Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

RIRCA recomienda: ficciones de terror para Halloween (I)

Este mes estrenamos una nueva sección bajo el nombre «RIRCA Recomienda» en la que los miembros de la redacción realizamos una selección de ficciones audiovisuales dentro de una temática concreta dividida en dos partes. Para el mes de octubre, la temática escogida no podía ser otra que las ficciones de terror. Un género que siempre ha gozado de una vitalidad y que sigue en auge debido a su popularidad entre las audiencias. Así, de los inicios literarios con las novelas góticas y los monstruos de Mary W. Shelley o Bram Stoker se pasó a una nueva forma de materializar el terror en la gran pantalla. El horror se ha convertido en una parte indispensable de entender nuestra realidad: la monstruosidad como forma de entender el ser humano, la psicopatía como consecuencia de un fallo sistémico o los miedos sociales materializados en lo sobrenatural. Desde fantasmas y exorcismos, a asesinos en serie y brujas, hasta zombis y vampiros. Desde terror gore al psicológico pasando por los jumpscares clásicos o al (mal) entendido como «elevated horror». Todo esto tiene cabida en estas recomendaciones mensuales.

Nuria Vidal: The Blackcoat’s Daughter (Osgood Perkins, 2015)

The Blackcoat’s Daughter – también conocida como Februaryes la ópera prima del cineasta Osgood Perkins. Un director que, poco a poco, se está labrando un nombre en el género de terror con cintas de carácter simbólico como I Am the Pretty Thing That Lives in the House (2016) o Gretel & Hansel (2020). La película, perteneciente a la producción de terror independiente, fue lanzada directamente en formato físico en Europa pasando prácticamente desapercibida por la amplia mayoría del público. Ahora, se puede disfrutar en Prime Video. Traducida en España como La Enviada del Mal, la historia se estructura en tres líneas argumentales centradas en tres jóvenes: Kat (Kiernan Shipka), Rose (Lucy Boynton) y Joan (Emma Roberts). Las dos primeras se ven obligadas a pasar las vacaciones de invierno en el desierto internado católico donde su convivencia se pone a prueba mientras lidian con sus personalidades opuestas. Por su parte, Joan emprende un viaje que le hace reencontrarse con su pasado ¿Cuál es el vínculo que las une?

A pesar de su ritmo lento, la base conceptual de la película es intrigante y sorprendente. No tanto por los giros argumentales, sino por el puzle que Perkins construye a partir del terror psicológico y las imágenes impactantes. Siguiendo la estela de cintas como Midsommar (2019), Relic (2020) o The Witch (2015), The Blackcoat’s Daughter aprovecha lo sobrenatural para reflexionar acerca de las relaciones humanas, especialmente las carencias afectivas entre padres e hijas. Una manera original de nexo entre la pérdida de control emocional y la atracción por lo demoníaco. Así, el tratamiento de la figura del diablo y la posesión se refleja de una forma pocas veces vista en la ficción más allá de la espectacularidad y los jumpscares. El gran valor del film se centra, pues, en los recursos visuales que ponen en escena esta soledad y esta tentación de las tres protagonistas. Una atmósfera que se crea a partir de planos claustrofóbicos, un montaje exquisito y que potencia lo perturbador y un diseño de sonido en fuera de campo que insinúa y no evidencia. The Blackcoat’s Daughter es una pequeña joya del terror indie que, además, cuenta con unas más que notables interpretaciones de Shipka y Roberts. Una película imprescindible en las narrativas de satanismo y de miedos cotidianos.

Guillermo Amengual: Don’t look now (Amenaza en la sombra, Nicolas Roeg, 1973)

Amenaza en la sombra -o en su título original Don’t Look Now– comienza con uno de los inicios más escalofriantes de la historia del cine. A través de un montaje alternado que nos muestra el exterior de una gran casa de campo donde juegan una niña y un niño (hermanos) junto a un lago y el interior de la misma donde los padres trabajan revisando una serie de fotografías de catedrales para plantear una reforma arqueológica. Las imágenes se van sucediendo y alternando hasta que el padre vierte sin querer un vaso sobre una de las imágenes y presiente que algo ha sucedido. Cuando sale corriendo hacia el jardín, descubre el cuerpo sin vida de su hija ahogada en el lago helado. Ese momento queda grabado en la mente del espectador y, por supuesto, en la de los padres pues el resto del film evolucionará a partir del dolor que esa pérdida supone para los padres y de la esperanza de los mismos para volver a reencontrarse con su hija.

