Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

El retorno a los orígenes del ocultismo: «The Witch» (2016)

Hace exactamente una semana que se estrenó en las carteleras españolas la ópera prima del joven cineasta estadounidense Robert Eggers, The Witch. Causando un enorme revuelo en las últimas ediciones del festival de cine independiente de Sundance – en el que se llevó el galardón a Mejor Dirección – y en el festival de cine fantástico de Sitges, esta peculiar cinta de terror ya es considerada como una de las mejores películas del género de los últimos años, tanto por el público como por la crítica. Pero, vayamos por partes.

Con el extenso título de The Witch: A New England Folktale el film nos trasladará a la Nueva Inglaterra colonial de mediados del siglo XVII donde una familia humilde de campesinos – un matrimonio con cinco hijos – tendrá que subsistir como sea tras ser expulsada de su congregación. Será tras su asentamiento cerca de un bosque alejado de la civilización cuando una especie de fuerza sobrenatural les acechará. Siendo ésta una premisa estrictamente procedimental tratándose de una cinta de terror, la película desarrollará su discurso de una manera atípica. En pocas palabras: esta no es una película de terror convencional. A diferencia de otra de las producciones más recientes y más laureadas del género como es The Conjuring, – cuya secuela se estrenará en España el 17 de junio bajo el nombre de Expediente Warren 2: El Poltergeist de Enfield – aquí se pondrán a prueba las expectativas del público. La tensión generada por la espera del susto propiamente dicho se intercambiará por una angustia constante debido a la crudeza de los acontecimientos. Porque, en The Witch, sobresaltos hay más bien pocos (por no decir ninguno) Porque, en realidad, la película tiene un cometido completamente distinto.

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Anya Taylor-Joy es Thomasin en The Witch

Como bien se explicará en los títulos finales del propio film, la trama se basará en textos, relatos populares y testimonios escritos reales de la época, así como en las actas de los Juicios de Salem. The Witch nos propone un más que perturbador retorno a los orígenes de la brujería, así como la descripción del lado más oscuro de la fundación de los Estados Unidos; ambos representados a través de la represión social y de la exacerbación religiosa.

La película reflejará una obsesión por el ocultismo en una América colonial que aparecerá como una mezcla entre la superstición más rampante y el miedo latente a un castigo divino por incumplir la palabra de Dios. Entonces, el film planteará la desmitificación de la representación del imaginario colectivo de las brujas. Estas no lanzarán hechizos mágicos, no prepararán pócimas extrañas en calderos oxidados, no vestirán con ropas raídas ni sombreros puntiagudos, ni tendrán cuerpos y caras grotescas. Porque “las (supuestas) brujas” de The Witch, de Hermione Granger, de Elphaba, de las chicas de AHS Coven o de la madrastra de Blancanieves tienen bien poco. Si ya lo dice el tagline de la película: «Evil Takes Many Forms»…

Al igual que lo hará la obra de Michael Haneke, La Cinta Blanca (2009), The Witch retratará una atmósfera social muy concreta (e identificable dentro de un momento histórico y geográfico) y las consecuencias de la misma. La cinta retratará a la brujería como parte de la historiografía la contempla: como una respuesta del descontento de la mujer hacia el fanatismo religioso, hacia la falta de libertades por la voluntad del patriarcado y hacia la represión sexual puritana.

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El Aquelarre (1798) de Francisco de Goya

Por todo ello, el punto de vista que adoptará The Witch se enmarcaría dentro del denominado «Postmodern Sacred», concepto acuñado por los estudios culturales (Ingebretsen, McAvan) y ampliamente desarrollado en los productos audiovisuales de las últimas décadas en los que la creación de formas espirituales alternativas/ancestrales pondrán en entredicho los valores religiosos como valores inmutables. Así, encontramos una enorme variedad de producciones relacionadas con lo fantástico/ciencia-ficción (efecto Matrix y efecto Da Vinci Code), lo monstruoso (vampirismo, zombies y otras criaturas) y el ocultismo (magia y vudú): Buffy the Vampire Slayer, Penny Dreadful, AHS, Charmed, The Vampire Diaries, The Magicians, Angel, True Blood, Game of Thrones y, sobre todo, las sagas de Harry Potter y The Lord of the Rings. De entre todas ellas destacará la brujería como concepto en el que se entremezclarán el papel de la naturaleza como generadora de energías que necesitan ser protegidas – visión ecologista de la brujería (veáse Misty Day en AHS Coven) – con las reivindicaciones feministas y la organización de las hipotéticas brujas en sororidades (véase Penny Dreadful y AHS Coven)

A pesar de su planteamiento inusual y su ritmo más bien pausado, The Witch utilizará clichés del género para realizar su propósito: el uso elementos como los niños, el carnero como representación del Diablo, paisajes aislados, alguna que otra referencia a exorcismos y otras prácticas demoníacas, así como la utilización de imágenes con una fuerte carga simbólica. El estilo visual con claras influencias pictóricas con un ambiente más naturalista en las escenas diurnas y con un escenario nocturno sumergido en claroscuros con una inspiración en artistas como George La Tour, Caravaggio y “Las Pinturas Negras” de Goya serán el complemento perfecto para crear una atmósfera inquietante y sugestiva.

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The Witch tiene clarísima influencia pictórica

The Witch: A New England Folktale nos habla de un proceso. Un proceso colectivo – que se focalizará en la individualidad de una familia – donde la religión actuará como mecanismo para la creación del terror como respuesta al miedo a lo desconocido. Una propuesta diferente, arriesgada y ambivalente en su significado que, aunque pueda enfrentarse al desconcierto de parte del público amante del terror más convencional, es no solo una estupenda carta de presentación para Robert Eggers, sino un título imprescindible del cine sobre ocultismo y brujería.

 

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