Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

12 meses con Hayao Miyazaki (II): «Nausicaä del Valle del Viento» (1984) y la ecología de la convivencia

Hoy es un día celebratorio. Para toda la industria de la animación japonesa, para los miles de millones de fans del cine de Hayao Miyazaki y para el Studio Ghibli en particular. Hace 40 años, el 11 de marzo de 1984, se estrenó la obra fundacional del Studio Ghibli: Kaze no Tani no Naushika (Nausicaä del Valle del Viento). Es considerada la primera película del estudio y de Hayao Miyazaki, pese a que este había realizado un largometraje por encargo anterior y aquel todavía no se había inaugurado oficialmente. Su desarrollo, de apenas 9 meses de producción, contó con la aportación de algunos de los mayores talentos actuales de la industria animada: Isao Takahata (La tumba de las luciérnagas [1988], La princesa Kaguya [2013]), Hideaki Anno (Neon Genesis Evangelion [1995-1996]), el propio Hayao Miyazaki y la plantilla íntegra del estudio Topcraft, cuyos trabajadores terminarían asimilándose en Studio Ghibli para muchos de sus futuros proyectos.

La historia de producción de Nausicaä del Valle del Viento coincide, en cierto modo, con la historia de fundación del Studio Ghibli. Unos años antes de su estreno, Toshio Suzuki (editor de la revista Animage, perteneciente a la empresa Tokuma Shoten) había contactado con Miyazaki para que trabajara con Tokuma Shoten. El director, rebosante de ideas para largometrajes, accedió. Sin embargo, el estudio veía una cinta como Nausicaä del Valle del Viento destinada al fracaso por no pertenecer a ninguna franquicia reconocida. Para subsanarlo y llevar a la gran pantalla sus aspiraciones, Miyazaki comenzó a escribir un manga serializado en Animage que, gracias al apoyo del editor Toshio Suzuki, recibió las suficientes ventas como para que la empresa diera luz verde al proyecto animado. Mientras el manga continuó su curso durante 10 años más, el largometraje inició su producción en mayo de 1983 (con apenas 16 capítulos del manga publicados) con Miyazaki a los mandos, Suzuki en el comité de producción e Isao Takahata (amigo de Miyazaki) de productor ejecutivo. Cabe destacar aquí la primera aparición formal de Joe Hisaishi, el compositor estrella del Studio Ghibli y, en particular, de Hayao Miyazaki. Desde las grandes piezas orquestales hasta las sencillas tonadas vocales (e, incluso, la experimentación con sintetizadores para producir misterio y dinamismo), Hisaishi se hace notar en prácticamente cada secuencia de la cinta. Su sombra se extenderá en futuras entradas de este ciclo dedicado al cine de Hayao Miyazaki.

A diferencia de la cinta anterior del director, Nausicaä del Valle del Viento nació como un proyecto de pasión. Su premisa filtra algunos de sus temas principales: el gusto por la aviación, el impacto destructor del ser humano sobre la naturaleza (con su correspondiente mensaje ecologista y antibélico), el diálogo como vía pacífica de entendimiento entre humanos, y la posibilidad de coexistencia entre el ser humano y la naturaleza. Para todo ello, Miyazaki acude a una ambientación futurista donde los seres humanos, en sus múltiples contiendas bélicas, han provocado un ecocidio. El mundo se divide en una tierra desértica, yerma, y una zona contaminada (llamada fukai) donde crece una vegetación tóxica para los seres humanos. De ella han nacido múltiples insectos de tamaño variable, de entre los cuales destacan los gigantescos Oms. Para sobrevivir a las inclemencias de la zona contaminada, los seres humanos han creado trajes especiales que suministran oxígeno y protegen la piel, además de múltiples vehículos aéreos. En plena época de tensiones políticas donde el reino de Tormekia amenaza con conquistar a todos los pequeños países de sus alrededores, el Valle del Viento es visto como un pequeño territorio que tan solo ansía la paz, pero se encuentra gobernado por un rey moribundo y una princesa, Nausicaä, todavía menor de edad.

