Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Recap. ‘Fear the Walking Dead’: ‘Cobalt’ (1×05)

En ‘Cobalt’, el quinto episodio de Fear the Walking Dead emitido entre el pasado domingo y lunes, la acción empieza a precipitarse. Por fin, después de unos capítulos en los que había predominado la reflexión, en este episodio los personajes salen de su inmovilismo para dinamizar la acción. Y es que sólo nos queda un episodio más para terminar la temporada y éste, ya en el título, nos da una pista del grand finale que se avecina.

Por una parte tenemos a la familia Salazar. Indignada por el tratamiento al que les sometieron los militares, Ofelia recrimina a su novio, uno de los soldados del destacamento, lo que pasó la anterior noche. Cuando éste es ofrece para llevarla a casa, es víctima de una encerrona por parte del padre de ella. El señor Salazar es, como ya había explicado en capítulos anteriores, una víctima de la guerra (aunque cuando habla con Madison no termina de quedar claro en qué bando estuvo ni mucho menos en qué conflicto), y eso lo ha convertido en alguien diferente. Por eso el señor Salazar es uno de los hombres de acción de la temporada. «El hombre de la silla y el hombre del arma son iguales», le dice Salazar a su rehén, antes de empezar la sesión de tortura; señalando que lo que les une es el dolor. Pero lo que realmente les une es la pérdida de la humanidad: la del captor, realizando diversas abyecciones sobre el cuerpo de su víctima, dejando toda empatía de lado; la de la víctima, siendo reducida a una mera fisiología, que es lo que, en último extremo, representa el zombi.

Por otra parte, Travis sigue ejerciendo su papel conciliador y pedirá que le lleven hasta las instalaciones clínicas donde se han llevado a su hijastro y al resto de enfermos. A regañadientes, la patrulla de Mowyer se lo lleva, pero la incursión que hacen resulta fallida. En primer lugar, el vehículo acorazado hace una parada para disparar a varios zombis en la distancia. Travis es instado a hacerlo, pero al apuntar con la mirilla es incapaz de disparar. «¿Sabes que no son humanos, verdad?», le insiste el capitán, y eso nos lleva a la cosificación del zombi, que actúa como hombre-masa, que se desvincula de los rasgos humanos, pierde su humanidad, con lo que pueden dejarse todas las cuestiones morales de lado. Ese distanciamiento es el que propicia que los militares puedan hacer lo que hacen. «Si no», dice Mowyers, «seríamos simplemente unos asesinos.» Y nos recuerda el paso que da cuando la guerra se convierte, gracias a los medios de comunicación, en un espectáculo de luces verdes que parecen un videojuego, no sólo para el espectador, sino también para los propios implicados. En un momento en el que la guerra se convierte en el mismo videojuego con el que los soldados practican, se ha realizado el paso fatal de la realidad al simulacro de Baudrillard.

ftwdc5El convoy militar nunca llegará a su destino, ya que antes de hacerlo, el escuadrón hace una parada con la intención de acabar con otro brote de infectados en un edificio, pero la operación sale mal y mueren varios efectivos, entre los que se cuenta el capitán Mowyers. El nuevo soldado al mando ordena a Travis volver al asentamiento y anuncia su intención de desertar (o eso entendemos. ¿Nos llevará esto a otra trama de la serie?). Travis parece, poco a poco, darse cuenta de la gravedad de la situación que atraviesan.

En otra subtrama, Alicia y Chris, alejados de los acontecimientos que tienen lugar a su alrededor, pasan la tarde en la casa, ahora abandonada, de una familia rica. Llevados primero por la envidia material, juegan a probarse ropa lujosa o a jugar con sus caros gadgets, en una manera que nos recuerdan a la actitud escapista que tienen los personajes de Dawn of the Dead de Romero cuando se atrincheran en el centro comercial. El disfrute de esas posesiones materiales ejerce un efecto sedante, pero al mismo tiempo es una estrategia evasiva para Alicia y Chris. Pero la conciencia no tarda en volver, y los jóvenes terminan preguntándose qué habrá sido de los antiguos propietarios, un «qué se hizo» que es evidentemente una apelación al carpe diem de las Coplas de Manrique. Es quizá por eso que, impelidos por ese vitalismo mezclado con el nihilismo, ambos acaban destrozando  la casa y todos sus enseres. Vanitas vanitatis: una lección muy barroca. Somos polvo y al polvo volveremos, y todas nuestras posesiones no son sino una ilusión transitoria.

Al finalizar el episodio sabemos qué es eso «cobalto» del título: es la señal acordada para la evacuación militar y la destrucción de todos los «daños colaterales» humanos. Y esa evacuación va a realizarse a las nueve de la mañana siguiente. Al mismo tiempo, el señor Salazar comprueba la verdad de las afirmaciones del soldado capturado acercándose al estadio, cuyas salidas han sido bloqueadas para que los infectados abandonados a su suerte allí no salgan. Todo está dispuesto para el grand finale de la semana que viene.

 

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