Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Ciclo cine «Life-and-death-children» (III): «El Orfanato» (Juan Antonio Bayona, 2007)

Un, dos, tres, toca la pared”: éste es el aparentemente simple juego infantil susceptible de considerarse como uno de los gran desencadenantes del desarrollo argumental de la obra que se ha tratado como opera prima de Juan Antonio Bayona (El Orfanato, 2007) y producida por Guillermo del Toro. Sin embargo, este juego simbólico será relevante en la película de Bayona en tanto que permitirá un enlace entre Simón y sus supuestos “amigos invisibles” que van a jugar con él a su casa, el antiguo orfanato donde creció su madre, la cual hizo grandes amigos que fueron su gran familia en esa etapa de su vida.

De nuevo, como ocurría en las otras dos películas analizadas en nuestro ciclo, El sexto sentido (1999) y Los otros (2001) nuestro protagonista infantil, en este caso, Simón se caracteriza por su alta sensibilidad perceptiva, los juegos con Martín y el resto de «amigos imaginarios» además de sus habilidades artísticas las cuales son fruto de la preocupación especialmente de su madre, quien entiende que “su fantasía” está empezando a exceder unos límites insanos y él ya es “demasiado grande para eso”. A tal respecto, ¿recordáis el discurso en el que se achacaba las ciertas “invenciones” tildadas de “simples fantasías infantiles” o “imaginaciones banales infantiles” subyacentes en los diálogos de las otras dos películas? Nos preguntamos, ¿están los personajes infantiles que analizamos sujetos a la indiferencia de sus respectivas figuras (de forma preponderante) maternas con respecto a dichas fantasías supuestamente banales? Entendemos que obviarlas, no prestarles atención o bien considerarlas como nimiedades son indicadores de indiferencia por su parte y una forma de erradicar sus potencialidades sensibles como nexos conectores en un limbo entre los vivos y los muertos o incluso indicios de trastornos psicológicos reales.

El Orfanato. Tomás

Ahora bien y reconectando con el juego en el que participa Simón con sus seis amigos éste responde a la dinámica siguiente: el objetivo último es encontrar el tesoro recabando diferentes “pistas” que éstos van dejando y por las cuales le van concediendo deseos a Simón quien va descubriendo su identidad progresivamente en la que le cuentan que no tienen ni padre ni madre y que van a morir. Simón desea mostrarle la casita de su amigo Martín a su madre pero deben atender a los invitados de su fiesta de cumpleaños, día en que él se enfada por la incomprensión de su madre, se rebela tirando la tarta y huye a su habitación.

Sin embargo, al subir a su habitación cree verle al final del pasillo pero no es realmente él; inician la búsqueda tras su desaparición y ella cree verle de nuevo en el despeñadero aunque su marido no ve nada. Entonces ella sostiene “Se lo han llevado sus amigos invisibles y el día de su desaparición yo vi uno” y empieza rememorar los sucesos ocurridos hace años en el orfanato. Concretamente, recuerda a Benina, la institutriz del antiguo orfanato cuyo hijo, Tomás, nació con una malformación por la cual ocultaba sus rasgos cubriéndose la cabeza con un saco y un día desapareció del orfanato jugando con otros niños y cree que ellos pueden ofrecerle pistas sobre el paradero de Simón.

orfanato 3

Por ello, contactan con una médium que les permita dar una explicación a través de una regresión al pasado pese al escepticismo de su marido. Ésta puede oír a varios niños muy enfermos y se pregunta quién querría haberlos envenenado lo cual conecta tangencialmente con la antigua institutriz aportando indicios que condicionarán el desarrollo argumental. Bajo la premisa de “creer para ver” se sostiene el sufrimiento transformado en fuerza resilente de la madre de Simón quién, por estar también enfermo de VIH y, de algún modo, más cercano a la muerte, ha aumentado su capacidad receptiva con el resto de niños del orfanato.

La madre hará todo lo que sea necesario para encontrar a su hijo haciendo de su amor, su mayor arma y de la predisposición a “creer para ver”, su mejor estrategia. Así pues, empieza a creer y a jugar con ellos, encontrando pistas y siguiendo la dinámica del juego para alcanzar el tesoro y acabar descubriendo el nombre de quien les arrebatara su vida, Benina. Sin embargo, su venganza supondría matar a Tomás a través del juego y a utilizar a Tomás para contar su verdad y hacer justicia.

El orfanato final

En las escenas finales de la película asistimos a la reconstrucción de las situaciones grabadas en las cintas de Super 8 por ella misma y sigue jugando como pacto para decirle dónde está Simón con el fin de seguir investigando los hechos ocurridos en la casa. Finalmente y en una escena especialmente simbólica en la que interviene su visión y la de Simón a través del espejo, es capaz de verle muerto “en la casita de Tomás”, en la verdadera cueva, la habitación de debajo de la escalera bloqueada y donde él quedó atrapado sin poder salir. Muerto, se lo lleva en brazos tras su búsqueda enfermiza para suicidarse con un exceso de pastillas y, poder estar con su hijo para siempre, pese a que ello suponga acabar con su vida pues ésta, sin Simón, no tiene sentido.

En definitiva, el Orfanato supone una obra espectacular con múltiples lecturas en las que la construcción de los personajes infantiles y las relaciones liminares entre vida y muerte junto con los fuertes vínculos emocionales entre madres e hijos son preponderantes en las distintas películas analizadas de nuestro ciclo de cine “Life-and-death children”.

 

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