Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Esperando el relámpago: «Enlightened»

Lo sé, llego tardísimo a esta serie. Se canceló en 2013 y no ha vuelto a haber noticias de ella. Nadie pide su regreso en las redes sociales. No ha sido trending topic ni hay camisetas o tazas con el nombre de su protagonista. Nunca había oído a persona alguna hablar de ella fuera de los foros especializados en televisión por cable. Y sin embargo, ha merecido la pena. Aunque solo fuera por revisitar papeles anteriores de la finalmente oscarizada Laura Dern, que en 1992 y 2015 se quedó con las ganas, pero este año se llevó la estatuilla a casa.

Dern ha trabajado en el cine de forma constante y con bastante buen criterio desde los años ochenta, pero Mujercitas e Historia de un matrimonio ha han puesto en primer plano de nuevo en los últimos meses. En el mundo de las series, Big Little Lies (HBO, 2017-  ) nos ha permitido deleitarnos con su fuerza gracias al personaje de Renata Klein. Atrás habían quedado interpretaciones que pasaron sin demasiado ruido, y el producto que me trae hoy aquí es uno de ellos.

Enlightened (Iluminada) tuvo dos temporadas en HBO. Se estrenó en octubre de 2011 y la cadena firmó su certificado de defunción en marzo de 2013. Sigue disponible para suscriptores y buceando con el mando de distancia he podido rescatarla y disfrutarla… o no. Porque Enlightened no es una narrativa fácil ni que se pueda catalogar con una palabra o dos. De hecho, varias semanas después de haber terminado de verla, continúo esperando ver la luz. No sé todavía si debo odiarla o amarla; si la mujer encarnada por Dern, Amy Jellycoe, es una heroína o todo lo contrario. Ahí está la clave del asunto.

La premisa de esta serie creada por Mike White, que también hace el papel del tímido informático Tyler, es la siguiente: Amy es una ejecutiva en una gran empresa de California y, agobiada por el estrés laboral y por una relación clandestina con un compañero de trabajo, sufre una crisis nerviosa. Después de varios meses en una clínica de tratamiento holístico (desintoxicación, meditación, terapia de grupo, naturaleza, etc.), vuelve a su lugar de origen. Día tras día, su nuevo estado zen chocará con la realidad de las grandes corporaciones capitalistas, dispuestas a devorar a quien sea con tal de obtener beneficios.

En la primera temporada de Enlightened dominaba el humor ácido. El choque entre la nueva Amy y sus antiguos colegas, sus supuestas amigas y su solitaria madre (interpretada magistralmente por la madre de Dern en la vida real, Diane Ladd) mantenía una tímida sonrisa en los labios. Los episodios eran un cruce entre parodia del pensamiento new age y crítica a la vida acelerada en los grandes centros urbanos de poder y economía. Amy estaba descolocada –como lo estaba el público espectador con ella– y la sensación de pez fuera el agua era constante.

El cliffhanger con el que White cerró la primera entrega hizo que la serie diera un giro radical. El foco, que hasta entonces estaba siempre sobre Amy, se desplazaba de vez en cuando, con episodios completos dedicados a personajes que parecían secundarios. Además, ella identificaba la misión de su vida después de años de búsqueda: convertirse en whistleblower al estilo Asssange, Snowden o el Garganta Profunda del Watergate, denunciando los tejemanejes financieros de los dueños de la empresa para la que ella misma había trabajado durante quince años.

A lo largo del proceso que vemos en Enlightened, Amy no deja de ser el personaje central, si bien comparte algo de espacio en el segundo año, como se ha dicho. Sin embargo, la serie es ella, y sin ella no hay historia. Por eso es tan curioso que sea una figura que genere tan poca simpatía (a pesar de que en la era del #MeToo algunas han querido reivindicarla como pionera en decir verdades sobre el acoso laboral). Amy se excede en todo lo que hace. Es obsesiva, egocéntrica, necesitada de atención y cargante en el trato. También es optimista, hábil consiguiendo sus objetivos a través de los demás, afectuosa y educada. Es la clase de personaje que en 2013 Emily Nussbaum descubría como nuevo tipo femenino en la televisión del siglo XXI: el colibrí, cuyo máximo exponente en la ficción aún en pantalla (por poco tiempo) sería Carrie Mathison en Homeland y cuyo antecedente más radical fue Diane Chambers en Cheers. Mujeres inteligentes, intensas, a quienes siempre se acaba acusando de histéricas, agentes de su propia vida pero no perfectas, atractivas pero también repelentes en ocasiones.

El vuelco narrativo de Enlightened a partir del episodio once no fue fácil de asimilar. La segunda temporada sería otra serie si Laura Dern no siguiera en ella. Se agradeció el desarrollo de personajes masculinos que eran más bien planos al principio, como el exmarido de Amy, Levi (Luke Wilson), o su jefe, Dougie (Timm Sharp). Su relación con el periodista a quien le filtraba la historia sobre los delitos de sus superiores, Jeff (Dermot Mulroney), no acabó de cuajar del todo en pantalla. La trama pasó a centrarse en la denuncia del fraude y en Amy como activista antisistema, a pesar de que ella no evolucionó tanto como para convertirse en lo que se suponía que era. El desenlace fue interesante, con un par de escenas de justicia poética que pudieron ser reflejo de un estado de ánimo ciudadano cuando la crisis de 2008 daba sus últimos coletazos.

Con todo, esta producción de HBO es un material desigual que, desde mi punto de vista, tiene dos puntos fuertes fundamentales: su posible resignificación en la era Trump (el papel del periodismo y la necesidad de contrastar las noticias tienen gran importancia) y, sin lugar a dudas, la enorme Laura Dern. Su implicación en la serie fue más allá del protagonismo para alcanzar la co-creación junto con White y la producción ejecutiva, lo cual deja claro su compromiso con el agridulce personaje de Amy Jellycoe. Su trabajo de interpretación tiene todos los matices necesarios para hacer de ella un colibrí complejo, dulce y molesto a un tiempo, pero interesante de observar en ese hábitat que ella desea modificar a base de meteduras de pata.

 

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