Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

El universo chica: el cine de Sofia Coppola

 

Seguramente decir que Sofia Coppola habla de chicas resulte una obviedad. Pero es que a pesar de que la mayoría de sus filmes, videoclips y cortometrajes estén protagonizados por chicas, Sofia Coppola habla de chicas.

En un universo cultural en el que de jovencitas tendemos a celebrar la audacia y el gamberrismo masculino, y a aplaudir las artimañas amorosas que las chicas son capaces de tejer para conseguir ser amadas o populares, las películas de esta autora suponen una novedad cuanto menos, y una suerte (re)encuentro pletórico con algo que conocemos muy bien cuanto más, a medida que nos vamos alejando del peso/paso de la adolescencia.  El público objetivo de la autora no son las chicas, pero habla de los equilibrios que la mayoría de mujeres hemos hecho y que reconocemos como propios para sobrevivir en un ecosistema que parece que ha pautado lo que es de chica como algo prescindible, problemático y, sobretodo, cursi y banal.

No es que gracias a Sofia nos encontremos con un corpus fílmico de intenciones feministas. Pues si bien algunas de sus aportaciones pueden ser rupturistas y subversivas, solamente lo son por como cuenta hechos de la agenda oculta femenina con una puesta en escena de amplios recursos narrativos que la hacen del imaginario chica algo impactante, novedoso y de valor.  Pero sus aportaciones sí son lo suficientemente importantes para reivindicar una mirada narrativa que tiene perfectamente integrada una mirada de género que contribuye a que las intimidades de las mujeres, que la mayoría de las veces hemos aprendido, construido, moldeado y fantaseado en la adolescencia, sirvan para explicar y entender conflictos vitales a las que las mujeres nos enfrentamos.

Cierto es que a veces la crítica le reprocha un abuso en sus formas. Esos largos planos con unas protagonistas que parece que estén suspendidas en un limbo personal. Esa iconografía femenina de mujeres etéreas, inspirada en panfletos comerciales, de mujeres medio asexuadas y medio locas. Esas narraciones trepidantes musicalmente acompasadas que beben directamente de la cultura videoclip y de spots publicitarios. Pero no es menos cierto que ha conseguido momentos memorables que tienen la capacidad de representar un imaginario femenino que conecta con la educación sentimental femenina que, para bien  o para mal,  las mujeres hemos asimilado, negociado, o rechazado en los procesos de construcción de nuestras identidades culturales. Momentos que logran subvertir lo previsible de esta educación sentimental.

the virgin suicides

Quizá sea en su cortometraje Lick the star  (1998), o en sus primeros largos  dónde esta capacidad es más evidente. Quien no se acuerda, por ejemplo, de la impactante abertura de “The Virgin Suicides” (1999) cuando la menor de las cinco hermanas, ante la incomprensión del médico que la atiende tras su primer intento de suicidio, le espeta algo así como “Cómo se nota que usted no ha sido nunca una adolescente de 12 años”. O la escena de la misma película en la que se nos permite ver a plena luz lo que los baños de las chicas esconden, cuando uno de los chicos, totalmente fascinado por la aparente inmaterialidad de las protagonistas, descubre un armario lleno de compresas y tampones.

En este sentido, igual de fantástico fue el final de Lost in Translation (2003), película más pensada para el brillo y despliegue de las artes actorales de Bill Murray que no de la joven Scarlett Johanson, cuando cierra el melodrama sin necesidad de hacer visible lo que forma parte de la invisibilidad de las intimidades femeninas en relación a nuestra educación sentimental: lo no dicho pero intuido, que podemos rellenar con un supuesto universal pautado por unas narraciones institucionalizadas a las que siempre se sobreentiende un ‘nunca voy a olvidarte’. Final que casi se consume con ilusión al saber que no hay necesidad de materializar el final perfecto de una historia de amor imposible.

O el descaro con el que en Maria Antonieta (2006)  hace terrenal a una de las femme fatales a las que la Historia le ha atribuido el peso u la responsabilidad de la Revolución Francesa, cuando retrata a Maria Antonieta como lo que en realidad era: una adolescente; una chica obligada a casarse y inexperta en el arte de la seducción y la procreación; una chica que sueña e imagina a su amante a modo de poster  -caballero con su caballo en pies- que bien podría formar parte de un suplemento de la SuperPop de su época; una joven fascinada por las fiestas y la moda de una corte totalmente desvinculada de la realidad social; y con una ingenuidad tal que hace que lea con ilusión las aportaciones ideológicas de Rousseau, a pesar de que en su tratado establecía las bases del contrato sexual que hasta hoy ha sometido a las mujeres. Todo ello logrando establecer un sutil y tremendo paralelismo con los procesos de construcción de la feminidad actual. Y todo ello con una narración capaz de combinar una estética neo-punk en sus títulos de crédito, y con una María Antonieta desafiante dispuesta a explicar su historia.

maria_antonieta

Quizá dónde es menos evidente la mirada chica es en sus films más tardíos y más  más criticados. Pero incluso en estos films habla de chicas. En Somewhere (2010) no podemos olvidar el momentazo chica cuando la hija del protagonista le confiesa que se siente desconectada de sus compañeras puesto que no entiende su fascinación por no se qué novela de vampiros–clara referencia al fenómeno Twilight. Y en The Blind Ring (2013), al intentar hacer una crítica -que quizá no termina de conseguir- acerca de cómo la promoción social actual de las chicas pasa por una hipercomercialización y fascinación pautada por una cultura del consumo cuyo máximo exponente de feminidad personifica en el mundo celebrity.

bling ring

Sea como sea, el ejercicio de Sofia Coppola no es un ejercicio ni fácil, ni gratuito, ni baladí. Para ello se sirve de descontextualizar el universo chica a partir de unas narraciones audiovisuales contemporáneas –videclip, publicidad- que funcionan en tanto en cuanto es capaz de crear, recrear, interpelar, y poner en crisis la educación sentimental femenina que  está tan vinculada a la cultura de la imagen y el consumo. Y todo ello al servicio de una mirada nueva y de unos ordenes narrativos desafiantes.

 

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