Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Entre lo místico y lo humano: «Penny Dreadful: City of Angels» (Showtime, 2020)

Confieso que Penny Dreadful es mi serie favorita. Los motivos son varios aunque el primero de ellos tiene un nombre propio: John Logan que, como ya escribí hace tiempo, forma parte de mi particular liga de guionistas extraordinarios. Así,  en las tres temporadas de la serie que tenía a Vanessa Ives como centro alrededor del que orbitaban los personajes  de cada una de las temporadas de la antología, Logan mostró su maestría en la construcción de los viajes de cada uno de los integrantes de este particular mundo entre poético y sórdido que era el Londres victoriano en el que coincidían los monstruos más diversos de forma orgánica y natural. Un trabajo de adaptación magistral y milimétrico es la definición que debemos hacer de Penny Dreadful como también lo es su puesta en escena con una clara apelación al bagaje cultural de las audiencias y también a su emotividad. Y es que, aparte de ser mi serie favorita, a la que entre unos cuantos colaboradores dedicamos en su momento un seguimiento semanal, creo que es la serie con la que más he llorado en sus momentos finales. Pues bien, todos estos elementos se vuelven a dar en lo que se ha dado en llamar  más que equivocadamente spin-off de la serie de 2014-2016, Penny Dreadful: City of Angels, producida por Showtime, estrenada el 26 de abril y con una duración de 10 episodios la mayoría de ellos escritos —como suele ser casi siempre— por Logan.

Los personajes de la serie en una fotografía que ya es una constante de las temporadas previas

Un campo de cultivo trabajado por hispanos se ve alterado por dos presencias perturbadoras, la Santa Muerte y su «hermana» Magda. Una es la que se lleva las almas y los cuerpos de la gente a la que le ha llegado su hora, la otra es la que propicia la violencia o pone en evidencia las miserias humanas más escondidas. Un incendio provocado por Magda destruirá a todos los trabajadores aunque la Santa Muerte solo se llevará a uno de ellos. Un niño, Tiago, el único que puede ver a esta figura, intentará que no se lleve a su padre. La Santa Muerte lo impide marcándole en el pecho. Este comienzo tremendamente intenso y con una puesta en escena espectacular es el punto de partida de Penny Dreadful: City of Angels, cuyos dos primeros episodios llevan la firma del sevillano Paco Cabezas quien también va a constar como productor de la serie. La serie sitúa su argumento en Los Ángeles en 1938, años después de la introducción a la que nos hemos referido en que Tiago Vega (Daniel Zovatto) es el único detective hispano de la policía de la ciudad y debe investigar junto a su compañero Lewis Michener (Nathan Lane) el asesinato de una familia cuya escenificación apunta a un ritual mexicano.

Los detectives Tiago Vega (Daniel Zovatto) y Lewis Michener (Nathan Lane)

La premisa argumental conduce de manera directa a la resolución de un asesinato, un thriller presentado a las audiencias con los tópicos de todo film noir ubicado en Los Ángeles de finales de los años 30, un momento en que la ciudad intentaba constituirse como ciudad moderna en la costa oeste de los EE.UU. Una ciudad formada por una amalgama racial  y cultural en constante pugna, donde los intereses económicos turbulentos suponían el florecimiento de intereses políticos ocultos y, finalmente, un momento en que el nazismo se había trasladado al país a través bien de intelectuales judíos obligados a exiliarse bien de científicos en el sentido más amplio del término que se instalan en un país que es sinónimo de prosperidad. En definitiva, Penny Dreadful: City of Angels recoge en su desarrollo argumental y en su estética todos las constantes genéricas y, como no puede ser de otro modo, sus personajes. Constantes de género que van a tener, además, la clara funcionalidad de mostrar a las audiencias en entorno social de la época muy alejado de la imagen del glamour sórdido de películas como Sunset Boulevard (BIlly Wilder, 1952) L.A. Confidential (Curtis Hanson, 1997), del remake de la serie  Dragnet creada por Dick Wolf (AMC, 2003-2004)) o de videojuegos como L.A.Noire (Rockstar Games, 2011) donde la violencia suele ser «de puertas adentro». Y es que la violencia en Penny Dreadful: City of Angels está en el ambiente, uno  de sus innumerables aciertos.

El doctor Peter Craft (Rory Kinnear) en la playa en un encuentro con Elsa (Natalie Dormer)

De este modo, tres van a ser las líneas que desarrolla la serie que ya ha alcanzado el ecuador de su emisión. La primera, centrada en  las luchas raciales entre los hispanos (la familia Vega, especialmente Raúl interpretado por Adam Rodríguez) y las autoridades estadounidenses a las que no son ajenas las bandas callejeras, los pachucos (Mateo Vega encarnado por Jonathan Nieves) ni tampoco la desubicación identitaria de Tiago Vera. La segunda,  la trama política protagonizada por el ambicioso concejal Charlton Towsend (Michael Gladis) quien va a unirse por intereses personales a la creciente y rica comunidad nazi  con la consiguiente preocupación de la comunidad judía simbolizada en el detective Lewis. Y, finalmente, la historia del doctor Peter Craft (Rory Kinnear) quien, de forma abierta y casi lúdica, realiza marchas pro-nazis bajo el lema de «America First» ante la aceptación de la población. Esta cotidianeidad argumental va a resultar atemporal ya que las audiencias pueden trasladar fácilmente sus conceptos a la contemporaneidad. Una cotidianeidad que nos muestra a la ciudad como contenedor de personajes, una primera faceta del título de la serie: City of Angels , es decir, LA.

