Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

5 razones de una fallida «Minority Report»

En 1956 aparece publicado un relato breve de Philip K. Dick titulado Minority ReportEn sus escasas veinte páginas, el autor icónico de la ciencia ficción contemporánea nos sitúa en un futuro -en aquellos momentos lejano- en el que la policía de Nueva York cuenta con una unidad preventiva del crimen en la que tres de sus miembros llamados precog son capaces de visualizar las acciones violentas que van a cometerse en la ciudad, agresiones que plasman en los minority report que son evaluados por los jefes superiores de dicha unidad. Una de estas acciones va a afectar directamente al responsable de la misma, John A. Anderton, quien parece que va a ser responsable de un asesinato. Es indudable que el material es más que idóneo para una película de ciencia ficción en la que los esquemas temporales así como los conceptos de culpabilidad e inocencia desde planteamientos preventivos y políticos van a ser incuestionables. Así lo entendió en 2002 Steven Spielberg en la película protagonizada por Tom Cruise en la que se producían no sólo cambios sustanciales en la configuración de los personajes y su desarrollo, sino también una actualización de determinados conceptos propuestos por Dick aplicados a las consecuencias más inmediatas de la «War On Terror» propugnada por George Bush.

En este contexto debemos situar la serie Minority Report, producida por Spielberg entre otros nombres para la cadena FOX y que solo ha contado con una temporada de emisión en 2015 siendo recientemente cancelada. Os ofrecemos nuestras cinco reflexiones por las cuales Minority Report es una serie fallida. Ahí van.

Los hermanos Agatha, Dash y Arthur en la pre-crime unit

 1. Previsibilidad de las acciones desperdiciando el material previo.  La serie parte de las premisas marcadas por Spielberg en su película quien transformará a los tres pre-cog de Dick (no muy inteligentes pero con grandes dotes de videncia) en hijos de drogadictos a los que la aplicación de determinadas sustancias inyectadas por su patrocinador que no es otro que el gobierno de los Estados Unidos los convierte en auténticos ordenadores humanos que previenen los crímenes del futuro. En un homenaje a grandes creadores de la novela negra, los pre-cog cambiarán sus nombres originales por los de Agatha (Christie), Dashiell (Hammett) y Arthur (Conan Doyle) cosa que también veremos en la serie que situará la acción en el Washington de 2056, justo diez años después del desmantelamiento de la unidad preventiva que, a diferencia del texto de Dick, Spielberg también suprimió.

Sin embargo, frente a la enorme carga política de la producción cinematográfica, la Minority Report televisiva va a recurrir a los aspectos más previsibles y comerciales que nos podamos imaginar: los tres pre-cog serán hermanos, cada uno de ellos va a tener un don especial  -del entorno, de los nombres y de la acción criminal- , todos ellos se dispersarán tras el desmantelamiento de la unidad intentado llevar una vida normal, uno de ellos recuperará sus poderes y ayudará a una policía-terminatrix a resolver sus casos semana a semana. Así, el esquema procedimental está servido, la resolución de los casos es más que previsible y la reunión de los tres pre-cog también no difiriendo en el planteamiento a otras series en las que los poderes sensoriales o intelectuales sirven para resolver el crimen de la semana como sucede en Numb3rs, The Listener o El mentalista, solo por mencionar algunas. Y es que el tagline de la serie es revelador: «They see the future, she stops the crime». La incorporación, hacia la mitad de la temporada, de una trama conspirativa excesivamente simple llega a agradecerse aunque ya sea demasiado tarde para la historia y para los espectadores. Una lástima.