La zona contaminada, tan hermosa como tóxica para el ser humano

Para comprender la existencia de Nausicaä del Valle del Viento, debemos acudir, en la medida de lo posible, al proceso creativo de Miyazaki. Originalmente, el director quería hacer una adaptación de la novela gráfica Rowlf, de Corben, pero no obtuvo los derechos de autor para llevarla a cabo. Miyazaki fue fermentando la idea hasta convertirla en un proyecto original a través de múltiples inspiraciones: de la novela Tierra de hombres (Antoine de Saint-Exupéry) extrajo el origen de la corrupción del bosque maldito o fukai (si bien atribuida a las acciones humanas); de la saga de novelas Cuentos de Terramar (Ursula K. Le Guin) extrajo la idea de una protagonista que domesticara a un animal salvaje que la acompañara el resto de la historia; de los gusanos de la Dune de Frank Herbert, los Oms; del ilustrador Jean Giraud/Moebius (con quien comparte ideología al respecto del proceso creativo como liberación del inconsciente [Montero: 111]), los diseños de los mehves blancos (vehículos monoplaza) reminiscentes a los del cómic Arzach. No solo de inspiraciones ajenas se nutrió Miyazaki: acudió también a su propio trabajo previo, una autorreferencialidad que imprimiría un sello de identidad en todas las producciones futuras del director. Y es que si bien la trama se inspira ligeramente en el relato clásico nipón «The lady who loved insects», de autoría anónima, Miyazaki asimiló en Nausicaä del Valle del Viento todo el imaginario de su anterior manga: Shuna no Tabi (El viaje de Shuna, 1983), situado en el mismo universo y con un protagonista de rasgos similares a Nausicaä. Además, rinde tributo en los diseños tecnológicos a Conan, el niño del futuro (1978), serie en cuya producción participó años atrás.

Como primera producción verdaderamente apasionada de un Miyazaki en pleno control creativo, Nausicaä del Valle del Viento se muestra como una declaración de intenciones de un autor concienciado sobre el medio ambiente y dedicado al antibelicismo. El fukai es, al fin y al cabo, una metáfora animista: un ente vivo que se expresa a través del viento y sus insectos. La naturaleza se rebela contra una humanidad destructora, de tendencias expansionistas, para asegurar la consecución de su propia supervivencia. De hecho, la existencia de un bosque sano en el subsuelo del fukai, en el centro de la zona contaminada, alega en favor de una naturaleza regeneradora que no busca la mortalidad del ser humano, sino la supervivencia de toda la flora y fauna global.

Los gigantes inventados por el ser humano que provocaron el ecocidio

En su alegoría ecologista, Miyazaki hace orbitar la trama alrededor de la joven Nausicaä, una pacifista capaz de entender el lenguaje del viento y amilanar a los animales enfurecidos, todo ello prueba de su conexión con la naturaleza. Es una heroína profetizada como puente de unión entre humanos y naturaleza, como salvadora de un mundo incapaz de regenerarse en consecuencia de la destrucción de los reinos en liza. Ella admira la belleza de las esporas del fukai, de los Oms y de los animales salvajes, pero no descuida en su fijación por lo natural al ser humano. Es una chica empática que no soporta el derramamiento de sangre y evita el sufrimiento ajeno a costa de su propia vida, para lo cual es capaz de tomar el liderazgo de cualquier situación. Solo su impulsividad nacida de la inteligencia emocional marca un defecto en su personalidad; Miyazaki es meticuloso en la configuración de Nausicaä como protagonista porque, a pesar de su aparente perfección, la tensión narrativa no se resiente: el conflicto entre países en guerra opera en una escala tan amplia que un solo individuo no es suficiente para detenerlo. Nausicaä se erige como motor del cambio y representa la necesidad de pacifismo en el marco de una guerra. En cierto modo, sigue la ideología que Miyazaki aprendió del botánico Sasuke Nakao: los seres humanos deben aprender a coexistir entre sí a través del diálogo, la única vía para alcanzar la supervivencia en una simbiosis con la naturaleza. Es, en fin, un refuerzo de la cultura vertical tan propia de la filosofía japonesa: la identificación del sujeto con el mundo; el vaciamiento de uno mismo y la compleción desde la esencia del propio universo.

Nausicaä demuestra, a través de la empatía por una cría de Om torturada, su voluntad como motor de cambio a través del diálogo y la empatía

Hay, como en La princesa Mononoke (1997), una cierta ironía al pensar cómo el mensaje profundamente sentido sobre el ecologismo no parece haber detenido la búsqueda expansionista del ser humano. Ya lo demuestra la mutilación que recibió la cinta en EE. UU., donde la distribuidora New World Pictures cortó 25 minutos de metraje, occidentalizó todos los nombres y ofreció al público norteamericano un producto prácticamente vaciado de la carga ecologista de la obra original. Si bien actualmente se distribuye tanto en EE. UU. como en gran parte del mundo de manera íntegra y fiel al original., estamos lejos del ideal que Miyazaki planteó con Nausicaä, personaje y obra. Su mensaje sigue siendo tan o más relevante ahora que hace 40 años y su visionado es prácticamente una necesidad en un mundo industrializado, patriótico y belicosero.

 


Referencias bibliográficas

+Montero Plata, Laura (2014). El mundo invisible de Hayao Miyazaki. Palma de Mallorca: Editorial Dolmen.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *