Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

La Belle Saison

Tal como se ha apuntado en numerosas críticas cinematográficas, La Belle Saison es algo más que el relato de una “historia francesa de lesbianas”[1].  Y aunque es verdad que toda la trama se construye alrededor de la historia de amor entre dos mujeres, el film tampoco está únicamente confeccionado para reivindicar y dar visibilidad al amor lésbico. Más allá de esto, esta historia de amor se contextualiza en un momento muy concreto y significativo para la historia de las mujeres, la revolución histórica del 68 francés que, entre muchas otras cosas, posibilitó fracturar viejas ideologías para denunciar injusticias y opresiones históricas. Momento en el que el feminismo, si bien hacía ya un tiempo se estaba consolidando y corporeizando teóricamente en la academia, sufrió un principio de popularización y universalización gracias a la lucha y al activismo de las mujeres. Fue en este momento de discusión y fractura ideológica en el que los movimientos feministas tuvieron la oportunidad construir una agenda más o menos estable del que la película consigue impregnarse. Y lo hace de tal modo que es el contexto el que le irá robando protagonismo a la trama para poder decir,   sin ánimo de querer minimizar el valor reivindicativo de la historia de amor del film, que La Belle Saison es un film que habla del Feminismo.  

Puede resultar muy ambiguo, muy impreciso e incluso muy caprichoso manifestar que el film habla del Feminismo. Pero esta es una afirmación que en su síntesis tiene en cuenta que el film explica las agites ideológicas de un feminismo incipiente, en vías de construcción, protagonizado por mujeres y actuaciones pioneras, que se busca sí mismo tanto a nivel práctico como teórico y, por supuesto, plagado de contradicciones. Contradicciones que el feminismo, como movimiento social y como ideología, no ha dejado de tener hasta hoy.

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En el film, tenemos tanto la oportunidad de saborear el frescor, la justicia, la valentía y la emoción del amor y la revolución nacientes, como las contrariedades ideológicas implícitas en el apasionamiento y el desamor de las protagonistas. De este modo, el film relata momentos de encuentro y desencuentro en los que las propias protagonistas se debaten:  desde el despertar de la consciencia feminista, a la cuestión de si antes que el feminismo es prioritaria la liberación del pueblo; la discusión de si el feminismo debe hacerse solamente con, por y para las mujeres, o debe atender también a la opresión de las masculinidades; preguntarse hasta qué punto homosexualidad – LGTB y feminismo se retroalimentan o se experiencia como luchas separadas. Pero quizá la contradicción más paradigmática es la que se ejemplariza con la historia de amor de Carole y Delphine, las dos protagonistas. Mientras que Carole es una mujer que ha accedido a la academia, con estudios, que vive en el París del 68 en plena ebullición, Delphine es una mujer educada en un entorno rural, aislada de las revoluciones ideológicas y la academia, habituada al trabajo duro del campo. Es esta diferencia supuestamente accidental, puesto que así planteada parece que se deba más a cuestiones geográficas que no a la subjetividad de las protagonistas, si es la que más dilemas y contradicciones ideológicas caracterizará su relación. Pues esta diferencia actúa como una suerte de metáfora de una de las cuestiones que más discusiones, fracturas, y impulsos teóricos y revolucionarios ha causado dentro del movimiento feminista y por el que más se ha criticado al feminismo de la segunda ola: el tema de la universalización.  Mientras que Carole encarna la causa feminista como la que procurará la autoconsciencia femenina a todas las mujeres por igual, Delphine es el reflejo de que este proceso está condicionado según otras lecturas de resistencia en la que el concepto clase, el contexto político-local, o las micropolíticas cotidianas que determinaran el propio proceso de autoconsciencia feminista.

En este sentido el film no se moja ni se posiciona a favor de una corriente o de otra. Tampoco habla, y quizá no puede por contexto, de las políticas de diferenciación y resistencia que se generaran con los feminismos postcoloniales que cuestionaron el proceso de universalización feminista por cuestiones de etnia y raza. En este sentido el film se limita a apuntar el por qué la historia de amor entre las dos protagonistas no avanza en un momento determinado por el modo en el que entienden y se enfrentan a la construcción de su subjetividad e identidad femenina. Pero de algún modo el film sí da luz a este tema tan idiosincrático de la discusión feminista que hoy ha desembocado en los cuestionamientos que el postfeminismo y el feminismo de la tercera ola, quizá por distancia generacional y contextual, ejercen a los preceptos del feminismo de la segunda ola. Discusiones que si bien por un lado se construyen alrededor de la libre elección de las mujeres, apelando a la idea de que toda experiencia femenina puede ser una experiencia feminista, huyendo así del determinismo de la universalización, también contribuyen a la dilución del feminismo como movimiento político.

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Finalmente, se debe  valorar y destacar que en ningún caso se trata de una película panfletaria. La carta final de Delphine a Carole, años después de la ruptura, en la que reconoce todo lo aprendido y que explica que ella solamente necesitaba encontrar su  momento, da valor al feminismo en sí mismo.  Del mismo modo, cabe celebrar, y mucho, que a pesar de que el film da visibilidad a la sexualidad femenina y lésbica, no la representa de un modo espectacular ni sensacionalista: las escenas de sexo, si bien eróticas, no se detienen en una representación espectacular muchas veces causa de la trampa mercenaria de la industria.  En el film, tanto la homosexualidad como el feminismo son tratados con la naturalidad propia de una mirada que en nuestros tiempos es escasa: aun reivindicamos estas identidades como inédita o particulares, y se suele hacer a golpe de cultura del consumo. No quiere decir que no necesitemos aun reivindicar el feminismo  o la homosexualidad. Pero quizá en los tiempos que corren, tiempos en los que las retóricas industriales y mercantiles todo lo instrumentalizan, la mejor reivindicación, visibilidad y celebración de identidades e ideologías como el feminismo y el LGTB sea lo que el film propone: relato y naturalización. 

La Belle Saison Catherine Corsini (2015)

[1] El Diario 30/06/2016 “La Belle Saison no es otra película francesa de lesbianas

 

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