Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«Orange Is the New Black. My Year in a Women’s Prison», de Piper Kerman

En el año 2010 salió al mercado editorial anglófono el libro Orange Is the New Black. My Year in a Women’s Prison, de Piper Kerman (Boston, 1969). Algunas personas lo compraron. Unas cuantas incluso lo leyeron. En 2013 se estrenó en Netflix la serie Orange Is the New Black (sin más), creada por Jenji Kohan (Los Ángeles, 1969). En pocas semanas, el volumen de Kerman volvió a las estanterías, se tradujo, se circuló en clubes de lectura, se comentó, se criticó, se reeditó… en resumen, se transformó en un fenómeno editorial.

kerman y kohan
El libro es la fuente inicial de los guiones del equipo de Kohan, pero quienes lo hemos leído sabemos que a partir de la segunda temporada la serie adquiere vida propia y, aunque Kerman continúa como asesora, sus vivencias personales ya son apenas una excusa o un recuerdo. Donde la autobiografía se centra en un “yo” típicamente blanco, anglosajón y de clase acomodada, trasladándose a veces a un “nosotras” que no siempre acaba de funcionar (sabemos del privilegio de Kerman incluso en sus momentos más complicados), la versión de Kohan es coral desde muy pronto, con el resto de personajes comiéndole cada vez más y más terreno a Piper Chapman, el también rubio, educado y delgado alter ego de Kerman.

Kerman y Chapman
A día de hoy es difícil no quedarse con la serie si alguien nos hace elegir entre ambos productos, tanto por su riqueza de personajes como por su complejidad narrativa y, sobre todo, por su habilidad para mantenerse en equilibrio entre el drama y la comedia, la crítica racional y la identificación emocional. Sin embargo, el libro de Kerman tiene algunas características interesantes que pueden hacernos llegar o volver a él tanto en calidad de fans de la adaptación de Netflix como en posición de lectoras/es de autobiografías, memorias, historias de vida, experiencias femeninas o crónicas carcelarias.

El texto está dividido en dieciocho capítulos a los que se añaden un apéndice con recursos informativos sobre el sistema de justicia de los Estados Unidos y una entrevista de Whitney Joiner, del SMITH Magazine, a la autora Piper Kerman, graduada ella misma por el elitista y femenino Smith College un año antes de cometer el crimen por el que termina encarcelada. A lo largo de estos bloques la escritora/activista/celebridad desgrana su experiencia de algo más de un año en la prisión de mínima seguridad de Danbury, Connecticut (que en la serie se convierte en Litchfield, Nueva York). Empezando por el “antes”, cuando era una joven inexperta que cayó en las redes de Nora (mucho menos interesante como personaje que la divina Alex de la pantalla) y terminó pasando droga por el aeropuerto de Bruselas, Kerman llega al más extenso “durante” de su vida como presa para terminar en un aliviado “después” que la ha llevado a dar charlas y participar en eventos de sensibilización sobre la situación de las mujeres en las cárceles.

Del shock inicial cuando entra en Danbury, cual pez fuera del agua como muchacha protegida por su estatus de clase que ignora el día a día real entre rejas, Kerman llega a una cierta madurez final, siempre dentro de un universo razonablemente cómodo. Cuando termina de contar su historia ha asumido la responsabilidad por su delito, ha aprendido a hacer cosas prácticas dentro de la prisión, ha ayudado a compañeras desde su lugar de mujer educada y con recursos, ha hecho y deshecho relaciones y redes, y ha visto crecer su conciencia social hasta querer convertirse en altavoz de las que no tienen tanta suerte como ella. A pesar de la estructura tradicional de viaje lineal, sus memorias no necesariamente se leen solo como la típica narrativa de redención individual (aunque también), sino que abren la puerta a una interpretación crítica de corte político que hace mucha falta en un país, Estados Unidos, donde la población reclusa femenina se ha incrementado un alucinante 757 por ciento desde finales de los años setenta, cuando empezó la llamada “Guerra contra las Drogas”, que está haciendo estragos entre las mujeres (véase Silja Talvi, Women behind Bars).

Entre los temas de calado que toca Kerman en Orange Is the New Black están, entre otros: las condiciones de higiene y salud de las prisiones americanas; las humillaciones sistemáticas que el sistema perpetra sobre el cuerpo femenino; las reglas, normas y rituales de un entramado que tiene mucho de corporación capitalista; la amistad, el antagonismo, el amor y el sexo entre mujeres; los flujos de poder en la pirámide institucional y entre el grueso de las presas; la escasa oferta educativa y de reinserción a disposición de las reclusas; la maternidad y la transmisión generacional de ciertas condiciones de vida; las trampas del sistema de beneficencia estadounidense; las desigualdades entre razas, etnias, opciones sexuales y clases a la hora de administrar justicia; el miedo como práctica cotidiana y, en general, la deshumanización a la que son sometidas la mayoría de las mujeres que terminan en una prisión por la razón que sea.

La experiencia de la autora pasa por la ira, el pánico, la desorientación, la rabia, la impotencia y muchas otras emociones, algunas de ellas productivas a la hora de sobrellevar la vida reclusa, otras más incapacitantes. También incluye sensaciones positivas que tienen que ver con la sororidad, la resiliencia, la resistencia y el orgullo colectivo de mujeres creativas que saben encontrar opciones donde parecía no haberlas. Es un libro lleno de picos y valles, de situaciones duras y dramáticas pero también de momentos de liberación a través del humor y el tono esperanzado. Es un trabajo muy personal y con limitaciones, pero que se esfuerza en denunciar las taras de un sistema basado en todo menos en la equidad, y que gracias a su adaptación libre para la pequeña pantalla ha adquirido una resonancia que debe ser tenida en cuenta.

 

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