Un drama médico atípico y transnacional: «Life» (Signal Entertainment, 2018)
En algunos posts anteriores he manifestado mi fascinación por la ficción surcoreana a la que podemos acceder gracias a la programación de la plataforma Netflix. Una ficción que parece haber traspasado unos círculos quizá un tanto restringidos para convertirse en un fenómeno mediático y también social gracias a El juego del calamar estrenada hace apenas un mes en Netflix. Un fenómeno parecido al conseguido por la oscarizada película Parasite (Bong Joon-ho, 2019) que puso a la cinematografía surcoreana en los circuitos de distribución internacionales. Pues bien, de entre la lista de ficciones disponibles, llama la atención la diversidad de géneros desplegados que van desde el thriller al soap opera o el drama romántico pasando por narraciones distópicas o cotidianas enmarcadas en el terror, reconstrucciones del pasado nacional o el drama médico en el que aparentemente se enmarca Life.
Y decimos aparentemente porque si algo caracteriza a las ficciones surcoreanas es su extremo grado de hibridez. Y Life no podía ser menos. Así, se siguen unos esquemas prefijados en los que los argumentos desarrollados sitúan al espectador ante un acontecimiento enmarcado en los cánones de un género específico, donde los personajes son fácilmente clasificables en la dualidad héroe/villano, donde los primeros episodios son tremendamente informativos —y hasta cierto punto agobiantes o excesivos— estableciendo las lineas que van a plantearse en la serie escrupulosa y ordenadamente; y donde, finalmente, se incorporan temáticas de la contemporaneidad surcoreana en las que siempre se trasluce los problemas de corrupción situados en los niveles más altos de la sociedad como mal endémico. Estas características se van adaptando a entornos diferentes: comisarías de policía, sedes corporativas, instituciones gubernamentales, sedes judiciales, escuelas o, en el caso de Life, un hospital universitario.
Así, Life —emitida inicialmente desde julio a septiembre de 2018 y con guionista compartida con la magnífica serie Stranger— comienza con la llegada a las urgencias del hospital de Sangook en Seúl de una ambulancia. En su interior hay alguien importante: el director del hospital Lee Bon-Ho (Chun Jo Jin) quien ha muerto al caer desde una azotea tras sufrir un ataque cardíaco. El joven doctor Ye Jin-Woo (Lee Dong-Wook), quien mantenía una estrecha relación paterno-filial con Lee, sospecha de una posible muerte no accidental que implica a compañeros de trabajo. Igualmente la muerte de Lee inicia una carrera hacia la dirección del centro cuya vida se ve alterada por la aparición de Goo Seung-Hyo (Jo Seung-Woo), representante de la corporación Hwajeong quien tiene como principal misión el convertir al hospital en un negocio rentable.
De este modo, Life propone como punto de partida un esquema de thriller combinado con la idea de luchas corporativas y, por tanto, económicas para el control de la práctica médica. Una premisa que vuelve a mostrar la extrema hibridez de las ficciones coreanas. Una mezcla que se realiza de manera orgánica a la que se unirá el esquema sentimental centrado en la historia —un tanto empalagosa— del cuidado por parte de Jin-Woo de su hermano paralítico Seon-Woo (Lee Kyu-Hyung) quien forma parte de la compañía aseguradora que vela por el cumplimiento de las normas en el hospital. Todo ello muestra dos cosas: la constante mezcla de géneros en la ficción surcoreana y la consiguiente ampliación de las audiencias tanto nacionales como internacionales, por una parte; y el radical alejamiento de esta serie de los esquemas de los dramas médicos norteamericanos en los que las relaciones sentimentales entre profesionales y la explicación de los casos que llegan al hospital —normalmente a la sección de urgencias— ocupan el centro de sus argumentos, por otra parte.
Con todos los ingredientes servidos, parece que Life va a centrarse en una lucha maniquea entre el héroe (Jin Woo) y el villano (Goo) teniendo en los integrantes de la plantilla hospitalaria a personajes que se decantarán por uno o por otro o que irán fluctuando de espacio a medida que avance el argumento. Y es así hasta cierto punto porque el trasfondo de Life es el retrato y crítica del sistema sanitario del país. Una constante en esta ficción televisiva que sabe combinar —como hemos comentado en otros posts— las temáticas o los contenidos locales con una trascendencia global. Así, a lo largo de Life se plantean como parte esencial de la dinámica argumental y de personajes problemas como el cierre de determinadas áreas deficitarias y el traslado del personal a hospitales rurales y la precariedad de estos últimos frente a la capital, la inusitada realización de operaciones costosas que benefician a los médicos que las realizan para conseguir incentivos económicos, la conversión de la sanidad en una industria de futuro ligada a corporaciones, la «obligación» de utilizar los productos médicos generados por dichas corporaciones, la retirada de determinadas medicaciones deficitarias y así sucesivamente. Planteamientos que, en definitiva, implican esquemas sanitarios a veces alejados de los juramentos éticos profesionales.
