Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

El joven Sheldon: Recapitulación de la segunda temporada (I)

Ya medio recuperada de la pena por la finalización de una de mis series favoritas (The Big Bang Theory), me dispongo a animarme recreándome en su precuela, El joven Sheldon, que también tiene su encanto. Como cuando comience el curso me dedicaré al seguimiento de esta otra serie en su tercera temporada (y os recuerdo que ha sido renovada por otra más: la cuarta), creo conveniente hacer una recapitulación de la temporada 2 (de la temporada 1 ya fui haciendo los resúmenes de cada episodio). En esta primera entrada, me centraré en los episodios que van del 1 al 12 (ambos incluidos).

De estos primeros doce episodios destacaría algo que ya subrayé en The Big Bang Theory en relación a la evolución del personaje protagonista, Sheldon Cooper. Se trata de su progresiva evolución hacia un ser más amable, fomentándose su capacidad de empatizar, que en tan ínfimo nivel posee naturalmente, lo que aumenta, pues, el mérito de que sea capaz de desarrollarla (aunque solo sea un poquito). Así, ya en episodio 1 («Un zumbido agudo y ruedines»), su padre le hace comprender que, el que le vayan mal las cosas, esté cansado o tenga un mal día no le da derecho a pagarla con los que más le quieren. Y es que, tras tratar de arreglar un sonido en el frigorífico que nadie más que él oye (no siempre son provechosas las altas capacidades, ni siquiera las auditivas), queda tan desmontado que tienen que llamar a un técnico que les cobra una cantidad de dinero considerable. Como él ha sido el responsable del gasto, se encarga de recuperar dicho dinero, para lo que se convierte en repartidor de periódicos (no os perdáis su equipo de trabajo, ruedines, casco y carretilla incluidos). Sus esfuerzos diarios son los que le llevan al estado exhausto que agria su comportamiento y desemboca en la escena paterno-filial antes comentada. Su capacidad de empatizar y socializar también se pone de manifiesto en el episodio 12, cuando, tras haberse quejado y resistido a compartir la habitación de hospital (tienen que extirparle la vesícula biliar) con otro niño, termina preocupándose por él e incluso echándolo de menos.

En varios de estos episodios (concretamente en el segundo, séptimo y décimo), Sheldon se encuentra con su alter ego femenino, Paige, una niña tan inteligente o más que él. A Sheldon, que siempre se considera el más listo, no le resulta agradable la competencia que esta niña representa, aunque también pasa buenos momentos con alguien tan igual. Es una pena que Big Bang haya terminado sin que hayamos podido ver a Paige de mayor. Hubiese sido interesante, aunque quizá no tanto para Amy…

La temporada 2 incluye temas trascendentales como la fe. Aunque son varios los episodios de esta temporada en los que la parroquia, el Pastor Jeff o los feligreses están presentes (por ejemplo el 3, el 6 y otros que comentaré en la segunda entrada de recapitulaciones de esta misma temporada, que abarcará los episodios 13 a 22), de entre ellos destacaría el tercer episodio («Una crisis de fe y pulpos extraterrestres») porque resulta realmente interesante y enternecedor. Lo primero porque recoge algo que nos ha podido pasar a muchos creyentes, que es la incomprensión de la existencia del mal y el dolor. En este caso, Mary, que se muestra siempre tan firme en la fe, refleja sus dudas como reacción ante la muerte de una niña en un accidente de tráfico. El episodio resulta enternecedor porque, a pesar de que Sheldon siempre se muestra como no creyente, en esta ocasión, ve sufrir a su madre por su vacío espiritual y decide ayudarle a recuperar sus creencias. El razonamiento que plantea Sheldon a su madre es tan lógico, que podría convertir a cualquier ateo; le plantea que la precisión del universo es tan perfecta, que resulta lógico pensar que tiene que haber un creador de la misma. A ello añade que de entre cinco mil millones de personas que existen, ella es la madre perfecta para él, y eso igualmente tiene que responder al plan de un creador. ¡No me digáis que no es bonito!

Pero Sheldon es Sheldon, y sigue con rarezas para el resto de los mortales, tales como preferir los días de colegio a los findes, y tratar de compensar el desajuste «divirtiéndose» llevando las cuentas de la familia. Organizando y clasificando las facturas, descubre, además, un gran secreto entre su padre y su abuela: su padre tuvo que pagar una multa de tráfico a su abuela porque (supuestamente) iba conduciendo borracha; ésta, a cambio, guardaría el secreto del padre de haber orinado en el jardín de la parroquia las cervezas que había colado anteriormente en una merienda (lo que podría desatar -sin lugar a dudas- la ira de su cuadriculada y súper-respetuosa esposa). Pero, a pesar de las obvias diferencias entre Mary y George (padres de Sheldon), son muchos los episodios que los presentan como una pareja bien avenida, como puede comprobarse, por ejemplo, en el séptimo y el noveno.

Aunque el protagonismo de Sheldon es evidente a lo largo de toda la serie (y no es extraño, pues ésta lleva incluso su nombre como título), en esta temporada también ha tenido cabida el lucimiento de otros personajes secundarios brillantes, como es el caso de Missy, la hermana gemela de Sheldon. Por ejemplo, en el quinto episodio, se lleva a cabo un estudio comparativo entre gemelos que la deja en muy buen lugar a distintos niveles; y en el undécimo es capaz de dejarnos con la duda de si realmente ALF existe. George, el hermano mayor de Sheldon, a pesar del personaje tan desastroso que suele encarnar, parece que va encontrando su vocación laboral, hasta el punto que deja de lado su faceta futbolística (para disgusto de su padre). Y Meemaw, aunque sigue desmarcándose del papel de la típica abuelita de los cuentos infantiles con sus «travesuras», también muestra su faceta más entrañable al reconocer que echa de menos a su difunto esposo y ser capaz también de declarar el amor que siente por John, el adorable Dr. Sturgis, presente en varios de estos episodios también de manera estelar.

Como vemos, esta docena de episodios están llenos de un surtido de temas, situaciones, diálogos, etc. que no dejan a nadie indiferente, y que incrementan nuestras ganas de seguir resumiendo la otra mitad de la segunda temporada, que presentaré en agosto, Dios mediante. Hasta entonces, felices vacaciones a todos.

 

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