Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Un canto a la dignidad. «Nomadland» (Chloé Zhao, 2020)

La película que resuena más que nunca después de un año de incertidumbre, pobreza, enfermedad y soledad es Nomadland (2020) de Chloé Zhao. Película protagonizada por Frances McDormand y basada en el homónimo libro de no ficción de Jessica Bruder «Nomadland: Sobreviviendo a América en el siglo XXI» que narra una generación de estadounidenses forzados a vivir en furgonetas ante la disminución del Seguro Social y la falta de vivienda.

Frances McDormand interpreta brillantemente a Fern, la protagonista de esta dura historia

Ambientada en el año 2011 tras la Gran Recesión, McDormand interpreta a Fern, una mujer viuda y desempleada que lo ha perdido todo salvo el orgullo. Ella y su marido Bob fueron despedidos tras el cierre de la mina de USG en la ahora ciudad fantasma Empire, Nevada. En los años venideros, trabajó en algunos empleos temporales y precarios hasta que su esposo falleció tras una larga enfermedad en la que Fern lo cuidó hasta sus últimos días. 

Fern no se convierte en nómada, «no sin hogar, solo sin casa», dice, por su propia voluntad. Es forzada por la necesidad que empaqueta toda su vida en su furgoneta y se pone en camino desde Nevada hasta Arizona y Dakota del Sur en busca de trabajo en centros logísticos de Amazon, tiendas de souvenirs y restaurantes de carretera, luchando por encontrar lugares en los que estacionar y dormir durante la noche.

La película se percibe más como un documental que como un “neo-western drama”, como se describe.  Muchas de las personas que Bruder entrevistó en su libro aparecen en la película como personajes ligeramente ficticios, a excepción del personaje encarnado por David Straitharn. Son las víctimas de, como ellos dicen, «La tiranía del dólar». Sus historias reflejan la inestabilidad y desigualdad económica de las personas mayores estadounidenses, muchas de las cuales padecen la falta de vivienda y la incapacidad de jubilarse o pagar atención médica. Pero en la carretera, viven sus vidas libres de convenciones en busca de un propósito mayor, o al menos una mayor satisfacción consigo mismos. 

En su camino Fern conoce a diferentes personas con las que comparte su visión de la vida y de las pequeñas cosas que les emocionan

Linda May, a quien Fern conoce mientras trabaja en un almacén de Amazon, describe como estuvo al borde del suicidio después de un extenso período de desempleo. «Me conecté a Internet para ver mi beneficio de seguridad social y decía 550 dólares», cuenta, describiendo lo que la llevó a vivir en una casa rodante. «Había trabajado toda mi vida. Trabajé desde los 12 años, crié a dos hijas, no me lo podía creer» dice Charlene Swankie, una nómada que padece un cáncer terminal y elige viajar como una intrépida kayakista en contacto con la naturaleza en lugar de pasar más tiempo en un hospital. 

Poco a poco conocemos cómo las limitaciones económicas de Fern no son el único factor determinante de su decisión de convertirse en nómada. Más bien es su «honestidad» inherente e incapacidad de vivir una vida dentro de los términos socialmente aceptables, habiendo partido de casa de sus padres tan pronto como pudo, casándose con su pareja unos meses después de conocerlo. «Cuando eras pequeña eras excéntrica con otras personas, tal vez parecías rara», dice su hermana, «Pero fue solo porque fuiste más valiente y más honesta que los demás». Fern es invitada a la casa de su hermana y la de Dave, un hombre al que conoce en su vida como nómada, pero que se ha mudado con su hijo. Ella prefiere vivir en su camioneta fría, estrecha y desaliñada, su hogar, y marcha de nuevo, tal y como lo hizo en su juventud.  

La yuxtaposición de Fern con nómadas reales ha generado críticas por estetizar la pobreza. También el edulcorado tratamiento de la realidad física que padecen los trabajadores de Amazon.  Pero estos supuestos errores no invalidan el retrato realista, respetuoso y digno que expone la directora.

Muchos de los planos son rodados durante la hora mágica, cuando la luz del sol se va desvaneciendo y tiñe el cielo de una cálida y acogedora luz naranja

Sin duda se trata de un road movie. Las áridas carreteras del desierto americano son un personaje más.  La destacada cinematografía de Joshua James Richards escoge en muchos de sus paisajes el retrato de los rosados atardeceres americanos. Hace uso de una iluminación naturalista que aporta más veracidad al filme. En esta línea, Nomadland reta la tradición Hollywood de este género. Muchas representaciones de la vida en la carretera, se basan en la aventura y el romance, donde a menudo la carretera no es donde realmente vive la gente, sino donde van para escapar de las restricciones y el estancamiento de la vida cotidiana. Este filme muestra cómo es un hogar decente de personas honestas a las que el Estado ha dado la espalda.

«Nadie se despide jamás. Solo decimos, te veré en el futuro». Si bien esta película se hizo antes de la pandemia del coronavirus, su mensaje llega en un momento crucial en el que, a fecha de 28 de marzo de 2021, más de 2,5 millones de personas han fallecido a nivel mundial a consecuencia de la COVID-19. Todos hemos sido forzados a un estado de resiliencia y Nomadland trata de arrojar un rayo de luz de esperanza. Es un recordatorio de que, si bien nuestros viajes pueden parecer diferentes, nunca estamos solos. Es un recordatorio de que podemos cambiar a cualquier edad, conocer gente nueva en el camino y saber que a quien sea que nos falte, lo veremos más adelante.

 

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