<\/em> para espaciar su acci\u00f3n con peque\u00f1as pausas<\/strong>. Sabe cu\u00e1ndo remarcar una escena con la m\u00fasica y cu\u00e1ndo dejar que hablen la precisi\u00f3n coreogr\u00e1fica y los gru\u00f1idos de esfuerzo que acompa\u00f1an a cada golpe. La trama es, al fin, lo que necesita la saga: una excusa vaga para la acci\u00f3n. Ya no hay largas peroratas expositivas ni veinte minutos sin un solo golpe; todo se encamina hacia la acci\u00f3n.<\/strong><\/p>\n

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A pesar de su acci\u00f3n desenfrenada, hay momentos de pausa que construyen la relaci\u00f3n entre personajes<\/figcaption><\/figure>\n

John Wick: Chapter 4 <\/em>es la conclusi\u00f3n, que no cierre, a una franquicia que ha renovado la visi\u00f3n sobre el cine de acci\u00f3n moderno.<\/strong> Ante un panorama vac\u00edo de nuevos Bruce Lees y Jackie Chans, Stahelski, Reeves y su equipo han fabricado una meticulosa vuelta al cine de John Woo adaptada a los tiempos actuales. El kung-fu<\/em> se mezcla con el gun-fu<\/em> y, para qu\u00e9 negarlo, tambi\u00e9n con el car-fu<\/em>.<\/strong> Cada vez hay m\u00e1s medios para llevar a cabo este tipo de pel\u00edculas y John Wick <\/em>promete ser una hoja de ruta para futuras iteraciones en el cine de acci\u00f3n moderno.<\/strong><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

Desde el auge del cine de acci\u00f3n norteamericano, han surgido numerosos iconos para la posteridad. Cada d\u00e9cada ha tenido los suyos, siempre representados por actores que, antes que interpretar a un h\u00e9roe de acci\u00f3n en particular, canalizaban su energ\u00eda para dotar al mismo de su esencia. Sylvester Stallone ten\u00eda a Rambo, Arnold Schwarzenegger a Conan […]<\/p>\n","protected":false},"author":34,"featured_media":29641,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"jetpack_post_was_ever_published":false,"_jetpack_newsletter_access":"","_jetpack_dont_email_post_to_subs":false,"_jetpack_newsletter_tier_id":0,"_jetpack_memberships_contains_paywalled_content":false,"_jetpack_memberships_contains_paid_content":false,"footnotes":"","jetpack_publicize_message":"","jetpack_publicize_feature_enabled":true,"jetpack_social_post_already_shared":true,"jetpack_social_options":{"image_generator_settings":{"template":"highway","enabled":false}}},"categories":[26,4812],"tags":[5254,460,5255,5252,5167,5253,1868],"jetpack_publicize_connections":[],"jetpack_featured_media_url":"http:\/\/www.rirca.es\/wp-content\/uploads\/2023\/04\/wick.webp","jetpack_sharing_enabled":true,"jetpack_shortlink":"https:\/\/wp.me\/pano20-7I2","_links":{"self":[{"href":"http:\/\/www.rirca.es\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/29638"}],"collection":[{"href":"http:\/\/www.rirca.es\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"http:\/\/www.rirca.es\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"http:\/\/www.rirca.es\/wp-json\/wp\/v2\/users\/34"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"http:\/\/www.rirca.es\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=29638"}],"version-history":[{"count":6,"href":"http:\/\/www.rirca.es\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/29638\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":29645,"href":"http:\/\/www.rirca.es\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/29638\/revisions\/29645"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"http:\/\/www.rirca.es\/wp-json\/wp\/v2\/media\/29641"}],"wp:attachment":[{"href":"http:\/\/www.rirca.es\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=29638"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"http:\/\/www.rirca.es\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=29638"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"http:\/\/www.rirca.es\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=29638"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}