Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Galveston de Nic Pizzolatto, ¿El embrión de True Detective?

A raíz del gran éxito de crítica y audiencia de la brillante primera temporada de True Detective la editorial Salamandra publicaba en agosto de 2014 la traducción al español de la novela Galveston, de Nic Pizzolatto. Sin duda un movimiento comercial inteligente que a estas alturas habrá atraído a gran cantidad de fans de la serie deseosos de indagar en mayor profundidad en la obra de Pizzolatto, en un intento de encontrar algún resquicio de lo que los detectives Cohle y Hart les aportaron en su momento. Personalmente me cuento entre este grupo de seguidores, pero cabe recordar que la obra fue publicada en su versión original allá por 2010, y, por tanto, no necesariamente íbamos a encontrar en ella lo que buscábamos. Pero, ¿qué hay de común entre True Detective y Galveston?

Galveston es un noir cuya trama transcurre a medio caballo entre Texas y Luisiana, y en el que su protagonista, Roy Cady—matón profesional con pintas de cowboy—se verá inmerso sin comerlo ni beberlo en un lío de faldas por el que la organización criminal para la que lleva trabajando largos años pretenderá liquidarlo. Tras evitar un primer intento de eliminarlo del mapa, Cady no tendrá más opción que la de escapar junto a una chica y la hermana menor de esta, que serán puestas en su camino por accidente. Por si todo esto fuera poco, aprendemos que Cady sufre un cáncer terminal, lo que complicará todavía más el panorama. A partir de ahí la narrativa echa a rodar.

El primer componente común entre las dos producciones es el paisaje. En Galveston, al igual que ocurre en True Detective, la atmósfera es una fuerza muy presente, que contribuye a la sensación de opresión de la que son presas los personajes. En la situación en la que se encuentra Cady, moribundo criminal perseguido por criminales—¿puede haber algo peor?—los ambientes en los que se maneja durante su escapatoria contribuyen a representar lo sombrío de sus reflexiones internas, al igual que sucedía con Cohle, aunque la psicología de ambos personajes poco o nada tengan que ver.

Nic Pizzolatto.

En otras palabras, no esperen encontrar a Cohle en Cady. En todo caso, y tras haber visionado la segunda temporada de la serie, podríamos establecer un paralelismo más acertado entre Cady y el detective Ray Velcoro. Al igual que Velcoro, Cady no es un hombre de complejas reflexiones ni de filosofía enrevesada como lo es Cohle; es, por el contrario, un personaje más dado a la simplicidad que asociamos con la acción, de mayor tosquedad, y, en definitiva, con el relé mucho más pronto a saltar en cualquier momento. Estos son, en contraposición a Cohle, personajes mucho más pragmáticos, que hacen lo que debe hacerse cuando se encuentran acorralados, pero que no tienen la necesidad de pontificar con sus ideas como lo hace Cohle. Cady y Velcoro son, en definitiva, mucho más próximos al cowboy, al tipo rudo y aparentemente inquebrantable, que en la mayoría de ocasiones se guarda lo que lleva dentro para sí.

Un elemento que sí es común a la primera temporada de la serie y la novela es la estructuración de la trama en dos marcos temporales distintos. Si transcurrían diecisiete años entre las primeras indagaciones de Cohle y Hart y la conclusión final del caso, en el caso de Cady, su narración se divide entre los años 1987 y 2008, con una elipsis temporal de veinte años. Esta resulta ser una estrategia inteligente, que permite al lector ir desgranando pequeños detalles o pistas de lo acontecido desde la narración de 2008, para luego volver a la de 1987 y acercarse un poco más a la conclusión del conflicto, como si de dos polos opuestos y atraídos entre si se tratara.

Podemos concluir pues que Galveston es una obra que poco tiene que ver con la primera temporada de True detective, y algo más con la segunda, aunque tampoco sean excesivos los nexos de unión en este caso. Para todo aquel que todavía no haya leído la novela, sólo cabe aconsejar no marcarse expectativas en relación a lo visto en la serie. Recordemos que la novela es anterior y, por consiguiente, encontramos en ella la voz de un Pizzolatto distinto. ¿Quién sabe en qué proporción existía Cohle en la mente de Pizzolatto mientras escribía su ópera prima, si es que lo hacía? Cohle y Hart dejaron una huella imborrable, y es comprensible que los busquemos allí donde podemos. La buena noticia es que el propio Pizzolatto abrió la puerta a la posible futura publicación de historias sobre nuestros detectives favoritos, quien sabe si en formato literario o televisivo, en una entrevista que podrán encontrar en la antología de Errata Naturae—ver la referencia más abajo. Eso sí, si va a ser ese el caso, que sea con dignidad, no para explotar al máximo la gallina de los huevos de oro.

Referencia:

Pizzolatto, Nic.  Galveston. Barcelona: Ediciones Salamandra, 2014. Traducción de Mauricio Bach Juncadella.

Recomendado:

VV.AA. True Detective. Antología de lecturas no obligatorias. Madrid, 2014.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *