Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Nombres propios: Stanley Tucci, William H. Macy y Michael Kelly

Hace ya algún tiempo iniciamos una pequeña sección -bueno, en realidad, un merecidísimo homenaje-  a los actores secundarios. Sí, esos que siempre nos suenan, de los que a veces no recordamos su nombre pero sin los cuales cualquier serie de televisión o película ya no serían las mismas. Hoy nuestro reconocimiento va a ser por partida triple, un reconocimiento a tres actores que bien podemos calificar de «maduritos interesantes» con permiso de nuestra adorada cantante Martirio: Stanley Tucci, William H. Macy y Michael Kelly. Ni que decir tiene que los tres forman parte de mi particular olimpo de secundarios pero, estoy convencida de que también lo son del ranking de los seguidores (y seguidoras) de nuestros posts.

Nacido en Nueva York en 1960, Stanley Tucci es, sin duda alguna, un actor de una versatilidad extraordinaria. La enorme lista de participaciones en películas tan dispares como The Pelican Brief (1993), Deconstructing Harry (1997), A midnight Summer Dream (1999), Conspiracy (2001),  Shall we dance? (2004), The Devil Wears Prada (2006), The lovely bones (2009), Julie and Julia (2009), Margin Call (2011), la saga de The Hunger Games o Spotligh (2015) son una buena muestra de ello. A Tucci le hemos visto interpretando a sátiros shakespeareanos, nazis conspiradores, trabajadores anónimos que buscan en el baile de salón una forma de realización personal y de liberación identitaria, maestros de ceremonias en grandes espectáculos ya sean distópicos ya sean cabareteros, asesinos seriales perturbados, esposos cómplices o secretarios efectivos de fuertes personalidades femeninas encarnadas de manera habitual por Meryl Streep (gran amiga personal de Tucci) o intachables brokers o abogados situados al lado de las personas más débiles o marginadas por una sociedad caníbal en lo personal y en lo económico. En todos ellos, Tucci va a desplegar sus dotes camaleónicas interpretativas pero especialmente una sensibilidad emocional fuera de duda.

Blind Date, con Patricia Clarkson

Una sensibilidad que potenciará al máximo como director y como guionista. No en vano, Tucci empezó su carrera cinematográfica con Big Night en 1996 que le valió el premio al mejor guión de una ópera prima en el Independent Spirit Awards y el Festival de Sundance,  en la que dos hermanos inmigrantes italianos deciden abrir un restaurante en Nueva York en cuya inauguración actuará un cantante de jazz que no aparecerá jamás. Evidentemente este hecho desencadenará una serie de situaciones entre los personajes asistentes a la misma y que están encarnados por actores (algunos de ellos también secundarios imprescindibles) de la talla de Minnie Driver, Isabella Rossellini, Liev Schriber o Allison Janey. Películas intimistas que tendrán en Blind Date (2007) su mejor ejemplo y en la que veremos, el intento de reconstrucción matrimonial entre Don (Tucci) y Janna (Patricia Clarkson) tras la muerte de su hija; un trabajo de despojo interpretativo con claros esquemas teatrales que, desde nuestro punto de vista, definen a la perfección a Stanley Tucci en cuyos papeles, sean del tipo que sean, se oculta una sensibilidad y una fragilidad extrema. Y una pareja de lujo que nos ofreció una versión más alocada y bohemia como padres de Emma Stone en Easy A (2010); sin desperdicio, ni la una ni la otra.

Mientras a Tucci le hemos visto en una multiplicidad de personajes, no parece suceder lo mismo con nuestros otros dos secundarios imprescindibles muchas veces condicionados por la asimilación de su físico a un determinado tipo de papeles. Algo que no debería suceder pero que creemos que ha marcado las trayectorias de William H. Macy y Michael Kelly.

Macy con Emmy Rossum en Shameless

La apariencia un tanto hippie, un tanto desastrada y ciertamente rebelde de Macy  va a coincidir, en cierta medida con su trayectoria personal (que cambió los estudios de veterinaria por la interpretación,  que participó activamente en los movimientos antibelicistas de los años setenta y ochenta y que, en su juventud era consumidor habitual de estupefacientes) y ha condicionado un repertorio en el que Macy va a interpretar a personajes marginales o ninguneados por sus compañeros que lo relegarán a un segundo término pero que, sin su presencia como oponente o miembro del clan, ese personaje queda desdibujado, tal como demuestran títulos como Fargo (1996) de los hermanos Coen, Boogie Nights (1997) y Magnolia (1999) de Paul Thomas Anderson, Welcome to Collinwood (2002) de los hermanos Russo, o Bobby (2006) de Emilio Estévez.

A Macy le llegó el reconocimiento de las audiencias gracias a la serie de HBO Shameless, la historia del día a día de los Gallagher, una familia obrera, marginal y disfuncional encabezada por Frank, un hombre alcohólico y dispendiador, acompañado por seis hijos que deben aprender a sobrevivir por sí mismos.  Un esquema que no lo aleja excesivamente de su imagen pero que ha supuesto, tal como hemos dicho, el reconocimiento del gran público y también el de sus compañeros de profesión gracias al Screen Actors Guild Award de este año por el mejor papel masculino secundario en una comedia. Lo cierto es que, al saberlo, nos alegramos mucho de ello -y aquí he de confesar que siempre he apostado por él en todas las porras en las que aparece su nombre, como en las que aparece el nombre de nuestro último secundario de lujo.

Michael Kelly como Doug Stamper en «House of Cards»

Algo parecido al caso Macy le sucede a Michael Joseph Kelly, nacido en Filadelfia en 1968. Mientras el primero parece asimilado a personajes marginales, al segundo parece que le van -bueno, le dan-  los papeles de espía,  agente del FBI, conspirador, asesino o cualquier otro tipo de villano sombrío o con una psicología y backstory ciertamente tormentosos.  A pesar de que Kelly tiene una filmografía extensa que alcanza títulos más o menos masivos como Changelling (2007) o Now you see me (2013) donde, cómo no, interpreta a los detectives Ybarra y Fuller respectivamente; la trayectoria de nuestro secundario de lujo se ha desarrollado esencialmente en la televisión bien como invitado en las franquicias de Law & Order, CSI o Criminal Minds bien como personaje recurrente en algunas de las series consideradas como de culto de la edad de oro contemporánea: The Sopranos, The Good Wife, Person of Interest y, de manera especial en su más que claroscuro personaje de Doug Stamper en House of Cards, en el episodio «Men against fire» de la serie Black Mirror (2016) y en la recientemente estrenada Taboo (2017). Frente a William H. Macy y su oportunidad de protagonismo en Shameless, parece que Kelly está destinado a ser el eterno secundario imprescindible a pesar de sus nominaciones a los Screen Actors Guild Awards como mejor secundario masculino en un drama; un premio que todavía no ha conseguido pero que, sin duda, es más que merecido.

Sea como fuere, los tres son unos grandes actores que deseamos reivindicar. Porque no solo de grandes nombres y celebrities se alimentan las pantallas.

 

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