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Hayao Miyazaki no parece necesitar presentaci\u00f3n. Como figura siempre presente en la historia reciente de la animaci\u00f3n japonesa, su reconocimiento ha sobrepasado la barrera cultural, y nombres como Studio Ghibli, Isao Takahata o el propio Hayao Miyazaki forman ya parte del saber popular en Oriente y Occidente por igual<\/strong>. M\u00e1s all\u00e1 de la calidad de su trabajo, las obras de Miyazaki deben su \u00e9xito a varios factores: la dualidad de su creador<\/strong>, filtrada en historias ora alegres y optimistas, ora tr\u00e1gicas y crudas; el delicado equilibro entre la realidad y la ficci\u00f3n<\/strong>, y la transculturaci\u00f3n<\/strong> presente en todas sus obras. Respecto a este \u00faltimo punto, la naturaleza glocal de Miyazaki resulta atractiva desde casi cualquier parte del mundo<\/strong>: influenciado por sus viajes a Europa y Argentina con el objetivo de documentarse para sus trabajos primerizos Heidi<\/em> (1974) y Marco<\/em> (1976), ambos a cargo de Isao Takahata, Miyazaki construye sus mundos alrededor de una mezcla de paisajes occidentales y otros marcadamente japoneses. En otras palabras, introduce elementos culturales de su pa\u00eds para no olvidar sus ra\u00edces y expresar su amor por la naturaleza patria<\/strong>, pero el mensaje de todas sus pel\u00edculas se presenta ap\u00e1trida<\/strong>.<\/p>\n

Hace unos meses lleg\u00f3 a Espa\u00f1a y otros pa\u00edses de Occidente la \u00faltima pel\u00edcula del director nip\u00f3n: Kimitachi wa D\u014d Ikiru<\/em> ka<\/em><\/strong> (lit. \u00ab\u00bfC\u00f3mo viv\u00eds?\u00bb), traducida cuestionablemente bajo el t\u00edtulo El chico y la garza<\/em>. Esta sirve de colof\u00f3n a toda la obra de Miyazaki en todos sus aspectos, desde lo autorreferencial hasta lo puramente tem\u00e1tico. A causa de esto y del pr\u00f3ximo 40\u00ba aniversario de Kaze no Tani no Naushika<\/i><\/span> <\/strong>(Nausica\u00e4 del Valle del Viento<\/em>, 1984), hemos decidido rendir tributo a la obra de uno de los directores, si no el m\u00e1s importante de la animaci\u00f3n japonesa de las \u00faltimas d\u00e9cadas, con un ciclo de 12 meses en que, mensualmente, analizaremos los temas, referencias y detalles m\u00e1s importantes de sus 12 largometrajes<\/strong>.<\/p>\n

A pesar de todas las lecturas que pueden extraerse de la filmograf\u00eda del director, sus inicios son poco m\u00e1s que atisbos del genio<\/strong> detr\u00e1s de La princesa Mononoke<\/em> (1997) o El viaje de Chihiro<\/em> (2001). Todav\u00eda lejos del control creativo total sobre su obra y a\u00fan a la sombra de otros directores y estudios, Miyazaki abord\u00f3 su primer gran proyecto (como director) con poca pasi\u00f3n<\/strong>.\u00a0El castillo de Cagliostro<\/em> (1979), si bien autorreferencial en su final y capital como antecedente de algunas de sus posteriores pel\u00edculas, fue una obra por encargo basada en el manga Lupin III<\/em> (Monkey Punch, 1967-1969) de la cual el propio Miyazaki sali\u00f3 desganado. No extra\u00f1a que, en los episodios que dirigi\u00f3 de la serie Lupin III Part III <\/em>(1977-1980) al a\u00f1o siguiente del estreno de la pel\u00edcula, firmara con el seud\u00f3nimo Tsutomu Teruki para desligarse por entero del proyecto<\/strong>.<\/p>\n

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\u00daltimo episodio en el que trabajar\u00eda Miyazaki en la serie Lupin III Part III, donde, a pesar del hast\u00edo, ya se observa al robot que servir\u00eda de base para el dise\u00f1o de los guardianes de Laputa en Tenk\u016b no Shiro Laputa<\/em> (El castillo en el cielo<\/em>, 1986)<\/figcaption><\/figure>\n

El castillo de Cagliostro<\/em>, aun dentro de las limitaciones del estudio y unas imposiciones contrarreloj en la producci\u00f3n<\/strong>, deja entrever algunos de los aspectos que definir\u00edan al director en futuras obras. Miyazaki suaviza los rasgos de los personajes originales de Lupin <\/em>III<\/em>, elimina las referencias sexuales y convierte al protagonista, Lupin III, en un caballero galante. En combinaci\u00f3n, todo ello resulta en una asimilaci\u00f3n del estilo propio dentro de los moldes de una obra por encargo<\/strong>: Miyazaki es apto para todos los p\u00fablicos y transcultural. El pa\u00eds de Cagliostro es, en su arquitectura y paisaje, una idealizaci\u00f3n de Par\u00eds desde una mirada oriental (Cavallaro, 2006: 36-39), y en la historia participan tanto personajes franceses como japoneses, entre los que se encuentran el samur\u00e1i Goemon Ishikawa XIII y afiliados a la Interpol. Incluso en un proyecto por encargo, la obra de Miyazaki apunta hacia una fusi\u00f3n de sensibilidades<\/strong>. Tambi\u00e9n en las referencias aparece el Miyazaki universal: la est\u00e9tica del director de animaci\u00f3n Paul Grimault<\/strong>, en especial su cinta The Curious Adventures of Mr. Wonderbird <\/em>(1952), se combina con un final muy posiblemente inspirado en el cl\u00edmax de El gato con botas<\/em> (Kimio Yabuki, 1969), cuyos \u00faltimos veinte minutos corrieron a cargo del propio Miyazaki.<\/p>\n

