Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Revisitando «The Postmodern Sacred», McAvan (2012)

Aquellos que crean que la religiosidad y/o la espiritualidad en sus diferentes  manifestaciones, prácticas y contextos pertenecen al pasado, no comulgan (en un sentido estricto del término) con las tesis de la investigadora y profesora de estudios culturales Emily McAvan (2012) y su término acuñado como “The Postmodern Sacred”, ampliamente desarrollado en los productos que pertenecen a nuestra cultura audiovisual contemporánea y que se refiere a la descripción de las diferentes creaciones de formas espirituales alternativas de la cultura popular de las últimas décadas que pondrán en tela de juicio la legitimación de tradiciones religiosas asentadas así como sus valores subyacentes.

¿Por qué revisitar este libro? Dada la presencia de una gran cantidad de productos audiovisuales contemporáneos que se insertan dentro de una escala de grises de hibridez genérica entre la fantasía, la ciencia ficción y el horror (y que veíamos como géneros predilectos en el uso de la narrativa transmedia en la actualidad, tal y como tratábamos en nuestra reseña de C.B. Harvey, 2016) y que ella define como “fantastic postmodern sacred”, consideramos pertinente volver la mirada al retorno de la religiosidad  que se ha visto en dos direcciones distintas: desde los fundamentalismos de las religiones abrahámicas de las fes monoteístas del cristianismo, judaísmo o el islam al crecimiento de lo que McAvan señala como el “New Age style spirituality” (la espiritualidad de la Nueva Era, sujeta indudablemente a manejadas intenciones capitalistas a partir de posturas teóricas de Baudrillard, Derrida, Jameson, y Lyotard, que están asociados con los conceptos de la hiperrealidad, el significado trascendental, el pastiche, y el colapso de meta-narrativa, respectivamente) o “Postmodern sacred” (lo sagrado postmoderno) y a la reformulación de los valores culturales así como al sistema de creencias de la cultura popular (y que, por ejemplo, muy recientemente veíamos y leíamos en nuestro artículo escrito por Nuria Vidal Trapero, dedicado a la película The Witch  como el retorno del ocultismo).

Las prácticas y creencias de la Nueva Era prefieren evitar ser consideradas utilizando el término de “religiosas” a favor de “espirituales”, más adecuadas para describir este tipo de “experiencias vivenciales” y que las ayudan a distinguirse de las primeras. Relacionado con las ideas del académico Billington (2002 en McAvan, 2012: 7) es necesario eliminar el concepto de Dios para proponer un misticismo sin teología, una religión sin Dios. Sin embargo, más allá de dejar un vacío existencial en la articulación discursiva del sistema de creencias, aquello que sustituye a Dios en esta nueva era se encarna o toma forma – metafóricamente hablando – en una nebulosa que transita entre el espíritu o la energía, ideas derivadas de una apropiación del Budismo o el Hinduismo con unas posibles intenciones capitalistas más relacionadas con un atractivo exotismo que con un misticismo auténtico.

No obstante, la idea de Dios así como sus diferentes manifestaciones no ha sido abandonada por completo sino que lo sagrado postmoderno pone en diálogo tradicionales culturalmente, históricamente e ideológicamente distintas (como pasaría en la relación simbiótica en la que el Cristianismo y la Nueva Era incorporar elementos el uno del otro, como lo que Oprah señalaría como “karma” y “gracia” en partes iguales, además de simbología e iconografía).

En ese sentido, lo sagrado postmoderno podría entenderse como un “suplemento monstruoso” (monstrous supplement, McAvan, 2012: 9) a las prácticas religiosas tradicionales donde tendrían cabida colectivos históricamente marginados por las instituciones religiosas como la cristiana, discriminados por su género, etnia u orientación sexual, entre otras respondiendo a discursos patriarcales, homofóbicos o eurocéntricos, enmarcadas en mecanismos del capitalismo global. Algunos ejemplos que ponen de relieve la representación de identidades rechazadas, silenciadas o marginadas presentes en el postmodern sacred podrían ser las fuertes protagonistas femeninas (en Buffy, Major Carter en Stargate o Scully en The X-Files), queers (el caso de Willow, Tara o Kennedy en Buffy o Captain Jack en Torchwood) o personas de color (Teal en Stargate o Morpheus en The Matrix).  

En la órbita conceptualizadora general que ocupa el primer capítulo, McAvan se centra en los efectos especiales que disponemos para hacer de lo sobrenatural, una experiencia corpórea y visceral en la cultura audiovisual (segundo capítulo). Además, se modificará las nociones de Derrida para sostener que el postmodern sacred y la Nueva Era apoyan un modo de significación espiritual que se distingue de las tradiciones monoteístas judías y cristianas y que acuña como “trascendental signifier” vinculado a la preponderancia de la experiencia subjetiva del individuo (tercer capítulo). Será a través del análisis de diferentes ejemplos audiovisuales como Stargate, Futurama o Constantine donde se plantearán las diferentes máscaras, apariencias o manifestaciones y, en extensión, la metaforización de “dioses”, “monstruos”, “cielos” o “infiernos” del postmodern sacred (cuarto capítulo) así como el politeísmo en Buffy the Vampire Slayer y Xena: Warrior Princess (quinto capítulo).

También se analizará el controvertido Da Vinci Code (capítulo sexto) y las representaciones de Cristo de Gandalf, Aragorn o Frodo en Lord of the Rings de Tolkien (séptimo capítulo) para dar paso la combinación de propósitos pedagógicos y la religiosidad en la película Passion of the Christ o bien los motivos pro-abstinencia y diferentes concepciones e ideas preconcebidas de la sexualidad en la saga Twilight (octavo capítulo). Los últimos dos capítulos estarán dedicados al panorama post-11S y a la creación del “Otro” además de presentar narrativas heroicas que confirmarían el “retorno de lo real”.

En definitiva, el libro de McAvan representa un trabajo esencial que nos incita a (re)visitar una gran variedad de productos audiovisuales desde una óptica crítica, intentando rescatar la ideología subyacente, dando visibilidad a quien no ha tenido voz o ha sido marginado, ayudándonos a descifrar los símbolos ocultos, a (re)significar conceptos o, incluso, a dar sentido a las propias experiencias de la audiencia.

 

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