Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

“El joven Sheldon»: episodio 13, temporada 3

Este episodio tiene en común con el siguiente el comienzo: Missy jugando en el quipo de béisbol en el que tanto trabajo le costó ser aceptada. Pero vayamos por partes. En este decimotercero, titulado «Contracts, Rules and a Little Bit of Pig Brains», vemos a George padre de nuevo atrapado entre los dos pretendientes de su suegra, que parecen tratar de conquistarla también por medio del entablamiento de amistad con los miembros de su familia. Como ella misma le cuenta a su difunto esposo en su visita a su tumba, a su edad, si aún puedes valerte por ti misma y no dependes de una máquina de oxígeno, te llueven los pretendientes. De hecho, le surge uno mientras explica esto a su difunto. A pesar de lo gracioso de la escena, resulta conmovedor ver cómo esta mujer, que van tan de dura por la vida y, a pesar de que parece tener una vida muy plena, aun siente la pérdida de su compañero. Ella se lo expresa a su manera, como era de esperar, al confesarle: “sigo cabreada por morirte”, como si el pobre hubiera elegido el fatídico suceso.

Pero la vida sigue y, como iba diciendo, los dos pretendientes aparecen en este episodio dispuestos a lo que sea necesario con tal de conquistar a Connie. Así, mientras Dale tiene su primera comida en familia con los Cooper, en la que se siente a gusto con sus borderías (hay que reconocer que, en ocasiones, Dale parece encarnar al homólogo masculino de la propia Connie). Ahí surge la iniciativa de llevar a cabo una acampada de pesca, a la que invita a los dos Georges. Hasta aquí todo bien. Pero la cosa se complica cuando el Dr. Sturgis llama a George para recordarle que se acerca su finde cervecero. George se ve atrapado hasta tenerle que explicar que va de acampada de pesca con su hijo y con Dale. El profesor, lejos de amilanarse, se apunta a la iniciativa arguyendo que él es un magnífico campista. Y esa es la impresión que da cuando aparece más adelante (tras obtener el visto bueno de Dale de que les acompañe) en el episodio, con una indumentaria que el entrenador no tardará en comparar con la de un Boy Scout (además de haber sugerido su similitud con un gnomo de jardín y meterse con la blancura de sus piernas, que es, por cierto, deslumbrante, hay que reconocerlo). Pero Sturgis no se ofende, ya que Connie ya le había advertido de lo ofensivo que podría llegar a ser su nuevo “amigo”.

La aventura, como era de esperar por el cóctel explosivo de participantes en ella, no acaba bien. Sirve, eso sí, para descubrir las excepcionales dotes de campista del Dr. Sturgis, como demuestra, por ejemplo, con el invento y uso de su cebo para peces, que hace que sea quien más piezas consiga y que, resultó ser tan exquisito, que lo prueba y disfruta el descerebrado de Georgie (por cierto, el cebo contiene sesos de cerdo, que quizá puedan compensar su falta del mismo). Así, pues, la excursión termina con el Dr. Sturgis marchándose del “fuego de campamento” en un autobús, camino a casa.

Mientras tanto, las chicas y Sheldon aprovechan el día sin los Georges. Como podéis sospechar, no será nada fácil poner de acuerdo a dos mellizos tan distintos y tan obstinados, a la hora de decidir qué hacer con su madre dicho día. Mary se alegra de que decidan llevar a cabo una serie de pruebas y dejar que el ganador tome la decisión. Esta idea contribuirá de nuevo a mantener alto el pabellón de la inteligencia del protagonista, ya que consigue de este modo pasar el día entero jugando con su hermana a cosas que le gustan y sin poner un pie en la calle, que era lo que precisamente quería evitar (a no ser que fueran al museo, en cuyo caso lo habría hecho encantado). Y es que, cuando terminan todos los retos y se proclama por fin ganadora a Missy (aunque haciendo trampas), resulta ser tan tarde que ya no pueden plantearse ningún plan más con su madre. Además, los dos terminan contentos: Missy por haber sido la ganadora y Sheldon por lo antes expuesto. Por cierto, me ha dado alegría ver a estos niños jugar a juegos que, o bien yo tuve en mi infancia, o bien tienen incluso mis niños tantos años después. Parece que la tecnología no ha ganado completamente la batalla a los entretenimientos sencillos de siempre.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *