Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

¿Cómo es que sabes quién eres? «20.000 especies de abejas» (Estibaliz Urresola Solaguren, 2023)

«20.000 especies de abejas» es el cautivador filme de Estibaliz Urresola Solaguren, en el que trata un tema candente aunque invisible en nuestro país desde los últimos años: la infancia trans. Estíbaliz no sucumbe al cliché tópico, creando con compasión y ternura un retrato veraz; complicado, pero no desalentador; amargo, pero no trágico; sobre la vivencia de miles de personas.

Una familia de origen vasco afincada en París —compuesta por el padre Gorka (Martxelo Rubio), la madre Ane (Patricia López Arnaiz) y tres hijos, la adolescente Nerea (Andere Garabieta), Eneko de 10 años (Unax Hayden) y Aitor, cuyo nombre sentido es Cocó (una fantástica Sofía Otero), de 8 años— no está atravesando el mejor de los momentos: Ane y Gorka están a punto de separarse y Cocó no se siente bien.

Ambas, madre (Patricia López Arnaiz) e hija (Sofía Otero), atraviesan una crisis de identidad compleja, pero sanadora

En ese contexto, Ane con sus niños decide regresar a su pueblo natal en Euskadi, dejando atrás a Gorka. Allí pasarán una larga estadía con su madre, Lita (Itziar Lazkano), con la que no mantiene una buena relación, por lo que no son unas vacaciones del todo relajantes. Lita desaprueba el modo en el que Ane está manejando sus finanzas, sus problemas maritales y la crianza de sus hijos. Ante su hostilidad, Ane se niega a recibir ayuda de su parte y se cree capaz de resolver todos sus problemas sola.

Ane es escultora y tras muchos años sin crear se adueña del taller de su padre, ya difunto y que también era un escultor de cierto renombre. A medida que Ane se enfoca en su trabajo, Cocó comienza a indagar lo que siente y comienza a hacer preguntas en voz baja a las personas que la rodean sobre el cuerpo y la identidad. “¿Cómo es que sabes quién eres y yo no?”, le pregunta a su madre. La libertad del campo podría haberle ofrecido un respiro a Cocó, si no fuera porque todos en su familia tienen opiniones al respecto de su apariencia o sus peticiones. Sin embargo, encuentra una aliada en su tía abuela Lourdes (una maravillosa Ane Gabarain), una apicultora que le toma la palabra cuando dice quién es y la anima a pensar en un nombre indicado para ella.

Nadie más le da importancia a que se refiera a sí misma en femenino o que no quiera ir a nadar a la piscina.  Ane ha estado criando a sus hijos para que crean que no existen los juguetes para niños o que el trabajo doméstico no es tarea de las mujeres, por lo que anima a su hija a ignorar tales incoherencias. “No hay cosas de niñas y cosas de niños”, insiste más de una vez, como uno de sus principios de crianza. A primera vista, es una postura encomiable, sin embargo, su negativa al binarismo se transforma poco a poco en una barrera para evitar hablar sobre la disforia de género que experimenta Cocó.

La primera vez que vemos sonreír a Cocó es cuando unos vecinos de su abuela tras mirar su larga cabellera felicitan a Lita por lo bonita que es su nieta

El guion es maravilloso y la atención meticulosa de la directora a los detalles es más que evidente a lo largo de la película. Su cinematografía es deslumbrante, asegurando un equilibrio entre el sol de verano y las sombras del pueblo, gracias a la directora de fotografía Gina Ferrer García. Son muy significativos los primeros planos y también el uso de paisajes y escenas de la naturaleza para resaltar la belleza y la fragilidad de la vida, en especial, la de Ana y Cocó. Finalmente, el diseño de sonido, a cargo de Eva Valiño, es intimista, casi como un susurro, delicado, pero con la suficiente fuerza como para que el repentino grito del nombre escogido mueva por fin a toda la familia.

Ojalá con el tiempo historias como la de «20.000 especies de abejas» llegarán a sentirse tan comunes dentro de las ficciones comingofage como la historia del primer amor o la búsqueda de independencia. Por ahora, contar con un poderoso testimonio de la importancia de dejar que cada uno pueda descubrir quién es desde la infancia es cuando menos esperanzador.

 

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