Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«Mother Russia Bleeds»; un beat ‘em up ultra violento

Muchos crecimos jugando a beat ‘em up callejeros como Streets of Rage, Final Fight o Golden Axe (aunque este último con ambientación medieval, pero idéntica mecánica de juego), y todavía hoy se nos salta alguna lagrimilla al recordar con ánimo nostálgico largas tardes frente al televisor en compañía de un buen amigo, tratando de salvar a la ciudad de los matones de turno. Por muy repetitivas que aquellas partidas fueran (al fin y al cabo la duración de estos videojuegos era muy limitada, y una vez terminado no quedaba otra que empezar de nuevo, y recorrer los mismos escenarios por enésima vez) lo cierto es que en aquellos tiempos este género de videojuegos destacaba por su naturaleza puramente arcade, lo que los convertía en productos muy adictivos (sí, he utilizado la palabra prohibida; adictivos).

Streets of Rage en particular fue una  de las sagas más populares dentro del género a lo largo de la década de los 90, y todas sus entregas podían jugarse en la videoconsola Mega Drive de Sega. Contó con tres lanzamientos: Streets of Rage (1991), Streets of Rage 2 (1992) y Streets of Rage 3 (1994). En todos ellos la premisa era la misma, o muy similar; una gran ciudad, repleta de pandilleros agresivos comandados por un personaje poderoso y corrupto, en ocasiones asentado en un cargo público de peso (el alcalde, por ejemplo). Podíamos tener que rescatar a un ser querido de las garras de estos villanos o luchar por liberar a la ciudad del yugo de estos sujetos, y para alzancar esta meta se hacía necesario recurrir a la violencia dentro de un entorno diseñado para albergarla.

Streets of Rage
Axel era uno de los cuatro personajes controlables en la saga Streets of Rage, y era indudablemente su personaje insignia.

Teniendo en cuenta el gran número de seguidores de esta y otras sagas no es de extrañar que con el auge actual de los indie games (que se alimentan en gran medida de nuestro anhelo por recuperar las experiencias interactivas vividas en la infancia) haya surgido un videojuego que pretende apropiarse de las virtudes del género efectuándole al mismo tiempo un lavado de cara; en otras palabras, modernizándolo. Se trata de Mother Russia Bleeds, de la desarrolladora The Cartel; un videojuego para el que no existe mejor definición que la que proporciona un solo vocablo: excesivo. Y es que los creadores de Mother Russia Bleeds son de todo excepto comedidos, pero quizás más no siempre sea mejor.

Mother Russia
En Mother Russia Bleeds suelen acumularse gran número de personajes en pantalla.

Como su título indica, el videojuego transcurre en una alternativa Unión Soviética en los 80. El jugador debe seleccionar a un personaje de una pandilla de cuatro, todos ellos gitanos, considerados auténticos parias, habitantes de un gueto. Nuestros protagonistas no se meten en problemas hasta que el gobierno los rapta, y experimenta con ellos en un laboratorio, del que más tarde consiguen escapar. A partir de aquí trataran de encontrar respuestas a través de la violencia. Como suele ser el caso en el género, el componente narrativo es marcadamente simplista.

Quizás uno de sus rasgos más innovadores a nivel argumental sea que estos personajes son adictos a una sustancia conocido como Nekro. Para hacerse con esta sustancia deben extraerla de los cuerpos de los enemigos con los que acaban, para luego inyectársela en su propio organismo. De este modo consiguen rellenar su vitalidad, o incluso entrar en un estado de furia exaltada que les confiere un gran poder durante un tiempo limitado, otorgándoles una ventaja considerable sobre sus enemigos.

A nivel retórico, podría decirse que el videojuego envía un mensaje cuanto menos confuso en cuanto al consumo de drogas. Pero este no es el único factor excesivo en Mother Russia Bleeds; tampoco las acciones que podemos realizar se quedan cortas. Para acabar con nuestros rivales podemos utilizar todo tipo de objetos, entre los que cabe destacar las ratas (sí, podemos atizar a nuestros enemigos con una rata muerta). Sin embargo, lo que más sorprende a nivel visual es la gran cantidad de sangre que llega a acumularse en pantalla, la aparición de vómitos (efecto secundario del consumo de Nekro), o el tipo de agresiones a las que podemos someter a nuestros oponentes (podemos golpearlos con nuestra cabeza hasta que no queda ni rastro de la suya, por poner un ejemplo).

¿Consigue Mother Russia Bleeds cumplir con su cometido de resucitar el género? Personalmente diría que no. Que reúne todos los ingredientes para hacerle de forma satisfactoria resulta innegable. No obstante, por algún motivo, las sensaciones al jugarlo, el gameplay, no consigue transmitir lo que los juegos de antaño. Quizás sea por sus gráficos, que intentan emular a los de aquellos otros sin demasiado éxito, o por su mecánica de juego excesiva, que lo convierte en una suerte de caricatura de juegos legendarios como los de la saga Streets of Rage (tal vez sin pretenderlo, aunque parece más bien parte del juego de sus desarrolladores). El caso es que la sensación final es que este videojuego carece de aquella fluidez de la experiencia de juego que era, con toda probabilidad, el principal aliciente de un género que difícilmente recupere su esplendor. Tal vez haya llegado la hora de desempolvar nuestras videoconsolas de 16 bits una vez más.

 

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