Precisamente esta lectura hace que Life sea una ficción que aprovecha las situaciones de los personajes para presentar los modelos sanitarios del país y su extraña mezcla entre servicio público —aunque con condiciones económicas a veces imposibles para los usuarios— y un futuro negocio lucrativo con el turismo médico como eje central. Una evolución que intentan modificar los abnegados médicos del hospital general universitario Sangkook quienes trabajan a destajo para sus pacientes. Así, al cabecilla/rebelde Ye Jin-Woo se unirán directa o paulatinamente la pediatra Lee No-Eul (Won Jin-Ha), el jefe de la unidad de cardiología Joo Kyung-Moon (Yoo Jae-Myung) y la jefa de la unidad de neurocirugía Oh Se-Hwa (Moon So-Ri) como principales defensores de la independencia del hospital. Frente a ellos se situa, como es lógico pensar, Goo Seung-Hyo, un superviviente de/en la corporación Hwajung quien intentará el equilibrio de fuerzas en la lucha frente a la todopoderosa corporación dirigida por el más-que-perverso Jo Nam-Hyung (Jung Moon-Sung). De este modo, la trama argumental conservará sus tintes maniqueos iniciales pero procederá a la evolución de los personajes, especialmente el de Goo, quienes finalmente encontrarán, cada uno a su manera, la redención aunque sea momentánea.
Justamente esta redención vendrá dada por otra característica esencial de las ficciones surocoreanas y que no es otra que la incorporación de momentos de su historia como referencia a la temática desarrollada o al comportamiento de los personajes. Una incorporación siempre orgánica que en Life se relaciona con la capacidad de lucha y de enfrentamiento a situaciones adversas aparentemente insalvables. Aunque quizá excesivamente tarde, Life incorpora a descendientes de los pioneros de Seosan, los campesinos y terratenientes que perdieron sus tierras durante la invasión japonesa de entreguerras contra la que se rebelaron. Y también se referirá a la construcción del embalse de La Paz de los años 80 y a la crisis FMI de 1997-98, la primera como salvaguarda de la capital frente a posibles inundaciones, la segunda como unidad popular frente a la caída de la bolsa surcoreana y las posibles condiciones del fondo monetario en la que los ciudadanos vendieron sus bienes y joyas para salvar al país del hundimiento. Tres muestras de la lucha entre David y Goliath o, si se prefiere, entre Sangkook y Hwajung.
Por todo ello, Life es una serie con más capas de las que aparenta utilizando a la perfección los recursos de cada uno de los géneros que propone (thriller, drama médico, drama/comedia romántica) para construir un retrato de la contemporaneidad surcoreana con la que podemos sentirnos, en mayor o menor grado, identificados. Una mescolanza de géneros con personajes y desarrollos probablemente previsibles y quizá estereotipados pero que son hábilmente combinados, algunos con tintes (melo)dramáticos y otros esencialmente cómicos como es el caso de la inefable secretaria de Goo, la señorita Kang (Yeon Hye-Ran), una auténtica joya de la serie.
Aún así, el visionado de Life se hace a veces un tanto pesado , quizá por su extensión (16 capítulos de más de una hora y un especial) pero especialmente por la reiteración en bastantes de sus episodios que coinciden con la historia de los hermanos Ye a lo que, desde nuestro punto de vista, ayuda su interpretación absolutamente monolítica y hasta cierto punto antiempática para unas audiencias inmersas en la trama corporativa. Pero este aspecto —juntamente con algún que otro deus ex machina como resolución argumental— llega a ser obviado ante el trabajo de un elenco más que importante y dinámico, que habitualmente encontramos en otras ficciones surcoreanas y que, afortunadamente —y a pesar de sus nombres imposibles— ya comienzan a resultarnos familiares. En definitiva, Life es una ficción más que interesante.
Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de les Illes Balears. Ha sido investigadora principal del grupo RIRCA y ha dirigido tres proyectos de investigación nacionales competitivos financiados por el gobierno español. Actualmente forma parte del proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Trabaja en ficción audiovisual en plataformas diversas, especialmente en temas de arquitecturas narrativas. Tiene una especial debilidad por el posthumanismo y ha publicado distintos trabajos en revistas indizadas y editoriales de prestigio internacional.