Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«The Number of the Beast is 666». Transmutación divina y el trono de Dios

Hoy en «Tus Series al Día«, Jesús Diamantino nos ofrece un análisis del penúltimo episodio de Hannibal:

En Hannibal el problema de la maldad es homologable al problema del hambre. El Dragón Rojo, como una de las tantas caretas del Doctor Lecter, y al igual que él, se alimenta del alma de sus víctimas; el primero apelando a la transformación suprema del sujeto, y el segundo, a la transubstanciación del cuerpo. The Number of the Beast is 666 nos acerca a la resolución de dicha convergencia mítica; una antesala terrorífica de donde se revelan dos elementos importantes: el dominio absoluto que Hannibal tiene sobre su universo y el inminente ascenso del Dragón Rojo a un plano superior de existencia.

Fotograma de Will Graham

La locura no es más que el primer velo de la monstruosidad, pues el gran Padre omnipotente maquina el actuar de su acólito con un único fin: saciar si infinita hambre. A Hannibal no le interesa el nacimiento de un Super Hombre, sino reafirmar la legitimidad de su poder sobre la inferioridad humana. Es por ello, el Arte le resulta tan esencial; más allá de un goce estético o una capricho egocéntrico, el Doctor Lecter, desde su palacio de cristal, vislumbra un locus divino en donde será amo y señor, lejos de ataduras morales y recelos éticos.

Will Graham, ya desde hace tiempo corrompido por el germen de la perversidad, sentencia a muerte al estúpido Frederick Chilton como una especie de tributo inconsciente a su mentor, y al mismo tiempo, se prepara para su prueba final, que consiste en el enfretamiento con su alter ego, el Gran Dragón Rojo… en otras palabras, una emulación del enfrentamiento divino entre le Arcángel San Miguel y Lucifer, el cordero que se entrega al sacrificio y el Rey de los Avernos indicando el derrotero del Monstruo.

The Number of the Beast is 666

Tanto Will como Francis Dolarhyde se definen a partir de Hannibal, pero solo a uno de ellos le corresponde elevarse hasta los pies de su padre. He ahí la gran pugna del los personajes: demostrar a Dios quién es más digno de ser su hijo.

Lo mejor del episodio: el poder magnánimo del Dios Hannibal.

Lo que está por venir: el sacrificio de…

Lo mejor de esta gran serie: la poética desenfrenada que marcará un precedente en la nueva era de oro de la televisión.

El personaje favorito: Hannibal, sin duda.

 

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