Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

La palabra y la memoria: el cine de Sarah Polley

Muchos han sido los actores que ha reconvertido su trayectoria como directores de renombre. Clint Eastwood, Ben Affleck, George Clooney o Mel Gibson son unos de los nombres que destacan con extensas filmografías detrás de las cámaras. En este sentido, bajo el mantra “si no te dan trabajo, créalo tú misma”, también han sido muchas las actrices que han decidido contar sus propias historias y aportar una mirada diferente: desde Julie Delpy hasta Angelina Jolie pasando por las recientes voces de Greta Gerwig, Olivia Wilde o Emerald Fennell. Así, los actores/directores deben encontrar la forma de combinar sus dos roles a ambos lados de la pantalla demostrando una sensibilidad diferente respecto al proceso de creación, la manera de encarar el texto del guion y la comunicación con los intérpretes que el resto de directores. En este contexto se enmarca Sarah Polley, quien se ha convertido en una de las cineastas más relevantes del panorama independiente actual. Gracias a su último largometraje, Women Talking (2022), Polley también se consolidad dentro del terreno de las grandes ligas de la industria al obtener una nominación a Mejor Película y ganar el merecidísimo galardón a Mejor Guion Adaptado. Hoy hacemos un repaso/homenaje a su filmografía y a su estilo como cineasta.

Nacida en Toronto en 1979, Sarah Polley inicia su carrera interpretativa a muy temprana edad. Considerada una estrella infantil en su Canadá natal, a los 8 años haría se debut como Ramona Quimby, la protagonista en la serie de televisión que adaptaba la colección homónima de libros juveniles. Mientras su primer largometraje fue en 1988 en su aparición en Las Aventuras del Barón Munchausen de Terry Gilliam, Polley continua en la ficción canadiense con su papel en la soap opera de época Road to Avonlea, la que protagonizó desde 1990-1994. Su reconocimiento en la edad adulta fue en sus dos colaboraciones con Isabel Coixet, Mi Vida Sin Mi (2003) y La Vida Secreta de las Palabras (2005), por las que se la consideró como una de las futuras promesas de la interpretación del momento. Durante su filmografía también destacan films de ciencia ficción como el remake de Dawn of the Dead (2004) de Zack Snyder, Mr. Nobody (2009) o Splice (2009) junto a Adrien Brody, el que fue su último trabajo delante de las cámaras.

«Im’ not all gone… I’m just going», le dice Fiona a Grant antes de ingresar en la residencia

En 2010 anuncia su retirada del mundo de la interpretación en un momento álgido de su carrera debido a que, como ha reiterado en numerosas ocasiones, no se sentía cómoda con la imagen que se esperaba de ella como actriz joven en Hollywood y no le gustaba el ambiente de desprecio hacia las mujeres en la industria. A partir de ese momento, Polley centra su trayectoria exclusivamente como cineasta y guionista a los márgenes de Hollywood apoyando y apostando por la producción independiente canadiense. Al sentirse poco atraída por el glamour ni la vida bajos los focos, todas las conscientes decisiones de Polley sobre cómo afrontar su trayectoria afectan a su creatividad y a la manera de plantear su discurso. En definitiva, una forma de hacer activismo desde su país.

