Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«Love, Death & Robots» (1ª parte)

Love, Death & Robots ha sido una de las últimas incorporaciones al catálogo de Netflix que ha tenido más recorrido en las redes sociales. Concebida como una obra coral, con episodios autoconclusivos hechos por diferentes estudios de animación, es una propuesta que intenta resucitar el estilo de las viejas cabeceras como Heavy Metal o Metal Hurlant, contando historias breves que trasladen al espectador a un pesimista futuro (cercano o lejano) y que, como broche final, intenten epatarlo con un giro final de los acontecimientos al estilo de los viejos episodios de Twilight Zone o Más allá de la realidad.

Como trabajo colectivo, evidentemente, habrá resultados dispares. Visualmente, veremos que la serie no tiene un referente concreto y hay muchos y diversos tipos de animación, todos de una calidad excepcional. Desde el 3D usado para las secuencias narrativas de los videojuegos modernos, pasando por la animación tradicional con un estilo cercano a Miyazaki, a diferentes técnicas que pasan por la captura de imagen real y su posterior tratamiento digital. Desde el punto de vista técnico y estético, la serie puntúa muy alto y sólo por este aspecto vale la pena verlo, porque nos encontramos con un buen muestrario de lo que va a dar de sí la animación durante los próximos años.

La polémica ha envuelto rápidamente a la producción de Netflix. Primero por acusaciones de male gaze en su narrativa. Incluso la presentación del orden de los episodios (que, al ser autoconclusivos, y no estar numerados, permiten ser vistos en cualquier orden) ha sido objeto de polémica, como podemos leer en este artículo. A continuación queremos analizar en este post los tres primeros episodios de la serie.

La página Fuera de series acusaba a esta producción de sexismo y visión masculina, a pesar de que sólo se ejemplificaba en cuatro de los dieciocho episodios de los que consta la serie.

Uno de ellos era el primero, Sonnie’s Edge, donde se nos dice que «el detonante de la historia de la protagonista es que sufrió una violación en grupo, hay una violación a cámara lenta al gladiador de género femenino, una escena lésbica rodada con la mirada masculina del hombre heterosexual y violencia gráfica contra una mujer que está en el suelo». Olvida la redactora que el episodio también puede leerse como la reacción de una mujer empoderada gracias a la tecnología que consigue deshacerse tanto de sus adversarios como de aquellos que la han infravalorado como mujer. Es cierto que es importante el trasfondo del personaje de Sonnie y su violación, pero es un hecho que la lleva al empoderamiento. La violación de la que habla la redactora es simbólica porque es una herida infligida, herida a la que la gladiadora responde con una semejante pero más grave a su contrincante, pero que al parecer ésta no es simbólica de nada. La breve escena de escarceo erótico lésbico está rodado «con la mirada masculina del hombre heterosexual», pero no se nos aportan razones que apoyen esa idea, con lo que todo queda en una opinión subjetiva. La violencia gráfica contra la mujer muy cerca del final, se desvela como otra cosa. Consideraciones polémicas aparte, estamos ante un capítulo de estética cyberpunk-neonoir que como piedra de toque de la serie está bien elegido.

El capítulo 3 robots cambia totalmente el tono. Se trata de un corto más ameno y humorístico en el que tres inteligencias artificiales vagan por grandes urbes derruidas, haciéndose preguntas sobre la estupidez de una humanidad ya extinguida. («Vista una ciudad postapocalíptica, vistas todas», afirma socarronamente uno de los robots). La animación está bien conseguida, pero la idea dista mucho de ser original. Emparentada con el trasfondo del Wall-E de Disney, la reflexión sobre el comportamientomezquino del ser humano hecha desde una inteligencia exterior es un tópico clamoroso en la ciencia-ficción. Un episodio simpático pero absolutamente anodino.

En el episodio en el que sí podemos estar de acuerdo en el uso sexista del cuerpo femenino es en el de The Witness. Aquí, el capítulo se estructura en una narrativa circular: una mujer ve por la ventana cometer un asesinato a un hombre en el edificio de enfrente. Éste empieza a perseguirla, hasta que la alcanza en otro piso, donde la refriega se repite y es ella la que lo mata, mientras el mismo hombre observa el asesinato a través de su ventana. Una narrativa circular en cierta forma original, pero que a un ojo atento no va a sorprender, porque en la primera escena puede verse no demasiado dificilmente que la asesinada es igual que la protagonista. En este episodio, es cierto, «la protagonista baila desnuda y de forma muy explícita». Luego huye llevando un kimono que no la cubre en absoluto, de hecho, aparece totalmente desnuda más de la mitad del metraje y es verdad que, como dice Morrillo, «nada de esto aporta algo a la trama», porque ella podría haber tenido cualquier otra ocupación que no fuera bailarina de striptease. Es más, la elección de que sea la mujer la perseguida en esta narrativa circular es completamente arbitraria: podríamos haber asistido al desarrollo especular de la trama (cuando ella es la asesina y la perseguidora del testigo, ahora él), y la historia hubiera sido la misma. Aquí, evidentemente, se juega con la idea de la chica joven como frágil y a la vez cosificada como fuente de deleitación estética con su desnudo integral. A pesar del esfuerzo por establecer una narrativa sorprendente, el punto fuerte de este episodio es su realización técnica: el apartado visual, que parte de un referente real para luego crear sobre él una animación de una calidad excelente, es sin duda lo más memorable de este episodios.

En próximas entregas seguiremos analizando los capítulos de la temporada de la serie y arrojaremos conclusiones sobre su conjunto.

 

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