2. Personajes planos. Los personajes responden a los estereotipos del género criminal procedimental con claras disecciones maniqueas y, por tanto, sin ningún tipo de volumen, arco definidor o construcción interesante. La policía Lara Vega (Meegan Good) será eso, una policía que colabora en secreto primero y abiertamente después con uno de los pre-cog, Dash (Stark Sands) a pesar de la oposición de sus más inmediatos superiores. Dash tendrá ataques visionarios en los momentos y lugares más inoportunos como marcan los cánones y se contrapondrá a su hermano gemelo Arthur (Nick Zano) un personaje falto de escrúpulos que se ha enriquecido gracias a sus dotes y que acabará colaborando con la policía al igual que Agatha (Laura Regan). Estereotipos ampliables a los miembros del gobierno, como también es preceptivo. Sin duda alguna la construcción emocional de los personajes y, de manera especial, los conflictos morales derivados de la existencia de una unidad de este estilo se hubieran podido desarrollar extraordinariamente porque los elementos están en cada uno de los episodios aunque desaprovechados y deslavazados. Una lástima.

La agente Lara Vega con Dash, el pre-cog que visualiza la acción criminal

3. Temporalidad no creíble. En un momento en que la ficción televisiva derivada de los esquemas de la ciencia ficción o de las novelas distópicas ha alcanzado un nivel altísimo de desarrollo y originalidad (baste recordar Orphan Black o Person of Interest ) además de convertirse en actualizaciones de argumentos que en su momento de escritura eran realmente de ciencia ficción, Minority Report nos planta su argumento en 2056. Solo nos separan cuarenta años de una sociedad en la que las tecnologías que aparecen se asemejan terriblemente a las que usamos en nuestra vida diaria (como las pantallas digitales de nuestros smartphones o portátiles y tablets), que ya empiezan a comercializarse en la vida real (gadgets que producen hologramas y crean personas virtuales que nos atienden en los aeropuertos) o que son usados por entidades gubernamentales (sofisticados visores de infrarrojos, gafas/ojos que crean realidades virtuales).  El error temporal es garrafal porque o estamos ante una serie de ciencia ficción o estamos ante una serie policial: estos aspectos perfectamente combinables como demuestran las adaptaciones cinematográficas de Dick se transformarán en un despropósito en Minority Report. Una lástima, y ya van tres.

4.Incongruencias estéticas y espaciales. En realidad esta cuarta razón bien podría juntarse con la anterior porque, si hay algo que resulta del todo nefasto para una serie es que un homo/mulier zapping que se dedique compulsivamente a cambiar el canal de su televisión caiga en la cadena en la que se emite Minority Report y, esperando ver los escenarios de una ciudad futurista o algo tremendamente parecido a ella, se encuentre con calles que bien pueden ser de una gran urbe contemporánea, con personas vestidas como él/ella y con autobuses sightseeing que encontramos repletos de turistas contemplando el panorama. Y todavía más si, al cabo de cinco minutos, vuelve a ese canal y se encuentra con trenes aerodinámicos, coches casi voladores e interiores de los edificios de la policía  -que no los del vulgo corriente-  dotados de la más sofisticada tecnología y una estética pseudo-cibernética. Otra lástima, ciertamente.

Los «gemelos» Arthur y Dashiell

5.Los gemelos que no se parecen en nada. En un momento en que tanto en el cine como especialmente en la televisión los actores encarnan a más de un personaje -con nuestra adorada Tatiana Maslany como emblema de la clonación interpretativa en Orphan Black-, llama poderosamente la atención que los hermanos gemelos de la serie sean intepretados por dos actores diferentes. La verdad es que el riesgo, en este sentido, ha sido mínimo y la respuesta de las audiencias seguramente de sorpresa, lo que me sucedió a mí que tuve que restregarme los ojos ante tamaño despropósito. Un fallo enorme, no una lástima.

Con todo ello, y a pesar de que las razones no son excesivamente halagüeñas, Minority Report no es una serie indigesta, puede verse sin que nos aburramos ante la pantalla siempre y cuando seamos conscientes de que no es una obra maestra de la ficción televisiva. Aunque, sinceramente, con los elementos de que disponía hubiera podido llegar a serlo.

 

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