Sarah Polley debuta en la dirección con Away From Her en 2006, por la que obtuvo su primera nominación al Oscar a Mejor Guion Adaptado. Basada en la historia corta de Alice Munro, The Bear Came Over the Mountain, la trama sigue a Fiona (Julie Christie) y Grant (Gordon Pinsent), un matrimonio de sexagenarios cuya existencia se ve truncada por la pérdida de memoria de ella. Mientras Fiona es diagnosticada con Alzheimer, Grant asiste a la paulatina degeneración de su esposa quien, voluntariamente, se traslada a una residencia geriátrica. La historia gira entorno a cómo Grant se enfrenta a la enfermedad a la vez que Fiona no es consciente de sus acciones. La memoria, pues, se establece como uno de las temáticas predilectas de Sarah Polley desde su ópera prima. A partir de una historia sobre el Alzheimer y la vejez, se muestra una mirada acerca de los caprichos de la memoria y sobre la condición del pensamiento libre. Fiona recuerda de manera selectiva momentos de su vida pasada, así como de su vida reciente, que desubican a Grant – y al espectador – en un retrato sobre el matrimonio, la soledad y la pérdida de identidad. Cada vista de Grant supone un paso hacia atrás en su vida construida con Fiona, pero un paso hacia adelante para esta última para quien, los recuerdos – y la carencia de ellos- no le impiden reconstruirse a sí misma. Una reconstrucción que oscila entre la consciencia y la inconsciencia. Así, la película se puede leer como una preciosa historia sobre las segundas oportunidades más allá de los 60 que, como toda la filmografía de la directora, se vislumbra un rayo de esperanza al final del camino. En este debut, la mirada de Polley es trasparente dejando que la historia se desarrolle frente a la cámara concentrando la emotividad en los silencios y en aquello que se entreve entre las palabras. Una emotividad que también se refleja en sus siguientes proyectos.

En «Take This Waltz», Margot y Daniel mantienen un enamoramiento platónico que cuestiona los límites entre la fidelidad y la infidelidad

En contraposición a la exploración del matrimonio en mayores de 60 años, tenemos a la pareja joven de su próxima película: Take This Waltz (2011). La trama sigue el romance platónico entre Margot (Michelle Williams), una joven casada, y su nuevo vecino Daniel (Luke Kirby). Durante el transcurso de la película, asistimos a los diferentes encuentros entre ambos, mientras Margot se siente culpable por estar contemplando la posibilidad de cometer adulterio. Así, la temática del film se mueve en torno a la infidelidad y al deseo a través del contraste entre la monotonía de la vida en matrimonio y la libertad de la atracción pasional. Siendo un guion original de Polley, la película recuerda por momentos al tono y dilemas de Mi Vida Sin Mi, pero con un enfoque más agridulce. Take This Waltz – cuyo título proviene de la canción de Leonard Cohen – es, tal vez, el film menos conformista con el espectador. Lo interesante de la cinta es la forma de abordar el punto de vista y a la protagonista y sus decisiones. Polley no muestra a Lou (Seth Rogen), el marido de Margot, como un esposo negligente, sino todo lo contrario. La complicidad de la pareja y los gestos diarios determinan gran parte de la narración. Michelle Williams da vida a una protagonista que parece “no tomar las decisiones correctas”. ¿O sí? Todo depende de cómo se mire. Así, Polley enfrenta al espectador contra sí mismo y su moralidad (¿una moralidad social impuesta quizás?) para explorar los límites de la infidelidad, la monogamia y de la sinceridad en la pareja. Todas temáticas complejas que la cineasta pone a debate.

En este sentido, su tercer largometraje es el más revelador en su intención de reflexionar sobre la identidad y el trauma. Stories We Tell (2012) es la primera incursión de la directora en el terreno del documental donde intenta realiza una radiografía lo más completa posible de su familia; es especial, de su madre que falleció cuando Polley era niña. Así, asistimos a testimonios – entrevistas que se convierten en interrogatorios – que cuentan sus recuerdos acerca de Diane para desentrañar los motivos de la infidelidad hacia su padre, que fue uno de sus mayores secretos. Más allá de indagar sobre la relación de familia, el documental también supone una crónica encubierta sobre la identidad de la cineasta quien forma parte de la historia de manera indirecta. Asimismo, la narración también se plantea cuestiones acerca de la realidad desde una perspectiva poliédrica donde aquello que cada uno recuerda es variable y, en consecuencia, un relato. Un relato sobre la verdad que contrapone “el ser” vs “el recordar” y en el que se (re)interpreta el pasado. Polley reflexiona, pues, sobre la esencia del storytelling y sobre la contradicción que la cámara esconde y, a la vez, no puede esconder.

