Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

El (post)humanismo ontológico, a propósito de «Person of Interest»

Desde que en 1927 Fritz Lang diera a conocer el mundo robótico que habitaba la ciudad de Metrópolis, la idea de lo posthumano se ha asimilado a la relación entre el hombre y la máquina como argumento desarrollado en tramas normalmente distópicas y en segmentos temporales relacionados con la ciencia ficción. Si bien en la mayoría de tramas audiovisuales y transmediáticas (especialmente los videojuegos) encontramos una recurrencia a estos dos elementos esenciales, no es menos cierto que el canon de lo posthumano ha ido decantándose cada vez más hacia narrativas situadas en la contemporaneidad en las que los avances ya sean tecnológicos ya sean científicos aportan nuevas modalidades de entes que son el reflejo de una sociedad postmoderna en la que la naturaleza va a ser sustituida por una pasión por cualquier tipo de máquinas, una devoción hipnótica que conducirá también a distintas maneras de relacionarnos con ellas.

Todos estos aspectos que acabamos de enunciar de manera más que simple, han sido recogidos por distintos estudios e investigaciones en los que no solo se nos suministran repertorios de seres diversos que pueden ser considerados como posthumanos (desde máquinas a clones pasando por zombies, vampiros y cualquier tipo de undead) sino que se dedican a plantear lo que se denomina la cartografía del posthumanismo (entre las que destacan las aportaciones de Sharon en 2014) que incidirá en la ruptura del paradigma antropocéntrico occidental con el cuestionamiento de la identidad y los valores humanos, la relación con la hiperrealidad y la artificialidad, o la relación de la condición posthumana con significados sociopolíticos, culturales o éticos siempre situados en la contemporaneidad tal como hemos comentado anteriormente. Buenos ejemplos de ello los encontramos en series como Orphan Black, Humans, Mr. Robot o Westworld. Y , cómo no, en Person of Interest. A todas ellas les hemos dedicado un espacio en este blog y os invitamos a que las revisitéis si os apetece hacerlo.

Root en Combat Mode

Sin embargo, hoy vamos a intentar plantear cuáles son los grandes temas que, con la excusa de la serie creada en 2011 por Jonathan Nolan y producida por J.J.Abrams, nos encontramos en muchas series (y también audiovisuales) que pueden englobarse, bien por argumentos bien por algunos personajes en el posthumanismo. Vamos a ello (y también os pedimos un ejercicio personal para ponerle títulos a algunos de las propuestas que os hacemos en este post) y también voy a deciros que todo lo que leáis aquí ha sido recientemente publicado en la revista Oceánide (por si a alguien le interesa especialmente, ahí va la dirección: http://oceanide.netne.net/articulos/art8-9.pdf)

La serie de Nolan -como casi todas las de esta nueva edad de oro a la que estamos asistiendo- es una serie compleja con una arquitectura narrativa que mezcla esquemas y clichés de distintos géneros canónicos con fórmulas provenientes del cyberpunk y también -siguiendo la tónica general de Nolan en sus guiones cinematográficos en colaboración con su hermano Christopher- con teorías científicas con un claro matiz filosófico. Pero la serie también tendrá una architextura complicada. Bueno, nos explicaremos mejor: la serie va a utilizar recursos hipertextuales o intertextuales que pertenecen al imaginario colectivo: desde los textos de Philip K. Dick y Orwell a los cómics, pasando por los videojuegos,las autorreferencias a sus propios guiones y los homenajes a los grandes nombres del cine negro con Alfred Hitchcock a la cabeza. Hasta aquí, nada que se refiera al planteamiento posthumano que da título a nuestro post.

