Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Mundos extendidos y transgénicos: los paratextos y el tiempo en la ficción televisiva

En un momento en que la mayoría de las investigaciones relacionadas con la ficción televisiva coinciden en la utilización de los conceptos de «convergencia» y de «transmedia» —a los que, dicho sea de paso, hemos dedicado algunos post en nuestro blog—, nos ha parecido del todo conveniente reseñar dos libros que se escapan de los contenidos más habituales de textos referidos a las expansiones de personajes o de mundos narrativos. Nos referimos a las propuestas realizadas por Jonathan Gray en 2010 y por Paul Booth en 2012.

El primero de ellos, editado por la New York University Press va a llevar como título Show sold separately. Promos, spoilers, and other media paratexts. El diseño de la página y la grafía que lo enmarca  que encabeza este post no puede ser más ilustrativo al formar parte de nuestro imaginario colectivo pero también como perfecto ejemplo de «la» franquicia narrativa que va más allá de lo que vemos en las pantallas y que recoge todos y cada uno —si no más— de los aspectos presentados por Gray en su texto.

Spoiler-Alert

A lo largo de su texto, Gray va a pasar revista de manera pormenorizada y con ejemplos conocidos por todos los seriéfilos-cinéfilos-gamers a las distintas formas de paratextos que podemos encontrar en la actualidad y que sirven para expandir los distintos mundos narrativos.  El establecimiento de clasificaciones —sin duda ampliables y en algunos casos discutibles— por parte del autor son ciertamente útiles no solo por ser eso, definiciones, sino también porque cada una de ellas se encuentra en nuestro vocabulario cotidiano.  Así, y a pesar de que personalmente no estemos de acuerdo con la disección de los seis capítulos que componen el libro, Gray nos presenta como paratextos las prácticas utilizadas por el fandom (los spoilers), las productoras y creadores  bien desde planteamientos de enganche para los espectadores (spinoffs, hypes —compartidos con los fans también, intros e inicios textuales, bonus) bien como expansión de los mundos ficcionales (secuelas, precuelas, pre-textos e intertextos) o como comercialización de los mismos (juguetes y juegos, merchandising en general) y, finalmente, el proceso de cruce de mundos narrativos en el que confluirán las narraciones ficcionales dirigidas total o parcialmente por los espectadores y que recibirán el nombre de mash up aunque todo el mundo se refiera a ellos como crossovers. Una disección, en definitiva, que no hace más que sostener la idea de la ficción televisiva como generadora de un ecosistema propio y cada vez más complejo en el que se produce una intersección entre el creador y la audiencia como usuario (user) y productor (prosumer).

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Y es justamente en este último sentido, el del mash up en el que debemos situar el texto firmado por Paul Booth,  Time on TV. Temporal Displacement and Mashup Television, editado por Peter Lang. La propuesta de Booth va a partir de dos conceptos de origen muy distinto, el primero proveniente de la música popular en la que las mezclas de distintas canciones de autores diferentes dan lugar a un nuevo producto, el mashup —de los que encontramos más que magníficos ejemplos en la serie Glee de Ryan Murphy, por poner un caso televisivo— y otro directamente relacionado con la genética, la transgénesis, de tal manera que cualquier producto o ser es manipulado externamente para dar lugar a una identidad nueva habitualmente, aunque no necesariamente, mejorada. Así, los productos televisivos contemporáneos gozarán de una característica esencial, que es la de la manipulación de tal manera que, para Booth, los transgenic media serán todos aquellos que ponen en funcionamiento nuevas estructuras y estéticas pero manteniendo viejos procesos y usos. Ni que decir tiene que estas nuevas estructuras tendrán como elementos centrales las nuevas tecnologías y la participación de las audiencias en un doble proceso de construcción de contenidos pero también de memorización de los mismos gracias a artificios narrativos concretos.

De entre todos ellos, Booth seleccionará el tratamiento del tiempo en las narrativas complejas televisivas. Y, como no podía ser de otro modo, va a centrar buena parte de su discurso en Doctor Who (al que dedicará toda la tercera parte de su trabajo) como compendio de todas las maniobras posibles y atribuibles a los juegos temporales: los viajes en el tiempo, los recuerdos y los saltos temporales como construcción argumental y como construcción de los personajes, la coexistencia de códigos de lectura distintos que conforman la verdad narrativa de la serie y, finalmente, la construcción de una potente red social que se ha extendido en el tiempo y que alcanza a varias generaciones de audiencias. Un trabajo más que interesante y más en estos momentos de la ficción televisiva en los que la manipulación temporal —que también subyace en el texto de Gray— parece ser una de las invariantes narrativas compartidas tanto nacional como internacionalmente.

Dos textos, pues, que van más allá de lo que realmente parecen querer contarnos, de esos que debemos leer con un bloc de notas al lado.

 

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