Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«Concluida la cuarta temporada de Girls, la quinta a la vista»

Llama la atención que cuando aún no había empezado a emitirse la cuarta temporada de Girls (ni en Estados Unidos ni en España, donde lo empezó a hacer tan sólo un día después en Canal Plus), ya se hubiese anunciado que la HBO había encargado a Dunham la quinta. Y esto ocurre a pesar de su comentada poca audiencia. ¿Podemos hacernos ilusiones con lo que está por venir? Reflexionemos sobre lo que acaba de acabar, para tratar de responder.

El primer episodio de la cuarta temporada creaba expectativas de cambio al trasladar de escenario a la protagonista: de Nueva York (que sigue presente como reclamo seguro de la serie, sirviendo de ubicación al resto de la mayoría de los personajes) a Iowa. Allí parecía que Hannah iba a poner el cuentakilómetros a cero, que iba a «resetear» su vida, tratando de poner de nuevo en el foco su vocación literaria —asistiendo a unos cursos de escritura creativa— para a partir de ahí ir colocando las demás piezas de su existencia de forma ordenada. Pero pronto empiezan a aflorar las polémicas constantes «Horvathianas» que van dando lugar a que la protagonista no aguante fuera de Brooklyn ni hasta la mitad de los diez episodios que constituyen la temporada completa. Pero, para su sorpresa, al volver a su propio apartamento, se encuentra con que en él ya no vive sólo Adam, sino también Mimi-Rose, su nueva novia.

Como un déjà vu: nueva bronca de la pareja, nueva crisis de la protagonista, que vive en un continuo «ni contigo ni sin ti». ¿Más de lo mismo? Bueno, parece que por una vez Hannah da la impresión de haber madurado. A pesar de compartir con Adam emocionantes momentos relacionados con el nacimiento del primer sobrino de éste, cuando el chico le pide que vuelva con él, ella se muestra lo suficientemente fuerte como para rechazar esta relación llena de altibajos, sobresaltos e incluso momentos degradantes. Y no sólo eso: seis meses más tarde se le muestra saliendo con un profesor compañero suyo en el instituto en que empieza a trabajar a su vuelta a Nueva York. Ojalá me equivoque, pero este colega parece lo suficientemente normal y buena persona como para garantizar que la relación con alguien tan «peculiar» —por no entrar en detalles— como Hannah, no vaya a buen puerto en la quinta temporada. Tiene un precedente similar: recordemos que Charlie era tan encantador que “aburrió” a la amiga de Hannah, Marnie.

¿Y qué pasa con las demás «amigas»? (Me cuesta llamar así a estas chicas, la verdad, pues, por citar un ejemplo de la cuarta temporada, Jessa es quien procuró la relación entre Mimi-Rose y Adam, novio de su “amiga” Hannah, para quedarse con el novio de la anterior). ¿Alguna evolución? Si tuviera que elegir entre el sí y el no, escogería lo segundo. Dunham sigue haciendo lo imposible por no dejar de llamar la atención como sea en Girls, por medio de su protagonista y de quienes la rodean. Así, ya no sólo Hannah sigue apareciendo medio desnuda haciendo sus necesidades en el baño, sino que ahora Jessa las hace incluso en mitad de la calle (por lo que acaba detenida); los demás siguen apareciendo en escenas de sexo explícito, y se da un paso más al llegarse incluso a tocar lo desagradable y morboso con la retransmisión de la realización de un piercing debajo de la lengua de la alumna favorita de Hannah (ésta la había convencido para hacérselo las dos y luego ella se niega en rotundo a ponérselo, al ver lo mucho que sufrió en la operación la primera), o sumergiendo la cara de Jessa en la bañera donde la hermana de Adam está de parto para “ver” —¿se ve algo claro bajo el agua sin gafas de buceo?— cómo iba la dilatación.

Soshana, por su parte, sigue tan superficial como siempre, «adornándose» con comentarios como «Una camiseta dice lo que eres» o «Los amigos no permiten que sus amigos se compren calzoncillos en Forest Hill». Halo de esperanza para ella en la futura temporada: a pesar de que su «pretendiente» le pide que no se vaya porque «pronto va a empezar a quererla», tras varias entrevistas de trabajo peculiares y fallidas, toma al fin la decisión de aceptar un puesto de trabajo en Tokio.

A Marnie, que en varias ocasiones ha echado en cara a Hannah su egocentrismo, no se le ocurre otra cosa que aprovechar la fiesta de la campaña de Ray —que quiere ser miembro del concejo municipal— para anunciar su futura boda con Desy. Y me pregunto, ¿realmente está tan sumamente centrada en sí misma que no se da cuenta de lo colado que está Ray por ella? Sorprende la constancia con que Ray esté siempre a su lado para apoyarla y darle la seguridad que necesita para enfrentarse a sus miedos. Eso sí es amor. Pero, ¿entenderán estas chicas lo que es, por fin, si demuestran no comprender qué es si quiera la amistad verdadera? Lo siento, pero no puedo evitar rebelarme contra las declaraciones donde la Dunham insiste en que quiere mostrar la realidad desde otra perspectiva para que las mujeres puedan aprender de sus vivencias. Yo creo que, por el contario, las mujeres lo que acabamos es en mayor o menor medida indignadas por la imagen tan poco madura e inteligente —además de tristona y vacía— que se muestra de nosotras en Girls en la ya concluida cuarta temporada, en las anteriores, y sospecho que en la que está por venir. Ojalá me equivoque.

 

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