En «Stories We Tell», la propia Polley se convierte en uno de los ejes involuntarios de la narración y del discurso profílmico

Trágicamente, en 2015 Polley sufrió una lesión grave cuando un extintor le golpeó la cabeza forzándola a abandonar temporalmente su trabajo. El traumático accidente le supuso un fuerte impacto debido a la posibilidad de no poder continuar con su carrera y su vida normal a consecuencia de daños neuronales que le provocaban migrañas y sensibilidad a la luz y al ruido. Una impresión que la llevó a una larga recuperación y a enfrentarse a retos inesperados. A raíz de esto, escribe el libro Run Towards the Danger: Confrontations with a Body of Memory, donde recoge sus experiencias acerca de varios eventos y los analiza desde un punto de vista psicológico, emocional y personal. Otra prueba más de la necesidad de Sarah Polley en expresar/materializar lo vivido y desentrañar el origen del trauma.

Su próximo proyecto estrenado en 2017 es la adaptación del libro de Margaret Atwood de 1996, Alias Grace. Polley firma el guion de los 6 episodios de la miniserie de Netflix – dirigida por Mary Haron – en la que llevaba trabajando 20 años. Contando con la aprobación de la propia Atwood, quien se mostraba reticente a ceder los derechos, la trama nos ubica a mediados del s.XIX en el juicio de la joven Grace Marks quien es acusada de asesinar a su empleador. A través de unas sesiones psicoanalíticas, Grace reconstruye los hechos aludiendo a que no recuerda lo que sucedió. Así, se establece un diálogo entre la necesidad de la memoria para definir nuestra identidad y la opresión de la mujer y su naturaleza. Alias Grace es otro ejemplo de la voluntad de Polley por reflexionar sobre la libertad de juicio, el trauma y los recuerdos para delimitar la consciencia a partir de un estudio de personaje y la mezcla entre psicología y espiritualidad.

Sarah Polley dirige a Rooney Mara, Judith Ivey y Claire Foy en el set de «Women Talking»

Así, llegamos a Women Talking (2022), tal vez, el proyecto más ambicioso de Polley por su envergadura de producción y también por su contundencia. Adaptando la novela homónima de Mirian Toews, la historia se centra en una congregación religiosa donde, tras décadas de sufrir agresiones violentas por parte de los hombres, las mujeres se reúnen para decidir su destino en la comunidad: quedarse, quedarse y luchar o irse. La acción, que se sucede en una noche, enmarca las diferentes perspectivas de las mujeres quienes comparten sus experiencias y pensamientos, a la vez que plantean cuestiones relevantes acerca de la fe, la libertad, la culpa, la ira, los prejuicios y el perdón. Precisamente, el film es una declaración de intenciones donde se establece un claro discurso político-social que gira en torno a la memoria traumática y a la necesidad de hablar de ella, y sobre todo, la necesidad de escuchar. Así, Polley remarca el énfasis en la palabra y en el pensamiento en sus diálogos para incitar un debate social sobre el futuro de las políticas de género a través de sus personajes.

Tal como la directora afirma, “Where there’s trauma, your memory hides things from you”. Women Talking es una experiencia colectiva e íntima y la culminación de una filmografía que se construye de manera intelectual y emotiva. Siendo la más refinada de todos sus proyectos, el desarrollo de la producción también refleja la profesionalidad y ética de trabajo de Polley a la hora de plantear un rodaje. Un rodaje intenso que supuso muchas horas de repetición de tomas con largos monólogos – una escena de Claire Foy se tuvo que repetir unas 100 veces, según sus declaraciones – y la cobertura de todas las perspectivas. Así, el trabajo coral y la comodidad del set es una prioridad para la directora.

A través de sus películas, Sarah Polley hace dialogar el discurso sobre la memoria y la importancia de la palabra como medio catártico. Un diálogo que no solo ejecuta dentro de sus propias películas, sino que implica necesariamente al espectador. El recuerdo, el trauma y su estrecha relación con la identidad se convierten en el eje vertebrador de su filmografía en la que despliega una mirada limpia y genuina, pero contundente sobre problemáticas sociales y tabús sistémicos. De este modo, a pesar de la aparente incomodidad de sus temáticas, la mirada esperanzadora de Polley sabe apreciar la belleza en el hecho de que la vida continúa.


CONVERSACIONES CON SARAH POLLEY:

Para conocerla un poco más

Take This Waltz 

Stories We Tell 

Women Talking

 

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