Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Dioses, fantasmas y demonios: «Noragami» (2014-2015)

Gracias a la iniciativa de Netflix y Selecta Visión hoy en día podemos disfrutar de más animes que nunca. Una estrategia muy acertada de la plataforma streaming que cada vez amplía su oferta de animación nipona con las novedades que triunfan entre los otaku de los últimos años. Este es el caso de la serie Noragami, emitida en Japón en la parrilla 2014-2015 y que cuenta con dos temporadas en su haber. Adaptada del manga homónimo de 2011 escrito e ilustrado por Adachitoka (nombre artístico del equipo de creadoras del cómic), su argumento girará en torno a Yato, un Dios menor sin muchos seguidores que ansía fama y fortuna. No en vano «noragami» se traduce como «Dios callejero«. Con todo en su contra, este se topará por accidente con Hiyori Iki, una estudiante de secundaria a la que un malaventurado contratiempo la convertirá en una semi-fantasma. Así, Yato junto a su tesoro-sagrado, Yukine, tendrán que averiguar cómo devolver a la joven a su estado humano; además de intentar a toda costa conseguir prestigio como divinidad y enfrentarse a varios enemigos que querrán la muerte del Dios.

Así, Noragami se servirá de la reapropiación del folklore japonés para crear una nueva aventura trepidante llena de acción, además de la producción de una mitología propia bastante compleja. Con un argumento repartido entre 25 capítulos, lo que comenzará como una clara estructura episódica en la que los tres protagonistas tendrán que enfrentarse al demonio-fantasma de turno, se irá transformando en una trama muchísimo más profunda y elaborada de lo que puede parecer a simple vista.

Yato_and_Hiyori_being_chased
Yato y Hiyori son perseguidos por un demonio-fantasma en plena ciudad

De esta forma, la serie girará en torno a la fuerte conexión entre el mundo de los espíritus y el de los no-muertos y los vínculos emocionales que se establecerán entre ambos universos. Unos lazos que se representarán en la serie a través de la lucha entre el bien y el mal a partir de dos de sus premisas temáticas. Por un lado, la trama establecerá una conexión directa entre la aparición de demonios-fantasma y los pensamientos negativos de las personas donde éstos actuarán como catalizadores de sus malas acciones y/o sentimientos nocivos. Sentimientos como el rechazo, los celos, el odio, la envidia, el miedo, la culpabilidad, la tristeza o la soledad que se materializarán en varios casos a lo largo de la serie y que consumirán a las personas induciéndoles a quitarse la vida. Es decir, como se expresa en la serie, «pasar al mundo de las almas». En este preciso sentido, en la primera temporada encontraremos episodios centrados en el suicidio y en el bullying como muestra de las consecuencias del impacto de los malos espíritus. Una temática muy vinculada a la contemporaneidad japonesa en la que el suicidio se ha convertido en una alarmante epidemia debido a la presión social por mantener cierto modelo de vida y a la falta de interactividad emocional de las sociedades hipermodernas.

Bishamon y Yato se enfrentan en Takamagahara, el reino de los Dioses
Bishamon, Diosa de la Lucha, y Yato se enfrentan en Takamagahara, el reino de los Dioses

Por otro lado, esta segunda premisa irá muy ligada a la primera ya que gran parte de su argumento tendrá como eje principal el planteamiento sobre la capacidad de los muertos a sentir emociones humanas y el cuestionamiento de la moralidad de las figuras divinas que aparecerán en la serie. Enfrascada dentro de las ficciones que pondrán a los muertos como protagonistas de la acción (pensamos en la proliferación de este tipo de historias como American Horror Story, Penny Dreadful, True Blood, The Walking Dead, etc.) y como producción ubicada en el postmodern sacred, Noragami será el perfecto ejemplo narrativo de “los muertos también tienen sentimientos”. En este sentido, a través del desarrollo de los personajes asistiremos a este proceso donde los espíritus estarán fuertemente conectados a sus emociones humanas y a sus recuerdos de su vida en la Tierra – en especial los viajes de Yukine y Bishamon como los personajes más interesantes. Por supuesto, aquí será donde se mezclan los backstories de todos los personajes y su relación con el mundo inferior.

Un proceso que en la serie se definirá como el “sentido de vivir” y que tendrá la memoria como principal concepto temático. Precisamente, la apelación a los recuerdos de los muertos sobre sus vidas pasadas serán complementadas con las reiteraciones al paso del tiempo, a la eternidad y al olvido de las deidades por parte de los humanos. Es decir, un Dios/a nunca desaparecerá si existe alguien que recurra a él/ella. Así, se acabará de reforzar el vínculo entre el mundo terrenal y el divino que se trasladará a la importancia de la memoria para otorgar de “vida eterna” a los muertos. Un mensaje que, recientemente, tendrá su mayor expresión en largometrajes como Coco (2017) y Kubo y las Dos Cuerdas Mágicas (2016) y que pueden ir de la mano con Noragami.

Noragami combina la emotividad, la acción y la comedia de forma brillante
Noragami combina la emotividad, la acción y la comedia de forma extraordinaria

Asimismo, a pesar de su intensa temática, Noragami será una extraordinaria muestra de la tipología de producciones de anime niponas con una brillante combinación de los momentos dramáticos y emotivos con las secuencias de acción y los toques cómicos de locura sana muy propios del género (Yato es una verdadera drama queen). Una configuración de estructura coral con personajes carismáticos y con un muy buen ritmo que aprovechará el tiempo en pantalla para avanzar la narración lo máximo posible – en comparación con otras producciones actuales como Tokyo Ghoul que peca de un exceso de la dilatación de la acción y poco desarrollo de personajes que se hace muy pesada y un tanto reiterativa. Además de tomarse su tiempo para desarrollar las diferentes deidades y su relación con sus respectivos tesoros-sagrados que aportan riqueza a las tramas principales. En cuanto al aparato artístico, la animación y el diseño de personajes está bastante bien elaborada – sobre todo el diseño de los monstruos es muy original. Sin embargo, la banda sonora compuesta por Taku Iwasaki – creador de una de las más emotivas bandas sonoras del anime, los OVAs de Rurouni Kenshin – con una mezcla de música electrónica y tonadas del folklore tradicional japonés será uno de los elementos más destacados para dar personalidad a la serie.

Para completar las aventuras de este Dios callejero y su grupo de acompañantes divinos también podemos disfrutar de sus cuatro OVAs con un tono muchísimo más desenfrenado que la serie y que se centrarán en el refuerzo de las relaciones entre las deidades y sus tesoros-sagrados en clave de comedia. Esperemos que gracias a este post os animéis a engancharos a Noragami y, sobre todo, a convertiros en Yatoístas. Definitivamente, una servidora lo es.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *