Recap. ‘Fear the Walking Dead’: ‘The Dog’ (cap. 3)
Tras una semana de parón, este domingo se emitía el tercer capítulo de Fear The Walking Dead, titulado The Dog. En él, la acción sigue incrementándose respecto a los anteriores capítulos. Si bien la violencia está muy medida en la serie, las puntuales secuencias gore son muy explícitas y pueden desagradar a los más sensibles.
Es muy interesante ver cómo en la serie asistimos a la evolución de la plaga. La mayor parte de las obras zombi empiezan en este aspecto in media res, cuando el mundo ya ha sucumbido a la invasión de muertos vivientes. Sin embargo, aquí somos testigos de cómo avanza la infección en directo, en unos alborotos callejeros que no entendemos muy bien a qué se deben (¿son protestas por la actuación de la policía con los primeros infectados? Si es así, ¿por qué acaban en una auténtica batalla campal?) pero que como elemento interesante igualan a los zombis con los manifestantes. En las escenas en las que la familia de Travis huye a través de los disturbios, es imposible saber quién es el muerto viviente y quién es el radical que se enfrenta a la policía.
Una vez puestos a salvo en casa de Travis, producida ya la reunión familiar, es el momento de enfrentarse a la Otredad que representa el zombi. Empieza con Travis negándose a ver la realidad con su vecino, también infectado. El zombi le ataca y si no cae víctima de éste es porque el señor Salazar actúa disparándole. Madison tampoco será capaz de rematar a su anciana vecina Susan, que desde la verja intenta alcanzar alguna víctima. El zombi, como dice Jorge Martínez Lucena en su Ensayo Z, es el «cuerpo hiper-corporalizado y deshumanizado que fue en el pasado»; representa, pero no es, la persona que fue, de ahí el problema de acabar con ellos.
En la configuración psicológica de los personajes, Travis se va retratando como un actante predominado por la reflexión, mientras que deja que otros, como el señor Salazar, sean más expeditivos. «Los buenos son los primeros en morir», dice éste: un tópico del género que tratamos que apunta a que, en unas condiciones extremas, se abandona toda ética para que prime la pura supervivencia. Las categorías morales, los tabúes dejan de funcionar y hay que superarlas en la construcción del mundo nuevo que se avecina. En la temporada pasada de The Walking Dead (la serie principal), uno de esos tabúes tratados es el definitivo: el canibalismo y su consiguiente abyección. En el cómic original de The Walking Dead, Carol, uno de los personajes más longevos, propone un matrimonio entre ella y la pareja formada por Rick y Lori, es decir, una relación poligámica, que ni si quiera podría plantearse en la sociedad anterior. ¿Puede llevarnos a la misma situación en Fear The Walking Dead el hecho de que Travis debe ahora hacerse cargo de sus dos familias, la de su ex mujer y la actual? Sería un tema muy interesante que tratar y que, por lo que yo recuerdo, la serie original evitó.
Sobrevivir, pues, significará plantearse todas estas cuestiones, ir más allá de lo establecido y plantearse qué es lo que nos define en último término como humanos, y qué ocurre si, llevados al límite, las convicciones más íntimas nos son puestas a prueba. He aquí la gran pregunta: si sobrevivir significa transformarse, ¿en qué nos transformamos? ¿En zombis, o aún estando vivos, en algo peor? Rick Grimes ya lo afirma en algún momento de la serie: «Nosotros somos los muertos vivientes».
Con todo, pese a que el apocalipsis zombi está en sus albores (y los personajes son una muestra de la medida en que cada uno de ellos lo ha aceptado, especialmente el joven Nick, y no tanto Travis, como comentábamos en el anterior recap), algunos simplemente siguen con su rutina, asimilando la violencia como algo cotidiano y transitorio, como vemos en la escena en que Travis se encuentra a un vecino cuando ambos sacan la basura. Es en cierta forma un guiño de humor negro: ¿quién se pone a sacar la basura en las vísperas de una invasión zombi?
La tragedia que se avecina cuando el marido de Susan llega, sin saber lo que le ha ocurrido a su mujer. Evidentemente, también es víctima de verla como era antes, pero afortunadamente la llegada del ejército evita la catástrofe. Al final del episodio, una suerte de tregua llega a la ciudad con la intervención militar, que parece haber puesto freno a los disturbios. ¿Por cuánto tiempo? Sólo podemos suponer que por poco. ¡Hasta la semana que viene!
Filólogo, profesor en Secundaria, lector todoterreno, melómano impenitente, guionista del cómic ‘El joven Lovecraft’; bloguero desde 2001, divulgador y crítico de cómic en diversos medios (Ultima Hora, Papel en Blanco, etc.); investigador de medios audiovisuales y productos de la cultura de masas en RIRCA; miembro de la ACDC España.