5 razones para ver Batman (1966)
Primeramente el show es uno de los pilares fundamentales que vertebra el universo del caballero oscuro y además está de moda. En 2013, DC inicia la serie de cómics Batman ’66 que expande el universo narrativo del programa y explota a sus archienemigos clásicos. Vuelve también a poner el foco sobre la estética de aquellos años, todo ello a las órdenes del genial Jeff Parker. Esta tendencia estética y argumental también es explotada por videojuegos como Lego Batman 3: Beyond Gotham (2014), en la que el personaje de Adam West y el batmóvil nos devuelven a nuestra infancia. Con todos estos revivals, a la Warner Bros no le quedó más remedio que reeditar en Blu-ray y DVD (2014) los 120 episodios de este clásico con todo tipo de extras.
Otro aspecto a tener en cuenta es su estilo camp, que lo diferencia notablemente de programas juveniles del momento como El llanero solitario o Las nuevas aventuras de Superman (CBS). Los diálogos son desde luego todo un filón para aquellos interesados en los años sesenta. Con múltiples cameos de conocidos artistas de la época, un estilo autoreferencial, y guiones de lo más absurdo que sus personajes siempre se toman muy en serio, resulta una comedia entretenida totalmente atemporal. A ello se suma la voz del narrador – el mismísimo productor de la serie –, quien parodia el estilo de seriales de la década 1940.
Aspectos como los golpes superpuestos por onomatopeya en colores brillantes sobre la pantalla al puro estilo del cómic clásico ponen de relieve no solo la relación estética entre el programa y los cómics del período, sino también su estrecha colaboración argumental. Especialmente la primera temporada se caracteriza por adaptar numerosas historias recogidas en los cómics DC. Asimismo, cuando los índices de audiencia empezaron a caer allá por su tercera temporada, su productor da un giro a la historia presentándonos a Batgirl, la hija del Comisionado Gordon. Curiosamente, esta historia y su personaje serán retomados por los cómics de los sesenta, gracias a la gran aceptación en pantalla de Yvonne Craig.
Pero Batman también supone un afianzamiento de las estrategias narrativas desarrolladas por aquel entonces en la televisión norteamericana y que tendrán gran recorrido hasta la década de los setenta. Durante sus dos primeras temporadas la estructura de la serie se articula en torno a episodios dobles de veinte minutos en los que los cliffhangers adquieren un notable protagonismo. Normalmente consistían en la interrupción de la trama en su momento más álgido, cuando algún supervillano capturaba a los héroes a través de alguna artimaña o artificio. No sólo confería mayor dramatismo al episodio y enganchaba a su público juvenil más fiel, sino que daba pie a una de las estrategias audiovisuales más comunes en la ficción televisiva actual: el previously on o anteriormente del siguiente episodio.
Para finalizar, merece la pena volver a ver este clásico por su banda sonora, fiel reflejo de su época, su función educativa -la importancia de usar el cinturón de seguridad, el consumo de verduras o leche están también presentes en esta ficción-, o simplemente por ver colgados de un cable a Batman y Robin escalando un edificio. Todo ello sin duda, elementos referenciales de una época que ya forman parte de nuestra infancia.