Cine en el aula (III): «El show de Truman»
Siguiendo los posts en los que proponemos algunas películas, injustamente olvidadas o no, para su análisis en las clases de secundaria, principalmente, hoy nos ocupamos The Truman Show, cinta estadounidense de 1998 dirigida por Peter Weir, escrita por Andrew Nicco. El filme está protagonizado por Jim Carrey en el papel de Truman Burbank, adoptado y criado por una corporación dentro de un espectáculo televisivo de realidad simulada que se centra en su vida, hasta que en última instancia, éste lo descubre y decide escapar.
Además del guión, la banda sonora y la dirección, en El show de Truman destaca la interpretación del protagonista principal (Jim Carrey), que, teniéndonos acostumbrados a papeles hiperbólicamente cómicos, realiza un trabajo actoral de contención y sorprende por su vena dramática, al igual que hacía Will Ferrell en Más extraño que la ficción.
El show de Truman se convirtió en un clásico contemporáneo casi desde el momento de su estreno. Su carácter visionario le confiere un estatus inusitado: en 1998 ya está adelantando el interés de la televisión por esas simulaciones de realidad que empezaban a despuntar con los programas Gran Hermano (el formato anglosajón data de 1997 y la versión española llega por primera vez en 2000). La película establece pronto un diálogo con el espectador mostrándole la tramoya de este formato: al inicio de la cinta, es como si viéramos el propio programa o un making of. A partir de ahí conocemos la historia de Truman, pero el director se encarga de recordarnos constantemente la mediatización entre nosotros y el protagonista, plasmada en los planos recogidos a través de cámaras ocultas, cristales tintados o cintas de seguridad. A medida que avanza la cinta no sólo vemos qué ocurren con Truman, sino también la reacción de los espectadores de ese programa, del que ahora nosotros también formamos parte. Por tanto, uno de los puntos interesantes de la reflexión de la película es esa naturaleza mediatizada y cómo entendemos y aceptamos el producto televisivo.
Conectándolo con los temarios académicos, El show de Truman encaja muy bien cuando en el temario de 3º de ESO y 1º de Bachillerato cuando en la literatura barroca se explica a Calderón de la Barca y La vida es sueño. El conflicto tiene varios puntos de enlace: en la obra de Calderón, la vida de Segismundo se verá alterada por un cambio de paradigma, no sólo una sino dos veces. En todo ello tiene mucho que ver el concepto de predestinación o libre albedrío, lo cual es en el fondo el tema principal de «El show de Truman». El enfrentamiento final entre Truman y el creador del programa, oportunamente llamado Cristoff, es en realidad un enfrentamiento entre el camino señalado y la libertad de elegir, pero también de equivocarse. Hay una serie de paralelismos religiosos que pueden explotarse también: cuando Truman reúne el valor suficiente como para hacer enfrentarse a su destino y huir de la isla, Cristoff le manda una tormenta de agua cual castigo bíblico. Cuando todos pensamos que Truman ha muerto a bordo, éste resucita casi milagrosamente para seguir su camino. Al llegar al final, Truman camina sobre las aguas…
La película de Peter Weir también puede, de alguna manera, ilustrar las teorías platónicas del mito de la caverna en Filosofía (bachillerato), como también puede hacer la popular Matrix. Aquí, el enfoque será el cuestionamiento de qué es la realidad y hasta qué punto la percibimos. Pero hay diversas y variopintas cuestiones que se pueden extraer también para asignaturas como Ética, Ciudadanía, Religión o Tutoría: se pueden debatir en clase temas como la legitimidad de la manera de actuar de Cristoff, la libertad de Truman, el sentido de la amistad o del amor de las personas que le rodean dentro de la ficción, la necesidad de morbo y la curiosidad del espectador, el placer del voyeurismo…
En suma, El show de Truman es una película fundamental que da mucho juego para la reflexión con los alumnos en diversas áreas. Os la recomendamos.
Filólogo, profesor en Secundaria, lector todoterreno, melómano impenitente, guionista del cómic ‘El joven Lovecraft’; bloguero desde 2001, divulgador y crítico de cómic en diversos medios (Ultima Hora, Papel en Blanco, etc.); investigador de medios audiovisuales y productos de la cultura de masas en RIRCA; miembro de la ACDC España.