Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

“The Legend of Zelda: Breath of the Wild”; Cuando la excelencia adopta forma de videojuego

The Legend of Zelda: Breath of the Wild ha sido un videojuego largo tiempo esperado por muchos, y que el 3 de marzo de este año al fin llegó a los escaparates de las tiendas especializadas, de los que voló con rapidez, y a juzgar por lo que ofrece no es de extrañar. Se trata de una de las sagas más longevas y una de las que cuentan con un mayor número de seguidores acérrimos, por lo que Nintendo ha sincronizado inteligentemente el lanzamiento de su nueva videoconsola, Nintendo Switch, con el de la última entrega de las aventuras protagonizadas por el elfo Link, aunque bien es cierto que este último Zelda (el décimo octavo en la historia) también se puede disfrutar en la anterior máquina de la Gran N; Wii U.

Pese a que muchos de los que disfrutamos con los productos de Nintendo en las épocas de los 8, 16, 64 e incluso de los 128 bits estamos algo desencantados con el modelo de negocio y políticas que han caracterizado al gigante nipón en los últimos tiempos (véase la en ocasiones excesiva explotación de franquicias o la priorización que se le ha dado a la remasterización de juego célebres y celebrados en el pasado en detrimento de la producción de videojuegos nuevos y originales), en esta ocasión no nos queda otra que quitarnos el sombrero ante lo que han puesto en nuestras manos. The Legend of Zelda: Breath of the Wild es, sencillamente, una obra maestra a la que no pocos han calificado ya como el mejor juego de la historia. Independientemente de que estemos de acuerdo con la utilización de dicho apelativo o no, la cierto es que la prestigiosa revista japonesa Famitsu le ha otorgado a esta entrega la nota de 40 sobre 40 (lo que significa que cada uno de los cuatro redactores encargados de su análisis lo han puntuado con un 10), mientras el medio norteamericano IGN le ha dado también la nota perfecta de 10 sobre 10.

Zelda y Link vuelven a ser, como no podía ser de otra manera, los protagonistas indiscutibles de esta aventura.
Zelda y Link vuelven a ser, como no podía ser de otra manera, los protagonistas indiscutibles de esta aventura.

El factor revulsivo que ha contribuido a darle un aire renovado al mundo de Hyrule es el hecho de que en esta ocasión nos encontramos ante un videojuego de tipo sandbox, o de mundo abierto, al estilo de otros como Red Dead Redemption o The Elder Scrolls V: Skyrim, algo totalmente inédito en una saga como Zelda, que si por algo se caracterizaba hasta el momento era por dirigir las acciones del jugador de manera muy clara, de tal modo que las tareas a realizar hasta completar la aventura se engarzaban en un orden rígido e inamovible. Pues bien, eso se acabó, puesto que Breath of the Wild es todo lo opuesto a esto último. Ahora nos encontramos en un mundo cuya magnitud es inmensa, y en el que podemos elegir libremente el curso que vamos a seguir en todo momento. De hecho, si así lo deseamos, podemos intentar derrotar al villano Ganon nada más empezar a jugar, aunque con tan solo tres contenedores de corazón, unas habilidades muy limitadas y un equipamiento más que paupérrimo nos resultará imposible. Pero la cuestión trascendental es que podemos hacerlo.

Esta libertad no implica que no exista una narrativa principal, ya que sí la hay, y esta es, por paradójico que pueda sonar, quizás el único punto de flaqueza que le podemos achacar a Breath of the Wild, ya que la originalidad a este respecto brilla por su ausencia, algo que no es de extrañar si tenemos en cuenta que la dinámica de todo Zelda es siempre la misma: Link debe rescatar a la princesa Zelda de las garras del malvado villano Ganon, y restablecer la paz en el reino de Hyrule. La particularidad es que en esta ocasión Link cayó en un letargo que se prolongó durante cien años, y al despertar sufre amnesia, por lo que deberá recuperar la memoria progresivamente para comprender lo que verdaderamente ocurrió tiempo atrás. Así se pondrá al corriente de la existencia de cuatro bestias divinas creadas con el propósito de acabar con Ganon, y que al fracasar en su cometido acabaron siendo sometidas al control del villano. Si Link consigue recuperar el dominio de estos artefactos creados por los Zora, los Goron, los Gerudo y los Rito le resultará mucho más fácil cumplir con su tarea.

Existen distintos pueblos con los que podremos colaborar para preparar nuestra confrontación final con Ganon.
Existen distintos pueblos con los que podremos colaborar para preparar nuestra confrontación final con Ganon.

