Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

¡Notición!: reseña del episodio #22 de El joven Sheldon

Así es: con su vigésimo segundo episodio, titulado, «Helado de vainilla, caballeros cortejando y muebles de comedor», la serie no quería despedir su primera temporada de una manera discreta, de modo que lo hace lanzando un bombazo de noticia que afecta a su «hermana mayor», The Big Bang Theory: Sheldon Cooper será padre y lo será de «hijos», en plural. Resulta muy interesante el análisis de estas dos series que corren paralelas sobre la vida de un mismo personaje en su infancia y etapa adulta respectivamente, de modo que la una no para de hacer guiños argumentales a la otra, para el disfrute de sus fieles seguidores. En esta ocasión, el hilo conductor es la referencia que hace el Sheldon (narrador y adulto) de El joven Sheldon al hecho de que el formalizar contratos se convertiría partir de ese momento en una constante en sus relaciones con sus compañeros de piso (son numerosas las alusiones de Big Bang al contrato que mantiene con Leonard), con su mujer (histriónico, inverosímil, pero efectivo y respetado por Amy y por él) e incluso con… «¡sus hijos!». Esta es la gran revelación que se hace en El joven Sheldon justo a la vez que el Sheldon adulto celebra su boda con Amy en The Big Bang Theory, concluyendo, a la vez, su undécima temporada. Nos queda la duodécima para ver a los hijos de esta peculiar pareja… si es que aparecen, ya que el hecho de que se aluda a ellos en El joven Sheldon no quiere decir que tengan que aparecer en la serie hermana, ya que no se hace referencia a cuándo tendrá lugar el hecho exactamente. Pero aún así, la revelación no deja de ser interesante y curiosa, dada la singularidad de los futuros padres.

Por otra parte, el objetivo de Sheldon de emparejar a su abuela con alguien que pueda amenizar realmente sus encuentros familiares, parece ir viento en popa. Y esto es así a pesar de los aparentes contratiempos que el atractivo de esta original abuela le acarrea, como demuestra el hecho de que la «pretendan» varios señores a la vez, que son concretamente: el dueño de una tienda de muebles que ya apareció en episodios anteriores, Ira; y el más afortunado en esta lid, entre otras cosas porque cuenta con el apoyo inestimable de Sheldon, el profesor John Sturgis. No obstante, el jovencito, que sigue actuando en estos menesteres al más puro estilo «Gran Hermano», sigue haciendo todo lo posible por llevar la relación que más le interesa a buen puerto. De ahí que no dude, no sólo en seguir espiando desde su casa todos los pasos de su querida Meemaw, sino que facilita información trascendental y da sabios consejos al candidato que prefiere. No obstante, el personaje del profesor es tan entrañable, que yo creo que no hubiera necesitado orientación alguna para conquistar el corazón (no tan duro como ella suele intentar dar a entender) de Connie.

Tan buena persona es, que, incluso cuando va a visitar a su contrincante en esta lid de amor, Rai, para tratar de marcar su territorio (reprochándole el regalo de un comedor a su amada), termina haciéndose amigo de él y compadeciéndose de su dolor. No obstante, el final del episodio concluye poniendo a la mujer en el lugar principal, como dueña de su propio destino, sin necesidad de intervenciones masculinas. Y es que, cuando Connie descubre los tejemanejes de los hombres (chicos y grandes) que le rodean, se queja de ello y pide que la dejen decidir por sí misma. Esto da pie a la firma del contrato diseñado por el pequeño donde se acata dicha petición por parte de los implicados, y la referencia que da lugar a la primicia antes comentada de la paternidad futura de Sheldon.

Al final, pues, todo acaba bien. Nos queda por ver si en la temporada segunda seguiremos disfrutando de la presencia frecuente del profesor Sturgis, pero todo parece indicar que sí. Nos quedamos con ganas de más. ¡Hasta pronto, joven Sheldon!

 

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