«Psycho Pass: First Inspector» (2020): las claves para la cuarta temporada
El 27 de marzo, Prime Video emitía Psycho-Pass: First Inspector, calificada como de secuela de la tercera temporada de la serie y presentada como una película dividida en tres partes: «Ziggurat Capture» (1 y2) y «Rainy Day». Lo cierto es que los títulos de los episodios marcan las dos grandes secciones de la entrega que tendrán como base argumental la toma del Ministerio de Salud Pública por parte de un comando liderado por Koichi Azusawa, un viejo conocido de los espectadores (aunque a veces nos cueste a todos un poco, o bastante, recordar los nombres de los personajes) y que no es otro que el del hombre de Bifrost en la sombra —además de otras muchas conspiraciones— encargado parcialmente de reclutar al inspector Kei Mikhail Ignatov como «First Inspector», es decir, como infiltrado de esta organización en los cuerpos de seguridad.
De este modo, es cierto que este nuevo producto es una secuela de la temporada, pero sorprendentemente va a trazar nuevas líneas argumentales que, sin duda, van a provocar nuevos rumbos en la anunciada cuarta entrega de Psycho-Pass. Como se ha comentado, First Inspector tiene como eje vertebrador el asalto al Ministerio de Salud Pública. De manera lógica, su desarrollo va a centrarse en la acción pura y dura en un esquema prototípico de toma de rehenes que deben ser liberados por los agentes del orden público. Un planteamiento que implica la necesaria existencia de personajes importantes fuera del recinto y de otros que, de manera subrepticia, ponen las cosas difíciles a los asaltantes. Nada nuevo que no hayamos visto antes y que, sin duda, tiene en John McClane y sus entregas de Die Hard al más elaborado e interesante icono del género. Y como en la toma del Nakatomi Plaza, el asaltante Azusawa tiene un ayudante informático (Obata) que propicia el bloqueo del edificio, y también quiere algo a cambio: la dimisión de la gobernadora Komiya Karina. Así, los ingredientes de este casi subgénero del thriller, están servidos y se cumplen de manera escrupulosa.
Pero en Psycho-Pass nada resulta tan sencillo y el hecho de que haya de por medio una pugna entre una inteligencia artificial (Sybil) y un poder oculto en la sombra (Bifrost) con un agente infiltrado complica las cosas, especialmente cuando la pretensión de Bifrost es la de cambiar a la gobernadora por un avatar a sus órdenes. Y es que Bifrost tiene mal perder, tal como se ve tras los acontecimientos de la tercera temporada. Las acciones, pues, van a girar de nuevo, en torno a los modelos sociales propugnados por cada uno de ellos y al fracaso de Bifrost en su intento de control de las políticas de Karina. Una polaridad que se traslada a la relación entre los personajes que participan en las acciones y que dinamizan el argumento: la lucha informática entre Obata y Shion Karanomori que tiene un papel destacado en la historia confiere tensión al argumento como también lo harán las colaboraciones/oposiciones entre los agentes de la División Uno y sus antiguos miembros Ginoza y especialmente Shinya Kogami cuyas apariciones sirven para dar una continuidad conceptual a la serie. Un acierto que, además, siempre se agradece; como también se agradece que la inspectora Akane Tsunemori esté siempre presente como personaje que preserva la idea de humanidad y de integridad frente a un poder aparentemente despótico como era en sus inicios el sistema Sybil. Y otro acierto es la incorporación en la acción de Shizuka Homura, miembro de Bifrost, cuya intervención es esencial para el futuro de la organización y también del posible argumento de la cuarta temporada. Y hasta aquí podemos leer sobre Homura.
Mientras los dos primeros capítulos de la secuela se centran en la toma del edificio ministerial, el último va a ocuparse de algo que se le da muy bien a Psycho-Pass: la construcción de los backstories de los personajes y, de manera más concreta, de Arata Shindo. Mientras en la tercera temporada, el pasado de Arata está ligado a su relación con Ignatov y su esposa Maiko, en First Inspector asistimos a los recuerdos de Arata con su padre Atsushi y su relación con la creación del sistema Sybil. Y es que, independientemente del papel de los Shindo en la construcción del sistema, casi todo el episodio va a ser un sueño, una regresión de Arata, sus visiones marcadas por la lluvia y su anagnórisis final. Así, First Inspector se convierte en una especie de reivindicación de la parte más humanizada de una inteligencia artificial en la que no todos caben y que, hasta cierto punto, tiene un código ético aunque no parezca demostrarlo. Una inteligencia artificial que, dadas las acciones que tienen lugar en First Inspector, va a evolucionar (aunque no necesariamente de forma positiva) en la anunciada cuarta temporada. Ya se verá.
Contrariamente a lo que se espera de una secuela, Psycho-Pass: First Inspector avanza las claves argumentales de la siguiente temporada. Una nueva entrega en la que la relación entre Shindo y Sybil ya no puede ser la misma, en la que tomará relevancia el personaje de Homura, donde la inspectora Tsunemori quizá vuelva al trabajo o, en su defecto, quizá tenga un papel relevante en los casos de la División Uno que ha adquirido en First Inspector un background muy potente aunque a veces sea un tanto surrealista y forzado, y en la que se refuerce probablemente la relación entre Ignatov y Shindo (o todo lo contrario). Sea como sea, y a pesar de que la secuela no tiene una calidad comparable a la primera y tercera entregas (tampoco creo que fuera la intención), First Inspector tiene la virtud de sorprender a las audiencias y proponer giros argumentales importantes. Lejos de ser un material complementario de los personajes o amplificador de su universo, como sucede con Psycho-Pass: la película (2015) o en la trilogía Psycho-Pass: Sinners of the System (2018), First Inspector se convierte en un producto imprescindible para los seguidores de la serie. Una solución muy inteligente de Productions IG en su creación de expectativas entre el fandom.
Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de les Illes Balears. Ha sido investigadora principal del grupo RIRCA y ha dirigido tres proyectos de investigación nacionales competitivos financiados por el gobierno español. Actualmente forma parte del proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Trabaja en ficción audiovisual en plataformas diversas, especialmente en temas de arquitecturas narrativas. Tiene una especial debilidad por el posthumanismo y ha publicado distintos trabajos en revistas indizadas y editoriales de prestigio internacional.