Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

The Big Bang Theory: reseña del episodio 21 de la temporada 12

En este episodio los espectadores sentimos eso que el sabio Aristóteles llamó «catarsis» y que nos hace sentirnos bien al ver cómo, al menos en la ficción, existe la justicia, aunque sea la llamada en términos literarios «justicia poética». Y es que, como nos recuerda el pequeño resumen que introduce el episodio, en la fiesta plagada de premios Nobel que organizó el President de Caltech, Siebert, Amy desató su ira acusando de impostores a voz en grito a los doctores Pemberton y Campbell. Tras este incidente, y mirando por las ventajas que traería a su universidad el tener entre sus miembros a dos premios Nobel, Siebert organiza un almuerzo con los cuatro posibles candidatos para que se reconcilien. En él salen a la luz detalles curiosos y graciosos, como que el estrés de la situación que están viviendo ha hecho que Amy destroce a bocados completamente su protector dental, revelado por el nada discreto en ocasiones Sheldon. Pero el encuentro también vuelve a hacer relucir las diferencias y tensiones del cuarteto, provocadas principalmente -hay que admitirlo- por la pareja Pemberton y Campbell y su arrogancia, a pesar de reconocer que han llegado a descubrir la super-asimetría por casualidad y que ni siquiera la entienden. La tirantez llega a su momento culmen, haciendo que éstos abandonen la mesa enfadados de nuevo.

Cuando estaban saliendo del comedor, esta pareja se encuentra con Barry Kripke, que saluda efusiva pero hipócritamente a Pemberton, con quien  -se pone de manifiesto- había estudiado en la universidad. Éste explica a Shamy que las buenas notas de Pemberton no tienen ningún mérito, pues se había pasado la carrera haciendo suyas las ideas de otros, es decir, plagiando (esto nos suena en nuestro controvertido contexto político español de todos los colores). Y, aunque Kripke no tiene ningún interés en que estos colegas suyos ganen el Nobel, menos aún tiene en que lo ganen Pemberton y Campbell, así que se ofrece a facilitarles pruebas materiales de lo que les ha dicho oralmente. Aquí el episodio entra en el terreno de la ética, planteando, no solo a los amigos de Shamy, sino también, aunque sea indirectamente, a los espectadores, el dilema de si es lícito ahondar en el pasado de los candidatos al premio y sacar a la luz sus «trapos sucios» para tratar de eliminarlos como competencia, o si deberían guardar el secreto y dejarlos participar como si no existieran esas «manchas» en su reputación.

Surgen diversos argumentos al respecto, pero quiero destacar el mantenido entre dos parejas: Amy y Sheldon, y Bernadette y Howard. Los primeros demuestran cómo, a su modo, han llegado a tal nivel de respeto mutuo y compenetración, que el propio Sheldon llega a reconocer que cuando conversan se siente como si estuviera hablando consigo mismo pero con voz de mujer (la cara de Amy cuando oye esta declaración tampoco tiene desperdicio). Los segundos acaban mirando a su propio pasado para revelar ciertos comportamientos de los que tampoco se sienten muy orgullosos, para llegar a la conclusión, por parte de Howard, de que ya no tiene ninguna necesidad ni interés por sentirse valorado por ninguna otra mujer más que la suya, la madre de sus hijos, a la que considera la mejor del mundo. Así, después de ponerse de manifiesto las distintas posturas, no solo de estos dos matrimonios, sino también la de cada uno de los amigos, del modo que va más acorde con sus personalidades, lo que más destaca como resultado de esta «encuesta» es la reacción de Leonard. Éste se muestra dispuesto a «mancharse las manos» por sus amigos con tal de defender lo que considera una causa justa. Así vemos cómo, conforme se acerca el final de la serie, todo este grupo de personajes ha ido evolucionando en positivo en sus relaciones interpersonales y grupales, acercándose cada vez más a lo que puede considerarse un verdadero grupo de amigos.

Pero, ¿qué decisión toman al final?, os preguntaréis. Pues la mejor, como no podía esperarse de otra forma de estos personajes tan inteligentes y que se han ido convirtiendo en tan buenas personas (y es aquí donde aparece la justicia poética que mencionaba al comienzo de mi entrada). En otro almuerzo del cuarteto, Sheldon decide entregar al propio Pemberton el sobre con contenido que demuestra que su tesis fue plagiada, para que nadie pueda usarlo en su contra -le confiesa. La entrega pone de manifiesto que su compañero «investigador» no estaba al tanto de esta información, lo que desencadena una calurosa pelea entre ellos, ya que Campbell le acusa de que esta prueba, al estar los dos relacionados con el supuesto descubrimiento y ser candidatos como pareja al Nobel, mancha también su reputación y puede arruinar su carrera. Tan enfadado se llega a poner que en su discusión se traslada al plano personal, saliendo a relucir nada más y nada menos que está liado con la esposa del plagiador. La pelea oral acaba en física y con un Campbell borracho que va horas más tarde al despacho de los honestos candidatos al Nobel a decirles que él ha publicado el contenido del sobre que demuestra la impostura de Pemberton, con las consecuencias esperadas. El incansable Campbell ruega ahora ser parte del dueto Shamy para optar al Nobel sin que se le cayera la cara de vergüenza, cosa solo explicable por los efectos del alcohol, a la vez que les informa de que la ex de Pemberton ni siquiera sigue con ninguno de ellos dos, sino que se ha ido con un tercero. Ya no pueden perder más… Ya solo queda esperar a que ganen los mejores.    

 

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