Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

‘Fear The Walking Dead’: muerte en las aguas (Recap. 1-4 T2)

Los muertos no dan tregua. Apenas terminada la última temporada de The Walking Dead, se daba paso a la siguiente andanada de capítulos del spinoff Fear The Walking Dead. Como anunciábamos en el cierre de los anteriores recaps, el final de la temporada anterior ya nos daba una pista sobre por dónde irían los tiros. En esta segunda temporada, los personajes inician su aventura a bordo del Abigail, el barco que el misterioso Strand ha dispuesto para huir de la barbarie zombi en Estados Unidos. El pequeño espacio del que disponen los personajes (que nos recuerda a otra serie que se desarrollaba en parecidas circunstancias, la española El barco), encerrados en una embarcación en alta mar, es una muestra más de que la idea de los guionistas era profundizar en las relaciones interpersonales antes que ir por derroteros de acción.

En los cuatro episodios emitidos hasta el momento, la serie no ha dejado de subir el listón sobre las expectativas que tenía. En el primero de ellos, «Monster», la serie vuelve a ubicarse de cara al espectador, atendiendo a los conflictos entre personajes, el principal de los cuales es el del enigmático Strand, el dueño del barco y cuyo destino no parece muy claro, ni siquiera si es realmente de fiar. Por otra parte, están las agrupaciones de personajes: los Salazar, y la familia de Travis, que, rota literalmente ya de por sí (como vimos en el desenlace de la primera temporada), ahora tiene que lidiar con las consecuencias de esa ruptura, sobre todo entre Chris y su padre. En este episodio, como en la mayoría de los siguientes, el dilema ético vendrá a través de si es conveniente o no ayudar al resto de supervivientes, problema planteado aquí por la relación que establece Alicia con un superviviente en tierra a través de la radio.

En el segundo episodio, «We All Fall Down», los personajes realizan una incursión a tierra gracias a una efímera señal lumínica que detectan en una casa de la costa. Allí encuentran a una familia de supervivientes decidida a permanecer en sus tierras hasta el final. Pero no es oro todo lo que reluce y lo que parece ser una decisión consensuada no es más que el miedo ejercido por el cabeza de familia contra el resto de miembros: su idea es, llegado el momento, el suicidio colectivo. La charla sobre el apego a la tierra y el carácter casi sagrado de permanecer en la tierra que te ha visto crecer termina siendo un discurso enfermiza que termina extraordinariamente mal: con uno de los hijos de esta familia tomando las pastillas de suicidio por error, convirtiéndose en zombi y matando a su progenitora. El grupo no puede más que batirse en retirada y no puede salvar al resto de la familia, que ya ha decidido su destino. El episodio tiene un detalle técnico que juega con las expectativas del espectador en un engañoso juego de planos que nos recuerda a algunas secuencias de Lost: unos contraplanos en la playa de los niños jugando en la arena y unos zombis aproximándose a ellos, donde la cámara hábilmente escamotea el hecho de que hay una valla entre ellos y que sólo se descubre al final.

El tercer episodio, «Ouroboros», vuelve a incidir en el mismo detalle. Los personajes avistan un montón de maletas esparcidas en la playa, fruto de un accidente de avión (el del vuelo del spinoff en webisodios Fear The Walking Dead: Flight 462), y van a por provisiones mientras el barco es reparado. Aquí, los personajes más destacados son Chris y Nick. El primero, que parecía haberse habituado a matar no-muertos en el episodio anterior, debe aquí terminar con la vida de un superviviente que tiene la columna rota, y parece entender que la vida y la muerte no son factores tan sencillos como creía. Nick, en cambio, se ve obligado a reaccionar ante una oleada de zombis y descubre que si se camufla como uno de ellos, éstos no le detectan. Con todo, una vez de vuelta al barco, con dos nuevos supervivientes (personaje del spinoff mencionado), su camino vuelve a separarse enseguida, pues Strand no acepta nuevos pasajeros y se ven obligados a abandonarlos a su suerte. La ética, parece decirnos el capítulo, no puede existir en un mundo abocado al homo hominis lupus est.

Y finalmente llegamos al cuarto episodio, «Blood in the streets», emitido este domingo. La tensión ha ido creciendo espectacularmente a lo largo de esta temporada, y éste posiblemente es el mejor de la tanda. Los acontecimientos se precipitan cuando llegan al Abigail los supervivientes con los que Alicia había hablado por radio. Al mismo tiempo, por primera vez, la serie utiliza una serie de flashbacks para entender las motivaciones de Victor Strand y que conozcamos algo más a qué juego está jugando. Esas retrospecciones buscan también alternar el ritmo trepidante y la tensión que vivimos en la trama presente. ¿Cómo sabía el grupo de invasores los nombres del grupo de Travis y para qué quieren a éste y a Alicia? ¿Qué ocurrirá ahora que  el grupo se ve separado y en peligro? Lo seguiremos viendo en posteriores recapitulaciones.

 

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