Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

“Slumber. El demonio del sueño” (Jonathan Hopkings, 2017): la parálisis del sueño de Daniel

Pese a que la crítica de “Slumber” (Jonathan Hopkings, 2017) no resulta muy alentadora, debemos resaltar sus puntos fuertes: es una película que se atreve a tratar la parálisis del sueño, la cual afecta y distorsiona la vida de una familia tradicional al completo. Si bien es cierto que las pesadillas infantiles no pueden concebirse como un tema original, aquello que resulta inquietante es el tratamiento que se le da a la parálisis del sueño y sus consecuencias en la cotidianeidad de una familia. ¿En qué consiste la parálisis del sueño? Se trata de una incapacidad transitoria para dormir o bien realizar cualquier tipo de movimiento voluntario que tiene lugar entre el estado de sueño y de vigilia, pese a ser generalmente corta y ocurrir en el momento de empezar a dormir o en el momento de despertarse, provoca mucha angustia e incluso ataques de pánico entre quienes lo sufren en tanto que son incapaces de reaccionar al quedar inmóviles y están totalmente indefensos ante cualquier tipo de acción (o presencia sobrenatural) que pueda aparecer durante la noche.

Nuestro protagonista infantil sufre terribles pesadillas hasta el extremo de no querer dormir por el miedo que le produce lo que sucede durante sus sueños (o en el proceso de sueño), más allá de su sonambulismo que afecta a su padre, su madre y su hermana.

Así pues, la doctora Alice perdió a su hermano cuando eran pequeños sin poder evitarlo por lo cual se siente todavía culpable y con un duelo no superado. Acuden a su consulta una familia nuclear, padre, madre e hijo los cuales presentan problemas graves del sueño al sufrir la pérdida de la otra hija por la cual quedan totalmente impactados psicológicamente y el niño es quien manifiesta más sensibilidad. En ese sentido, la familia acude a la doctora como último recurso para intentar encontrar una solución que les sea viable y factible y entender cuáles son las causas (quizá médicas, quizá sobrenaturales). Por ello, todos se quieren someter al tratamiento ingresando a un hospital-centro del sueño donde los pacientes afectados duermen allí, controlados en todo momento por los médicos, tanto por el pulso cardíaco como por las ondas del sueño que permitirán observar su comportamiento en sueño y ver el desarrollo de su parasomnia.

Alice, quien decidió dedicarse a ser especialista en trastornos del sueño por vocación (es decir, por desear entender la inexplicable muerte de su hermano), desea ayudar a entender cuáles son las causas a sabiendas que existen causas que carecen de explicación racional y que atienden a lo sobrenatural y maligno. En ese sentido, el acierto de la película recae en utilizar el monstruo de Nocnitsa o “Bruja de la noche”, espíritu maligno propio de la mitología eslava, conocida por atormentar principalmente a niños (los únicos capaces de verla y sentirla) durante la noche que solía posicionarse encima del pecho de sus víctimas para absorber su energía hasta hacer que agonice, sin posibilidad de detenerlo y muera (a modo ciertamente vampírico). Si bien no se muestra como tal, podemos vislumbrar una sombra que acecha al niño y, especialmente, los efectos que tienen en su cuerpo que convulsiona sin poder ver empíricamente qué y cómo ataca y, por ello, es de agradecer que no intente abusar de los jumps scares que se prestarían fácilmente para este tipo de tramas.

Durante la noche, todos los miembros son víctimas también de sonambulismo y realizan acciones algo peligrosas como el uso de las tijeras, encender la batidora y también matar accidentalmente al perro de la familia. La hermana canta la misma canción que el difunto hermano de la psicóloga, la cual la hace presagiar malos presentimientos hasta el punto de salir de casa y salir corriendo al césped diciendo que odia al perro, mientras que Daniel es poseído por el demonio del sueño.

Finalmente, el tratamiento no parece ser muy eficaz y toda la familia vuelve a casa, incluida la psicóloga quien se siente moralmente en deuda con su difunto hermano y con la familia. Experimentan una situación traumática similar a la que ella vivió en su infancia, aunque acaba internada en un psiquiátrico por estar obsesionada con acabar con la Bruja de la noche. A diferencia de “Somnia”, el final se entiende como inconcluso y con una voluntad repetitiva de una Nocnitsa que está destinada a seguir buscando y alimentándose de víctimas infantiles.

 

 

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