Este film dirigido por el cineasta inglés Nicolas Roeg -director de The man who felt to Earth (1976) o Badtiming (1980)- está compuesto de un equipo excepcional que consigue que todo aspecto del mismo sea clave para generar una tensión máxima que desembocará en un clímax terrorífico que nos dejará sin pegar ojo. Actores, decorados, fotografía, sonido… todo juega un papel crucial, pero sin duda es el montaje -a cargo de Graeme Clifford- el elemento crucial que hace que Amenaza en la sombra adquiera la atmósfera atormentada y enigmática que la convierte en un clásico.

La sucesión de planos conforma el discurso determinista del film a la vez que juega con la posición del espectador en medio del desolador drama que vive el matrimonio y con qué ventajas/desventajas tendrá en todo momento sobre los personajes. El montaje nos lleva a pistas falsas, nos confunde, nos muestra escenas de crueldad desmesurada… y nos obliga a desear revisionar la película después de haberla terminado para no dejarnos esta vez nada sin mirar en ningún momento.

Patricia Trapero: Fright Night (Craig Gillespie, 2011)

En 2011 se estrena Fright Night dirigida por Craig Gillespie (Lars and the real girl, 2007; I,Tonya, 2017; Cruella, 2021). El film, es un remake de la película del mismo título dirigida por Tom Holland en 1985 en la que conocemos a Charley, un adolescente al que le fascina lo terrorífico y sobrenatural y que es un fanático del programa nocturno «Fright Night» presentado por el cazavampiros Peter Vincent. La llegada de un misterioso vecino a la casa de enfrente provoca las sospechas de Charley quien está convencido de que Jerry no es lo que aparenta. Ni que decir tiene que, dada la fijación del joven, el proceso de desenmascaramiento del recién llegado va a ser el centro del argumento. Pues bien, Gillespie va a seguir escrupulosamente la premisa de la cinta original actualizando  a los personajes y acercándolos a la sensibilidad contemporánea.

Gillespie consigue contagiar al espectador con la paranoia que tiene el personaje central (Anton Yeltsin) en su viaje al mundo vampírico. Un viaje con ritmos diferentes dependiendo de las acciones del siniestro vecino (un Collin Farrell que resulta tan atractivo como perturbador) con la madre de Charley (Toni Collette), su novia (Imogen Poots) y con sus amigos. En este sentido, Fright Night despliega todos los tópicos del vampirismo: la vida nocturna y el temor a la la luz, la personalidad seductora del vampiro, los rituales que permiten acabar con el maligno y así sucesivamente. Unos tópicos tratados de manera sorprendente a lo largo de la película, algo que es un valor añadido al argumento ya que ayuda a mantener al espectador pegado a la pantalla. Pero esta aparente seriedad en el desarrollo de los clichés de la imagen canónica de lo vampírico se revela como trasnochada. Y es que Fright Night —como también lo es hasta cierto punto la película original— es  una locura absoluta que tiene su punto álgido en la aparición de Peter Vincent (David Tennant), protagonista de todo lo surrealista del caso y de las acciones más esperpénticas del film. Una película, en definitiva, de visionado imprescindible durante el mes de octubre, una fantasía que merece ser conocida y apreciada como corresponde en la que se  combina magistralmente la tensión con la sonrisa y, por qué no decirlo, en algunas ocasiones con la carcajada.

Laura Taltavull: Alien: el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979)

En 1979 se estrenaba en la gran pantalla Alien, de Ridley Scott. Una clásico de la ciencia ficción y, también, del terror, por su importancia cultural, histórica o estéticamente significativa. Nunca antes una película de ciencia ficción había sido tan siniestra y terrorífica, ni distaba tanto de la claridad aséptica y, hasta cierto punto, inquietante de la otra película con mayor impacto del género: 2001: una odisea del espacio.

Hermosa, tensa, angustiosa, cercana en ocasiones incluso al cuento gótico de horror de Lovecraft por su suspense sobrecogedor. Como película de terror, la mayor parte de ella presenta muchos tonos tenebrosos y singulares que le aportan un toque especial al argumento que fue criticado por su supuesta falta de creatividad conceptual. En contraposición, las críticas de los más entusiastas, la destacaron como una obra maestra.

Ganadora del Premios Óscar por sus efectos visuales, contó con un reparto excepcional, integrado por los actores Tom Skerritt, Veronica Cartwright, Harry Dean Stanton, entre otros, y a la maravillosa Sigourney Weaver encarnando a Ripley. Por fin era una mujer la que se encargaba de hacerle frente a una amenaza que no la condenaba sólo a ella, sino a toda la raza humana.

Destaca también su ritmo pausado que permite silencios mientras el resto del largometraje es acompañado por la fantástica banda sonora progresiva y vanguardista de Jerry Goldsmith, que hace estallar una latente paranoia en un medio laberíntico.

Alien también pervive gracias a su profundo sentido existencialista típico del filme noire, ya que es una película sobre la soledad humana en medio de la amoralidad y sentimiento de vacío que implica la creación.

 

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