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Arriba, el arte de Grimault. Abajo, el castillo del conde Cagliostro<\/figcaption><\/figure>\n

El inter\u00e9s de El castillo de Cagliostro<\/em>, por otro lado una cinta simple en argumento y con el \u00fanico prop\u00f3sito de entretener<\/strong>, radica en los sellos autorales<\/strong> que Miyazaki imprime en argumento y direcci\u00f3n. Hay durante toda la pel\u00edcula un marcado gusto por lo mec\u00e1nico<\/strong>, pasi\u00f3n de Miyazaki desde ni\u00f1o, a trav\u00e9s de los gadgets <\/em>de Lupin, el coche multiusos o la persecuci\u00f3n en el interior de la gran torre del reloj, donde los engranajes sirven de escenario para la acci\u00f3n. Tambi\u00e9n sorprende la forma en que Miyazaki deja su impronta a trav\u00e9s de la fantas\u00eda que retuerce la realidad<\/strong>: coches que escalan monta\u00f1as, suspensiones en el aire antes de una ca\u00edda (con la tan llamativa l\u00f3gica de los dibujos animados cl\u00e1sicos), saltos m\u00e1s propios de un wuxia<\/em> que de una pel\u00edcula de aventuras cl\u00e1sica… La idealizaci\u00f3n de Cagliostro apoya la existencia de una narrativa realista tan solo rota ocasionalmente por ligeras instancias de fantas\u00eda. Miyazaki invita al espectador a no tomarse demasiado en serio el argumento ni los personajes; el drama coexiste con el humor en perfecta armon\u00eda.<\/strong><\/p>\n

En un nivel puramente tem\u00e1tico, poco hay de la maestr\u00eda posterior del director nip\u00f3n, si bien hay subversiones de tropos interesantes para su \u00e9poca<\/strong>, como puede ser la existencia de Clarisse como una persona reactiva antes que una mera dama en apuros<\/strong>, y algunas sorpresas algumentales que mejoran el conjunto: la relaci\u00f3n de Lupin y el Inspector Zenigata lleva a constantes rifirrafes hasta que ambos deben aliarse contra un enemigo com\u00fan, y Lupin no se ata a Clarisse para, en pos de su galanter\u00eda, protegerla de una vida de peligros a su lado. El final puede verse a la luz del entretenimiento agradable que busca Miyazaki<\/strong>: Zenigata perpet\u00faa el juego de persecuciones con Lupin, esta vez convertido en un divertimento ya tradicional para ambos y justificado con una excusa tan incre\u00edble como \u00abhaber robado el coraz\u00f3n de Clarisse\u00bb. A pesar de la congoja de Clarisse y de haber destapado una trama de falsificaciones internacional (adem\u00e1s de la violenta muerte del conde Cagliostro), nada es tan importante como haber disfrutado de la aventura<\/strong> y los cr\u00e9ditos solo saltan cuando el espectador ha recuperado la calidez del tono general de la cinta.<\/p>\n

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El combate del conde y Lupin en el interior de la torre es uno de los puntos donde m\u00e1s brilla la animaci\u00f3n, direcci\u00f3n y marca del autor<\/figcaption><\/figure>\n

El castillo de Cagliostro <\/em>se hace notar como pel\u00edcula por encargo<\/strong>, pero Miyazaki no deja de filtrar su persona en muchos de sus aspectos. La atm\u00f3sfera de divertimento, los dise\u00f1os de personaje suavizados o el gusto por lo mec\u00e1nico no son m\u00e1s que partes de la faceta m\u00e1s agradable del director. Poco de negativo se le puede achacar a una cinta de esquema r\u00edgido.<\/strong> La animaci\u00f3n sigue siendo impresionante<\/strong> y se sostiene a\u00fan hoy; solo se atisban algunos problemas en la mezcla de sonidos y unos efectos de sonido algo deficientes. Podr\u00eda incluso hablarse de que, en una cinta que gira alrededor de la figura de Lupin III, hay demasiados personajes cuyo \u00fanico prop\u00f3sito es el de aparecer por dict\u00e1menes de la empresa. Al final, lo m\u00e1s destacable de la cinta es esto mismo: que existe por y para la empresa. Apuesta por lo seguro y pierde en el proceso parte de su marca autoral<\/strong>. Sin embargo, su tono y algunas decisiones creativas, en especial aquellas que revelan al director detr\u00e1s del proyecto, han convertido El castillo de Cagliostro <\/em>en una obra de culto para los fans del anime cl\u00e1sico.<\/p>\n

La carrera directorial de Hayao Miyazaki tan solo estaba comenzando en 1979, y no ser\u00eda hasta su siguiente filme que imprimir\u00eda su sello en todas las producciones a partir de entonces. Hablamos, por supuesto, de Nausica\u00e4 en el Valle del Viento<\/em>, su primera gran producci\u00f3n completamente propia, y que el 11 de marzo de este 2024 cumplir\u00e1 40 a\u00f1os.<\/strong><\/p>\n

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Referencias bibliogr\u00e1ficas<\/strong><\/p>\n

+Cavallaro, Dani (2006). The Anime Art of Hayao Miyazaki<\/em>. Jefferson: McFarland and Company, Inc.<\/p>\n

+Montero Plata, Laura (2014). El mundo invisible de Hayao Miyazaki.\u00a0<\/em>Palma de Mallorca: Editorial Dolmen.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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