Sin embargo, el cibervigilantismo encabezado por Harold Finch y su estrecha relación con The Machine supone a lo largo de todas las temporadas el reflejo de una de las posibilidades de conexión entre el hombre y la máquina. La narración fragmentaria del timeline de The Machine que vemos a lo largo de la serie no es más que la reconstrucción del proceso de construcción de una inteligencia artificial por un lado y de su entrenamiento emocional por otro que correrá paralelamente al aprendizaje de Finch, caracterizado desde el episodio piloto como un paranoico y un tech-nerd antisocial. Así, Person of Interest (como otras series que hemos mencionado o las que vosotros podáis añadir) va a reflejar la capacidad de interacción entre seres humanos y seres no-humanos para la construcción de asociaciones heterogéneas, incluidas las sociales.

La relación paterno-filial entre Finch y The Machine

La asimilación entre hombres y máquinas tendrán en la serie un texto esencial, The Ghost in the Machine de Artur Koestler (sí, como The Ghost in the Shell, para los seguidores del anime) que pondrá en escena la idea de que los seres humanos -y las máquinas también- son sistemas complejos compuestos por pequeñas partes organizadas jerárquicamente, que interactúan constantemente y que sistematizan el conocimiento. De este modo, el texto de Koestler va a insistir en la no separación entre el cuerpo y la mente o su estado letárgico pero también en el control de las zonas más violentas del cerebro humano ¿No nos recuerda eso a las palabras de Eliot en las temporadas de Mr. Robot en las que trata a las personas como si fueran ordenadores? ¿O a los planteamientos de Dolores y Bernard en Westworld? … solo por mencionar algunas de ellas.

Hombre y máquina serán, pues, semejantes como también su entrenamiento emocional que a través de la incorporación de recuerdos prostéticos, sueños y vivencias repetidas que conducirán directamente a la construcción de la identidad posthumana, a seres no-humanos que van a tener una personalidad propia (aquí no podemos dejar de mencionar a la maravillosa Ava de Ex Machina). Una identidad y personalidades propias que van más allá de la corporeización. Y es que los posthumanos contemporáneos ya no son robóticos como la María de Metrópolis ni como Sony de I, Robot: no se distinguen físicamente de los seres humanos (salvo en los casos en que se insista en ello como en el caso de Humans cuyos synth tienen los ojos extremadamente claros) y suelen ser personajes femeninos bien como formas antropomórficas de las máquinas como en el caso de la simbiosis entre The Machine y Root en un claro trasvase energético nacido del pensamiento de Schröedinger, bien como formas de renacimiento de distopias contemporáneas orquestadas por los hombres y que  bajo la forma de ciberdiosas  rompen cualquier discurso hegemónico de sumisión patriarcal o dan origen a mundos más justos  frente al despotismo o a los estados totalitarios masculinos. Buena muestra de ello es que The Machine es femenina mientras Samaritan es masculino. O, mejor aún, acordémonos de nuestra adorada emperatriz Furiosa en Mad Max: Fury Road.

Root como antropomorfización de The Machine

Y es que de todo eso trata Person of Interest (aparte de ser una distopia-utopia contemporánea con una base narrativa en las políticas del control y el data mining): de una reflexión acerca de los valores humanos y la reivindicación de la Persona en un mundo deshumanizado y paranoico habitado por máquinas cada vez más inteligentes en las que la sociedad y las audiencias también han delegado poderes de control absoluto. Un mundo hiperreal en el que seres humanos y seres no-humanos buscan  respuesta a las cinco grandes cuestiones del (post)humanismo ontológico que, en la ficción contemporánea, son similares para cada uno de ellos:  ¿Quiénes somos? (origen e identidad), ¿Para qué estamos aquí? (significado ) y ¿A dónde nos dirigimos? (propósito); a la que deberíamos añadir ¿Qué hace que nos consideremos superiores los humanos a otros seres? (valores). Unos cuestionamientos que, en la narrativa audiovisual actual ya no es exclusiva de la ciencia ficción o de los géneros especulativos, sino del mundo en el que nos desenvolvemos cotidianamente, un mundo en el que las noticias que abren los informativos no son especialmente positivas para la consideración del hombre como el ser más avanzado de la creación. O, lo que es lo mismo, que nos hace cuestionar la auténtica naturaleza y valores de lo humano.

 

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