Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

La categoría es: Haciendo historia. «Pose» (Tercera temporada)

En la memoria reciente «Pose» es una de las series de televisión de mayor impacto cultural. Desde su estreno en 2018, sus creadores Ryan Murphy, Brad Falchuk y Steven Canals jamás han abandonado su mensaje de protesta declarando en voz alta y con orgullo que su equipo, elenco y contenido LGBTIQ+ merecen nuestra atención y nuestro respeto. Esta tercera y última entrega es una celebración merecida ante un laureado futuro.

A lo largo de las tres temporadas, el elenco principal ha lidiado con multitud de dificultades encontrando a pesar de todo refugio y esperanza en los brazos de su comunidad. «Pose» siempre ha oscilado entre los extremos emocionales: de la alegría, el glamour y la amistad, al maltrato, la devastadora crisis sanitaria del VIH, las rivalidades, el abuso de drogas, el rechazo familiar, el acoso policial y el trabajo sexual a veces deshumanizante y violento. Pero el dolor y la felicidad convergen para desplegar una gran resiliencia.

El final de la serie no da una tregua, aunque las cosas mejoran para algunos personajes, la comunidad queer tiene que protegerse de muchos frentes durante los años 90. La serie iniciaba en 1987 con el nacimiento de la cultura del ball, luego nos condujo a su integración en 1990 con «Vogue» de Madonna y la creciente epidemia del VIH, y ahora finaliza en 1994, cuando el virus se convierte en la principal causa de muerte entre los estadounidenses de 25 a 44 años.

Los protagonistas se encuentran en escenarios muy dispares: Pray Tell (Billy Porter) está lidiando con el alcoholismo y la depresión tras el deterioro de su salud; Blanca (MJ Rodríguez) tiene una pareja estable y ahora se ofrece como auxiliar de enfermería en la planta de VIH del hospital; Elektra (Dominique Jackson) es una exitosa empresaria afiliada con la mafia; Angel (Indya Moore) y Papi (Angel Bismark Curiel) conviven felices y comprometidos aunque en secreto ella y Lulu (Hailie Sahar) consumen drogas.

En el primer episodio, «On the Run», la muerte llega para Cubby (Jeremy McClain), uno de los ex miembros de la Casa de la Abundancia. Este desolador evento reúne a todos los miembros de la Casa de Evangelista, salvo a Damon (Ryan Jamaal Swain) quien está luchando contra el alcoholismo. A Blanca le preocupa que la familia se haya distanciado demasiado por lo que decide restablecer las cenas en casa y alienta a sus amigos a participar en los balls.

Algunos episodios se apartan de la narrativa general del conjunto. En concreto, el episodio tres, «The Trunk», que profundiza en la dolorosa historia de Elektra y continúa una trama de la segunda temporada, cuando oculta la muerte por sobredosis de uno de sus clientes del club de BDSM escondiendo el cuerpo en un baúl que guarda en su apartamento en lugar de arriesgarse a llamar a la policía. Esta trama está inspirada en un episodio real de la vida de la madre drag Dorian Corey, figura central del documental Paris Is Burning (1990), en cuyo armario se descubrió el cuerpo de un viejo amor.

El cuarto episodio, “Take Me to Church”, sigue a Pray en el último peregrinaje a su ciudad natal para ver a su madre y sus tías. Es otro episodio destinado a indagar el pasado de los personajes. Este incluye cameos de las icónicas actrices afroamericanas de series de televisión de los noventa Janet Hubert (El príncipe de Bel Air) como la madre, Anna Maria Horsford (The Wayans Bros) y Jackee Harry (Cosas de hermanas) como las tías.

Es sumamente interesante el retrato de Blanca y Pray cuyas historias sirven para explorar el amor propio y el perdón, el cinismo y el arrepentimiento. La primera, confiada y sensata, equilibra al fin esa compasión interminable mediante la asertividad estableciendo fuertes límites con respecto a quién deja entrar en su vida. Por otro lado, el segundo está tremendamente amargado y enfurecido. Cree que la lucha de su comunidad se está tornando banal y superficial. Rodríguez y Porter son los actores principales en las dos mejores escenas de la temporada, una, la dura pelea, atropellada y prolongada, que pone a prueba su amistad, y otra su última actuación en el ballroom interpretando juntos la versión de Diana Ross de «Ain’t No Mountain High Enough«.

En “Something Borrowed, Something Blue” y “Something Old, Something New”, Angel y Papi se dan el ‘sí, quiero’. Es reconfortante ver su final de cuento de hadas, viviendo felices mientras construyen su nueva familia. Aunque ha sido un poco marginada en esta temporada, no cabe duda alguna de que Moore es el descubrimiento más grande de «Pose» y una de las mejores intérpretes del programa.

Es notable que en esta última entrega no se repararon en gastos. Destacan maquillaje y el vestuario gracias al excelente trabajo de la diseñadora de vestuario Analucia McGorty. Casi puede olerse el humo de los cigarrillos y sentirse el peso de tantas capas de tul y lentejuelas en las escenas de baile que son algunas de las mejor coreografiadas de la televisión. La serie ha aumentado la calidad de sus escenas de baile en cada temporada, apoyándose en una deslumbrante y excepcional banda sonora al son de Whitney Houston, Janet Jackson y Tina Turner. Sonando temas como: “Supermodel (You Better Work)” de RuPaul, declarada por Kurt Cobain como la mejor canción del año 1993, o «A Deeper Love” de la reina del soul, Aretha Franklin.

A lo largo de las tres temporadas, «Pose» sigue siendo una feroz defensora del poder de vivir tu verdad. Sin miedo a mostrar la peor cara de las realidades de muchas personas de la comunidad LGBTIQ+ racializadas y también en defensa de que estos personajes no solo sobrevivan, sino que prosperen y tengan un merecido final feliz

El anuncio de las nominaciones de la 73ª edición de los Emmy el pasado mes de julio, con la nominación de MJ Rodriguez siendo esta la primera mujer trans en ser nominada como actriz principal, supone el mejor cierre para esta extraordinaria serie.

 

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