Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Dolor y justicia, «The Ten Commandments Killer» (AHS Hotel, 5×08)

¡American Horror Story Hotel ha vuelto! 

Esta es la frase que uno pronuncia tras el visionado del más que magnífico episodio de la serie, escrito esta vez por Ryan Murphy, algo que se nota y mucho. Si la serie había empezado su caída en picado -o casi- tras los episodios un tanto insulsos e inverosímiles en que se nos narraba el backstory del personaje de The Countess, de su monstruoso hijo y su pasión por Rodolfo Valentino, y de los que habían desaparecido personajes para nosotros clave de la historia como son Liz Taylor y, sobre todo, Hypodermic Sally, Hotel ha recuperado el tono onírico y laberíntico que nos prometía su episodio piloto. 

Porque eso es lo que va a ser la entrega en la que se nos desvelan las motivaciones que impulsan al asesino de los diez mandamientos (por eso esta vez ha resultado muy fácil ponerle título al post que intenta seguir  siempre una estructura dual) desvelándonos su identidad que no es otra que la de John Powell. Las constantes lagunas de memoria lo convertían, ya desde los primeros episodios de la temporada,  en el único candidato a ocupar el cargo; de hecho, así lo han entendido todos los seguidores de la serie en las redes sociales. Aunque en realidad, el hecho de que ya sepamos su identidad, confirma desde nuestro punto de vista, la idea de que esta nueva entrega de American Horror Story debe ser considerada como una experimentación narrativa del tándem Murphy-Falchuck que reclama la complicidad de las audiencias en la reconstrucción del puzzle y del esquema de mind-game generado por la narración y la relación entre personajes. 

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John Powell y James Patrick March

El episodio va a pivotar exclusivamente en torno a John Powell. El dolor por la desaparición de su hijo Holden, la crisis matrimonial con Alex y su decepción personal ante las injusticias de un sistema que libera a criminales que merecen ser castigados van a ser los elementos que diseñarán aparentemente las acciones del detective al tiempo que lo llevarán  a un viaje personal centrado en el  proceso de (re)conocimiento de su identidad como el asesino de los diez mandamientos. Así, el esquema típico de la anagnórisis  aristotélica gracias a la  cual se le van a revelar a los personajes algunas informaciones esenciales para la comprensión  de su manera de ser, va a desarrollarse en el episodio a través de la reconstrucción simultánea, por parte del personaje y de las audiencias, de las piezas del puzzle mental y vital de John : la llegada años antes al Hotel Cortez donde Liz Taylor prepara los mejores martinis de la ciudad y donde, a través de la todavía a estas alturas misteriosa y multifuncional Hypodermic Sally, conoce al sumamente manipulador  James Patrick March.

Una reconstrucción a la que ayudarán los flashbacks y saltos temporales drásticos que salpican todo el episodio y que servirán no para recrear los backstories de los personajes como hasta el momento (con la historia de la Condesa que se ha desarrollado en dos episodios completos como paradigma)  sino para recuperar los recuerdos que John ha borrado de manera selectiva de su memoria. Estos momentos de lucidez mental servirán de repaso a los argumentos y acciones aparentemente inconexas de episodios anteriores por parte de las audiencias abriendo nuevos caminos e hipótesis de líneas argumentales para un personaje, el de John Powell, totalmente diferente al presentado hasta el momento. Un personaje consciente de su divided self y, por tanto, perfectamente integrado en el Hotel Cortez.

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Hypodermic Sally y John Powell

Y es que, de nuevo, el espacio se convierte en el protagonista y eje central de la serie. Mientras en otras entregas de American Horror Story, los espacios eran contenedores ya sea del mal ya sea de la diferencia, en Hotel el espacio y la planificación de las escenas acompaña literalmente a los personajes en su laberinto personal:  puertas ocultas, pasillos interminables, habitaciones sin salidas exteriores, cámaras  que esconden los más terribles secretos y trofeos de todo tipo… y así hasta el infinito o hasta donde la enfermiza imaginación de Murphy y Falchuck nos quiera conducir.  El espacio mental y el físico van a confluir en el Hotel Cortez transformado en un imán irresistible para todos y cada uno de los personajes, un espacio que es la parte visible del gran maestro titiritero del conjunto,  un James Patrick March salido de una película de los años treinta y magistralmente interpretado por Evan Peters,  en cuyas manos -e hilos-  concluyen los destinos de todos los habitantes  y clientes del hotel.

Lo mejor: Aparte de la reconciliación de los fans con la serie (por fin!!!) , sin duda alguna la presencia de Hypodermic Sally en la historia. Ella y Liz Taylor resultan imprescindibles.

Lo peor: Es un episodio redondo, no hay nada peor. Esperemos que siga así en la línea que queda abierta en la serie que no es otra que la venganza hacia la Condesa.

Lo más destacable: la tremeda coherencia estética y conceptual de todo el episodio. El mejor de toda la temporada, por delante del episodio piloto.

 

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