Pero además existen una infinidad de misiones y tareas secundarias que alargan la vida del juego hasta cotas insospechadas. Entre ellas se encuentran una infinidad de templos esparcidos por el gigantesco mapa, en los que podemos obtener símbolos de valía, que  más tarde podremos intercambiar por contenedores de corazón o por mayor resistencia al caminar, trepar o nadar. Además, también podemos coleccionar semillas de unas pequeñas y graciosas plantas conocidas como Kolog, lo que nos permitirá aumentar el tamaño de nuestras alforjas de armas y escudos. También podemos tratar de localizar todas las fuentes de hadas (lugares mágicos habitados por hadas gigantes que pueden reforzar nuestro equipamiento), domar caballos, acabar con los miembros de una secta adoradora de Ganon, o cocinar, o desbloquear todas las regiones del mapa y subirlas a nuestra piedra sheikah; un artefacto indispensable con el que Link carga a lo largo de su periplo.

Cultivar nuestras dotes culinarias resultará indispensable, ya que a través de ellas podremos elaborar manjares y elixires de todo tipo, que nos proporcionarán mejoras temporales con las que afrontar ciertos retos resultará mucho más asequible. Por otra parte, si coleccionamos objetos pertenecientes a guardianes (unos artefactos también creados originalmente para acabar con Ganon, pero de los cuales este se apoderó en su momento), podremos conseguir armas ancestrales y poderosas, distintas a las que podemos encontrar usualmente, y es que esa es otra de las particularidades de este Zelda; la cantidad de ítems que podemos equipar es simplemente inmensa, y a diferencia de entregas anteriores, las armas, escudos o arcos tienen una durabilidad limitada.

La cocina puede sernos de gran ayuda para fortalecer a Link dependiendo de la situación en la que se encuentre. A través de ella ganaremos vitalidad, o resistencia a distintos elementos, como el calor o el frío.
La cocina puede sernos de gran ayuda para fortalecer a Link dependiendo de la situación en la que se encuentre. A través de ella ganaremos vitalidad o resistencia a distintos elementos, como el calor o el frío.

No obstante, esto es sólo el principio, ya que los desarrolladores de Breath of the Wild están ampliando la historia y posibilidades interactivas de su criatura a través de la implementación de una serie de expansiones. Efectivamente, el modelo de expansión de la vida útil de un videojuego a través del lanzamiento de contenidos descargables de manera periódica ha llegado también a Zelda. Lógicamente, cada uno de estos paquetes requiere un desembolso extra por parte del jugador. Este resulta ser un negocio de lo más lucrativo para Nintendo, al igual que el lanzamiento de las populares figuras físicas coleccionables amiboo, que se pueden adquirir en tiendas especializadas y que al ponerlas en contacto con la videoconsola liberan una serie de ítems especiales dentro del videojuego, como la legendaria yegua Epona, o las distintas vestimentas que Link ha lucido en diferentes entregas. Cada miniatura tiene sus ítems asignados, y su precio en páginas web de venta de artículos de segunda mano ha subido como la espuma, pudiendo llegar a pagarse más por una de ellas que por el propio videojuego.

Los amiboo son figuras coleccionables con las que conseguir contenidos desbloqueables dentro del videojuego.
Los amiboo son figuras coleccionables con las que conseguir contenidos desbloqueables dentro del videojuego. Las que aquí se ven son sólo unos pocos ejemplos.

Si tuviéramos que resumir lo que The Legend of Zelda: Breath of the Wild ofrece, nos quedaríamos cortos de calificativos, y es que, al igual que su mundo abierto, esta es una aventura que  por momentos transmite la sensación de ser inabarcable, hasta el punto de que las primeras horas  pueden resultarle al seguidor clásico de Zelda las más confusas en su experiencia con esta saga. ¿Qué hacer? ¿A dónde ir primero? Las respuestas debe encontrarlas cada uno por sí mismo, ya que no existe un solo orden lógico en el que proceder; es necesario echar a andar, y por el camino elaborar un plan de acción propio. Esto, aunado con un apartado gráfico preciosista hasta el último detalle (mejor en la versión portátil de Switch que en pantalla grande, eso sí) y una banda sonora a la altura de las expectativas, hacen que surja la pregunta tabú: ¿Puede haber superado este Zelda al mítico Ocarina of Time? Y lo que es más: ¿Es posible que estemos ante el mejor videojuego de la historia hasta el momento? Probablemente se trate, en ambos casos, de una cuestión de épocas y gustos.

 

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