Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

La llegada de NEGAN: «The Day Will Come When You Won’t Be» The Walking Dead 1×07)

Después de meses de espera, y mucha incertidumbre, sobre el futuro inminente de los personajes de la ficción zombie por excelencia, ha llegado el momento de valorar el estreno del morboso regreso de The Walking Dead. El final de la sexta temporada nos había dejado a todos delante de Lucylle, el bate, y amante, del terrible Negan, caracterizado de manera notoria por el actor Jeffrey Dean Morgan. Pues bien, el momento en que se descubre, por fin, el rostro del miembro asesinado por el despiadado personaje ha sido revelado. ¿Cuántas fueron sus víctimas? ¿Qué diferencias ha presentado la versión televisiva respecto a la del cómic? ¿Llegará Negan a calar tan hondo como lo hizo en las viñetas?

NO BASTA CON UNO

Los que seguimos cómic y serie sabemos que una de las tácticas que utiliza Robert Kirkman para mantener enganchados a los espectadores se revelan en esos sutiles cambios, y digo sutiles, porque los personajes llegan al mismo puerto, con independencia del soporte elegido. Una artimaña que bien han sabido emplear para continuar siendo fieles en la construcción del mensaje comiquero, pero aprovechando las herramientas y las exigencias de la televisión. Según lo planteado, la aparición de Negan ha tenido el mismo efecto en uno y en otro: impacto. Impacto desde el apartado visual, lo cual roza lo evidente, pero más importante aun resulta en cómo esa colisión es necesaria para el devenir de la historia. Sí, porque Negan marca un antes y un después y eso también queda claro tras el visionado del primer episodio de la séptima temporada. Glenn y Abraham se convierten en las víctimas de Lucylle, acompañados por la dura escena en la que Negan obliga a Rick, al menos en un principio, a cortar la mano izquierda de Carl. Sin lugar a dudas estamos ante uno de los capítulos que mayor carga emocional ha despertado en toda la serie y que evidencia que el único monstruo aquí es el hombre. El zombie hace ya varios capítulos que ha dejado de dar miedo para ceder el trono a Negan.

Muchos críticos, y buena parte de la audiencia, claman al cielo por la violencia exhibida en el show, tantas veces explícita como magistralmente edulcorada, según las necesidades argumentales. La violencia es un recurso, pero también una necesidad cuando nos referimos al género de los muertos vivientes, reflejada a través del desmembramiento y otros mecanismos más sutiles como esos planos cerrados donde solo se intuye aquello que resulta obvio cuando vemos cientos de manos cubriendo un rostro. Llegados a esta séptima temporada, el tiempo para los juegos ha terminado en virtud de lo visceral, algo exigido para mantener la fidelidad con el tono del personaje que representa Negan. Viñeta a viñeta y plano a plano se han ido construyendo las mismas escenas para montar el juego enfermizo al que es sometido el grupo comandado por Rick. Nada de lo que ocurre en la adaptación de la tv se distancia de lo que sucedió en el cómic ni se encuentra tan alejado de películas o series que plantean la tortura psicológica o el desagrado visual como parte de sus artilugios.

La nueva temporada girará en torno a la nueva dinámica impuesta por el carismático Negan, líder de los Salvadores, sin olvidarnos de El Reino, con el Rey Ezekiel y su tigresa Shiva. Ya pueden temblar.

 

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