Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Del desamor a la venganza. «The human voice» (Pedro Almodóvar, 2020)

Jean Cocteau escribió en 1930 “La voz humana”la dolorosa espera de una mujer, sentada ante un teléfono que no suena, aguardando en vano la llamada de su amante. Lo hizo pensando en Edith Piaf, con quien compartió una gran y profunda amistad, pero la cantante se negó a representar el monólogo a pesar de lo mucho que le insistió el dramaturgo a lo largo de su carrera. En su lugar, Piaf cantaba “Ne me quitte pas” (No me abandones), tal vez a modo de reinterpretación de la obra de su amigo. No es casual, pues, que ese fuera el tema musical que utilizó Almodóvar en su primer homenaje a “La voz humana” en La ley del deseo (1987), donde Carmen Maura recita por teléfono un fragmento del monólogo. Pero en The human voice (2020) el tema que simbolizaría mejor esta adaptación libre sería “Non, Je ne regrette rien” (No, no me arrepiento de nada), ya que la fuerte e imponente Tilda Swinton finalmente da la espalda a su viejo amor, colgando el teléfono, quemando la nave y  viajando hacia la luz con un nuevo amigo para volver a empezar. Dotando así al texto de casi un acto de venganza. 

Tilda Swinton es la voz e imagen de esta nueva lectura del monólogo de Cocteau

El texto de Cocteau ha acompañado y servido de inspiración a Almodóvar a lo largo de toda su carrera. Son innumerables las reminiscencias a la obra del autor francés en muchas de sus producciones: El arquetipo de la mujer doliente y abandonada, el hacha y el fuego. En Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) ya veíamos a una joven Maura esperar una llamada que nunca llega, por lo que acaba quemando su cama. El hacha, elemento que apareció por primera vez en La ley del deseo, sigue siendo, en The human voice, una herramienta de devastación, pero también de liberación: Swinton la utiliza para despedazar el traje de su amante ausente. Además, en esta escena Almodóvar recupera un tema de La piel que habito (2011), compuesta por Alberto Iglesias quien se ha ocupado de la música de numerosos títulos anteriores, “Los vestidos desgarrados. Este sonaba cuando Vera (Elena Anaya) encuentra sobre su cama unos vestidos que a continuación desgarra. La mujer almodovariana es casi el eje conductor de su obra, “la chica Almodóvar”. Esos personajes tristes y desamparados, pero dotados de morales autónomas, que contra todo pronóstico, y aunque fuera en el marco de la tragedia, surgen de sus cenizas como ave fénix.

Al inicio del corto, Tilda aparece deambulando por una nave industrial vestida con un gran y barroco vestido rojo de la casa de moda de lujo Balenciaga.

Pero no todos los elementos de este cortometraje son recurrentes, Almodóvar también hace uso de elementos renovadores jamás vistos. La novedad que más destaca es el idioma, ya que esta es su primera obra rodada en inglés. Un experimento que el mismo Almodóvar dice sirvió para darle más juego al texto, enfriando aún más este gélido melodrama que, en cambio, hubiera sonado más cálido en castellano. 

Almodóvar también plasma uno de sus deseos creativos: que la nave de rodaje sea donde transcurre la acción teatral, saltar al otro lado del decorado para mostrar la materia de la que está hecha el artificio. Un doble encierro que, narrativamente, nos muestra como la protagonista sale de la soledad y oscuridad de su apartamento para seguir estando encerrada en una gran nave vacía y desolada, el escenario de su abandono o la metáfora de un amor en ruinas, o un desamor en construcción. Solo en una ocasión abandona ese artificio de la realidad, para comprar un hacha y un bidón de gasolina en una tienda. Quien le atiende es Agustín Almodóvar, hermano del cineasta y productor del corto.

Es cierto que el apartamento cumple con todos los códigos del color de la filmografía de Almodóvar: rojo, verde, azul y no hay nada accidental. El espacio está presidido por diversas obras de arte, como el cuadro de Artemisia Gentileschi Venus y cupido y una reproducción de Hector and Andromache de De Chirico. 

El decorado del apartamento reutiliza antiguos elementos de anteriores filmes y los códigos del color de la filmografía de Almodóvar

The human voice es el perfecto compendio entre la “tradición” almodovariana, que se lleva gestando a lo largo de toda su obra, teñida  por la inspiración que le ha proporcionado siempre Cocteau, y, a su vez, es la pura experimentación y renovación, atreviéndose a crear en una lengua extranjera por primera vez. Además, Almodóvar se ha atrevido a estrenar su cortometraje en una situación compleja y temida por el arte y la cultura mundial, actitud la cual alienta tanto a los creadores como a los consumidores a seguir disfrutando del cine.

 

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