Girl power, violencia, horror y venganza en “The last House on the left” (1972) y la Caperucita justiciera en “Hard Candy” (2005)
Bajo la dirección y guion de Wes Craven y la producción de Sean S. Cunningham retomamos hoy el análisis de la original La última casa a la izquierda (1972) más allá del remake de 2009, enmarcada dentro del género de terror y, concretamente, del slasher que revivió en los noventa con Scream (1996) de la mano de Craven. ¿Ingredientes? Violencia, sexo, drogas, humillaciones, mujer como víctima, asesinatos, ¿feminicidio? Después de situar a Mary Collingwood (Sandra Peabody), la protagonista del film (que será nuestra final girl) como una chica querida en su familia y su entorno, asistimos a su cita con su amiga Phyllis Stone (Lucy Grantham) en la que hablan de la noche de desfase que les espera cuando acudan al concierto de su grupo favorito (Bloodlust, cuyo significado ya es un indicador temático claro).
Sin embargo, tentadas por la curiosidad de las drogas, buscan a alguien que se las pueda proporcionar: en ese momento entra en juego Junior (Marc Sheffler) quien les invita a su apartamento donde están unos amigos suyos entre los que se encuentran Krug y su novia Sadie, Weasel y Fred los cuales las retendrán en contra de su voluntad. Mary y Phyllis ya no tendrán escapatoria después de haberse adentrado en la boca del lobo. Tras los intentos frustrados por conseguir que las liberaran por parte de Phyllis, la obligan a desnudarse sin su consentimiento y la violan delante de su propia amiga. El trato a las mujeres a lo largo de la película será misógino, machista y humillante y Krug será el que ejercerá mayor opresión, tratándolas peyorativamente como putas, cerdas o incluso como “vaquitas” en busca de hierba (marihuana) y en cuya concepción participará también su propia novia quien podría encajar dentro de la figura de angry girl, vinculada a la tercera ola de feminismo.
Si el secuestro y la violación no hubieran sido suficientes, al día siguiente las atan y las encierran en el maletero intentando huir del estado pero acaban teniendo que parar en un bosque cercano a la casa de Mary. Sus padres avisan a la policía de que su hija no ha aparecido en toda la noche y lo justifican señalando que se trata de un tipo de conducta propia de los adolescentes. Sin embargo, brillará su ineptitud en la ayuda por la desaparición de la joven. Una vez en el bosque, las obligarán a besarse entre ellas como una humillación más y mientras, Phyllis intenta huir de los delincuentes que las han secuestrado para que Mary vaya en busca de ayuda. Mary, de forma estratégica y adoptando el papel de final girl, intentará persuadir a Junior regalándole el collar de la paz que su madre le había dado antes de irse de casa para que vayan a su casa. Phyllis será atrapada por los delincuentes y apuñalada brutalmente en numerosas ocasiones.
A pesar de haber conseguido que Junior aceptase huir, Krug les sorprende y acaba violando a Mary y escribiendo su nombre en el pecho utilizando una navaja. Traumatizada y víctima, intentará evadirse adentrándose por sí sola en el lago en el cual recibirá dos disparos que acabarán con su vida. Sin escrúpulos, los asesinos se cambiaron de ropa y tocaron, como vendedores de seguros, la puerta de los Collingwood los cuales le dejan pasar la noche en su casa ya que éstos tenían el motor del coche estropeado. No obstante, hay piezas de su identidad que no encajan y la madre de Mary descubre el collar en la maleta de uno de ellos y prendas manchadas de sangre.
Rape-revenge, venganza femenina y Caperucita justiciera
La pregunta es: ¿Estarías dispuesto a todo para vengarte de los asesinos de tu hija? Los padres de Mary se tomaron la justicia por su mano y, sin escrúpulos, vengaron la muerte de su hija por la ley del talión (Ojo por ojo, diente por diente) después de encontrar el cadáver de su hija en el lago.
¿La forma? La madre de Mary seduce a Weasel para tener sexo en el bosque y, mientras le practica una felación, le arranca el miembro, dejándole que se desangrara. El padre de Mary, por su parte, amenaza a Krug y Sadie con una escopeta, le prepara unas trampas y termina utilizando una motosierra para acabar con la vida de Krug. Sadie escapa aunque la madre de Mary la mata con una navaja y la arroja a la piscina. Como vemos, los padres de Mary son los que ejecutan la venganza de la (habitualmente) inteligente final girl, alterando el esquema narrativo de las películas de los años setenta en películas de serie B en las que la mujer violada se recupera y luego se venga de sus atacantes con mayor o menor éxito.
No podemos acabar este post sin mencionar la actuación de Hayley (Ellen Page), la protagonista de la película Hard Candy (2005) quien no es víctima de violaciones pero, comprometiéndose con la causa de la desaparecida Donna Mauer y otras chicas violadas, se venga y se rebela tomándose la justicia por su mano y hablando con el supuesto violador a través de un chat donde actúa como cebo para engañarlo y alcanzar su objetivo.
Bajo la apariencia de una inocente Caperucita que viste una capa roja cuya apariencia podría enmarcarse, también, dentro de las representaciones de seductora(s) lolita(s) se esconde, hasta el final de la vida de Geoff (en un aparente «suicidio» provocado por ella misma), una justiciera que se venga del adulto infligiéndole el mismo dolor que éste ha causado en sus víctimas bajo el lema:
“Soy cada niña que has observado, tocado, herido, follado, matado”, Hayley (Hard Candy, 2005).
Doctora en Filología por la Universitat de les Illes Balears (2022) y, anteriormente, becaria predoctoral con una tesis centrada en personajes infantiles creepies, discursos de maternidad contemporánea, New Horror y narrativa transmedia. Máster en Lenguas y Literaturas Modernas (especialización en estudios literarios y culturales, UIB); Máster en Formación del Profesorado (Lengua y literatura, UIB) y Posgrado en el uso del cine como recurso educativo (UNED). Interesada en las representaciones audiovisuales infantiles y las maternidades contemporáneas, además de la aplicación del audiovisual y la narrativa transmedia como recurso educativo.