Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

5 razones para apreciar «Masters of Sex»

En 2013 la cadena estadounidense Showtime estrenó una serie que mucha gente quiso ver como competencia directa para Mad Men. Con el sugerente y significativo título Masters of Sex, la propuesta se ha ganado un lugar propio en el panteón de las mejores ficciones de la década. Estas son algunas razones para ello:

1. La ambientación: efectivamente en la estela de Mad Men y poniendo la misma atención al detalle, la creación de Michelle Ashford nos muestra el Estados Unidos de los años cincuenta y sesenta con una fidelidad histórica y estética muy destacables. No faltan los barrios residenciales poblados de profesionales blancos con esposas afectadas por lo que Betty Friedan llamó «el mal que no tiene nombre» en La mística de la feminidad, los hospitales y laboratorios equipados con «el último grito» en tecnología reproductiva, los coches, los trajes, la música, el whisky, el tabaco (aunque no tanto como en Mad Men, quizá por el entorno clínico de la narración), la televisión, los conflictos raciales, los grandes eventos…

2. Los personajes protagonistas: Michael Sheen y Lizzy Caplan dan vida a William Masters y Virginia Johnson, quienes en la vida real llevaron a cabo los experimentos y la investigación sobre sexualidad humana que son la base de la serie. Pioneros en un campo sobre el que entonces pesaban los prejuicios y la estricta moralidad conservadora, iniciaron desde la ciencia la revolución sexual que años más tarde llevarían a las calles los movimientos feministas y hippies. Enamorados de su trabajo y con una relación personal peculiar y tormentosa, Bill y Virginia son dos ojos de huracán con fuerzas creadoras equivalentes y capacidades destructivas parecidas dentro de una narrativa que gira, al cien por cien, en torno  ellos dos y su proyecto compartido. (Por cierto, que la Virginia real falleció solo unos meses antes del estreno de la serie; hubiera sido fabuloso escuchar su opinión sobre ella).

3. Su carácter rupturista: Masters of Sex no solo se atreve a romper esquemas en el universo intradiegético. Es decir, dentro de la historia vemos cómo Masters y Johnson derriban barreras científicas y personales paso a paso, lo cual ya tiene de por sí mucho interés. Pero es que además la serie consigue plantear, ya en el mundo de carne y hueso en el que vive el público espectador, preguntas de calado relacionadas con la representación del sexo en los medios, los papeles masculinos y femeninos en las ficciones del siglo XXI, los corsés que aún hacen difícil encontrar un registro y un tono adecuados para hablar del placer (especialmente del femenino) con rigor, o la obligación (o no) de construir productos audiovisuales espectaculares llenos de giros extraños y efectos especiales para captar un público fiel.

4. La historia: en consonancia con otras series de época recientes al estilo de la ya citada Mad Men o de la quizá menos conocida pero no por ello de menor calidad Boardwalk EmpireMasters of Sex respira historia por cada poro. Aunque contiene elementos puramente ficcionales como los personajes de los hijos e hijas de  las familias protagonistas, la serie nos habla de gente y de momentos reconocibles en la historia de los Estados Unidos. Y lo hace con un discurso progresista y valiente, alejadísimo de la nostalgia del hombre-hombre que aupó a Don Draper y ofreciendo una mirada cargada de deseos de comprender y desmontar mecanismos de discriminación (de género, racial, etc.) que otras series han contribuido a consolidar.

5. Los secundarios: ver Masters of Sex, además de acompañar a la doctora y al doctor en su viaje hacia el saber, significa enamorarse de personajes como Betty Dimelo, exprostituta, exesposa de un magnate, bisexual y madre frustrada que ha sabido renacer de sus cenizas varias veces y que se convierte en la eficiente secretaria (imposible vivir sin ella) de la clínica de Masters y Johnson. Significa también sufrir, rabiar y negociar opciones dentro de un papel encorsetado con la hermosa y resiliente Libby Masters, casada con el malencarado ginecólogo. Y significa apreciar el trabajo soberbio de todos los actores y actrices que dan credibilidad y seriedad a escenas de sexo como habíamos visto muy pocas hasta la fecha.

 

 

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