La Santa Muerte (Lorenza Izzo)

¿Pero qué sucede si a esta cotidianeidad se incorpora una intervención mística  en el sentido más amplio del término? ¿Qué sucede si los representantes de cada uno de los grandes bloques argumentales tiene un «ángel» (positivo o negativo) que interfiere en la acción? Pues la respuesta es simple: la organicidad más pura en la incorporación de lo fantástico en un género que no se asimila, en un principio, al horror. De ahí que comente al principio de este post que Penny Dreadful: City of Angels no es un spin-off sino un producto con una personalidad propia. Y de nuevo volvemos a los primeros minutos de la temporada en la que asistimos a la pugna entre la Santa Muerte (Lorenza Izzo) y su hermana Magda (Natalie Dormer). Independientemente de la aparente confrontación de personalidades o de hipotéticas dicotomías entre el bien y el mal (la Santa Muerte va vestida de blanco y Magda de negro), la tradición y la modernidad (el culto a una Santa Muerte inspirada, como afirma Paco Cabezas, en la Virgen de la Macarena  y que a veces nos recuerda físicamente a nuestra admirada Vanessa Ives; y el traje de cuero de una Magda que recuerda en algunos momentos a una furiosa Madame Kali) cuya resolución no conoceremos hasta el final de la temporada, la presencia real o intuida de ambas es evidente en la serie.

Magda (Natalie Dormer) adquirirá distintas personalidades en la serie

Mientras la Santa Muerte solo ha aparecido en situaciones más o menos positivas o cercanas a la empatía para las audiencias (la sanación de Raúl Vega por las peticiones de su madre María) y su actuación definitiva así como su relación con Tiago todavía están por ver, quién ocupa el centro de atención es, sin duda, Magda, un personaje que puede desdoblarse y encarnarse de manera distinta de acuerdo con las situaciones de los personajes que muestran, de una manera o de otra, una debilidad, tienen algo que ocultar o pueden protagonizar acciones violentas. Para todos ellos será una presencia tentadora y susurrante que lo único que hará es, en realidad, verbalizar instintos y miedos de los personajes con los que se relaciona; así sucede con su encarnación de Elsa para el doctor Craft,  con la  dirigente «hispano-sevillana-pachuca» Río como instigadora de Mateo Vega y, finalmente, como Alex,  la gurú política y jefa de gabinete del concejal Townsend. En ambos casos, lo fantástico sirve para evidenciar que todos los monstruos son humanos; bueno, que pertenecen a la «raza» humana. Acompañando a esta espiritualidad místico-fantástica encontramos a la evangelista y mediática Sister Molly Finnister (Kerry Bishé), inspirada en la figura de la creadora de la Fourthsquare Church Aimée Semple McPherson quien utilizó la propaganda radiofónica y el espectáculo como mecanismo esencial de predicación, cuya relación con el mundo de lo esotérico y diabólico parece que está empezando a insinuarse. Un personaje más que interesante y que es, en cierto modo, el nexo de conexión entre los dos mundos.

Sister Molly (Kerry Bishé) en una de sus actuaciones para su congregación

Como he comentado, Penny Dreadful: City of Angels se encuentra justo en el midpoint de las historias particulares que se entrecruzarán, que desarrollarán las ya de por sí complejas relaciones entre los personajes y que definirán la funcionalidad de lo fantástico en cada una de ellas y en su globalidad (en la que probablemente asistamos a un enfrentamiento entre las dos hermanas como final bosses). En cualquier caso, la serie es realmente espectacular en cuanto a la escritura del guion de John Logan (episodios 1-4 y 7-10) acompañado por José Rivera (episodio 5) y Vinnie Wilhelm (episodio 6 quien también participó en la serie The Terror, Infamy) y a su puesta en escena. De este modo a la dirección de Paco Cabezas (que ya participó en la tercera temporada de Penny Dreadful y, además de sus películas, colaboró en la serie The Alienist) se unen Roxann Dawson (The Americans, House of Cards), Shanee Folkson (American Horror Story) y Sergio Mimica-Guezzan (The Medici, Falling Skies); un elenco de directores experimentados en el género cuyo trabajo forma un todo con la dirección de arte de María Caso (Fear the walking dead) y la de fotografía de John Conroy (quien colaboró con Logan en anteriores entregas de la serie). Por todo ello, Penny Dreadful: City of Angels es, sin duda, una de las series más destacables de 2020. De imprescindible visionado.

 

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