Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«120 Aniversario del cine (III)»: las películas de 1985 – 2015

Entramos en la recta final de este «repaso» de las películas importantes de cada año, que celebran sus respectivos aniversarios, con motivo del 120 aniversario de la primera proyección cinematográfica de la historia, La Salida de la Fábrica de los hermanos Lumieré el 22 de marzo de 1895, de la que ya hablamos en anteriores post. Ya entramos de lleno en el cine contemporáneo y, por supuesto, la cantidad de magníficos films que se producen en cada uno de estos años es enorme y TODAS se merecen tener un hueco en este post, aunque, desgraciadamente, solo vayamos a comentar una… Acabamos nuestro recorrido por esta particular «historia del cine» con las películas comprendidas entre 1985 y 2015.

The Breakfast Club (1985)

A pesar de la oportunidad de este post en concreto, que coincide con el 30 aniversario del estreno del  primer film de la trilogía de Back to the Future (Zemeckis) y, lo que es más importante, coincidiendo con la fecha en la que Marty McFly y Doc llegan al futuro en la segunda entrega, – de la que no ha pasado ni una semana – día 21 de octubre de 2015, es decir, NUESTRO TIEMPO; no voy a hablar de Regreso al Futuro – que seguramente, muchos ya la habréis vuelto a disfrutar. Junto con films relevantes como Out of Africa (Pollack), Cocoon (Howard) o Ran (Kurosawa) y cintas que marcaron una época como lo sería The Goonies (Domer), se encuentra una pequeña joya titulada El Club de los Cinco.

La película dirigida por John Hughes – quien, a raíz del film, se convertiría en una figura muy importante dentro del emergente cine teen de la época con títulos como Sixteen Candles (1984), La Mujer Explosiva (1985), Pretty in Pink (1986), Todo en un Día (1986) o Some Kind of Wonderful (1987) – se centra en cinco adolescentes que tienen que convivir un fin de semana encerrados en la biblioteca de su instituto como castigo. Entre los cinco protagonistas podemos encontrar todas los diferentes etiquetas de los teens de la época, que no se alejan para nada de los actuales: Claire (Molly Ringwald), «la princesa«; Andy (Emilio Estevez), «el atleta«; Bender (Judd Nelson), «el criminal«; Brian (Anthony Michael Hall), «el empollón«; y Allison (Ally Sheedy), «la freak«. La propuesta de Hughes es una perfecta manifestación de la lucha constante de los adolescentes para ser comprendidos – por los adultos y por ellos mismos -, explora la presión que sufren para encajar dentro de las convenciones de su propio colectivo en el instituto, así como las expectativas que se espera de ellos por sus padres y entorno. Los cinco, pese a sus aparentes diferencias, entablarán un vínculo especial entre ellos – entre discusiones, bromas y confesiones – que les hará redescubrirse a sí mismos y a abandonar los prejuicios que tenían los unos de los otros, hasta darse cuenta de que no son tan diferentes.

El Club de los Cinco es una de las películas que mejor representa los problemas de la adolescencia y que refleja el espítiru de una generación entera, con un guión centrado más en unos diálogos sorprendentes, crudos e inteligentes que en la propia acción, unas intepretaciones magníficas y con la espléndida banda sonora de Simple Minds y su icónica canción Don’t You Forget About Me escrita para el film.

Toy Story (1995)

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El 1995 es uno de los años con mayor diversidad en las producciones más destacadas: desde un thiller como The Usual Suspects (Singer), films románticos como The Bridges of Madison County (Eastwood) y la primera parte de la trilogía de Richard Linklater, Before Sunrise; pasando por dramas como Leaving Las Vegas (Figgs) y La Haine (Kassovitz); hasta comedias como Mighty Aphrodite (Allen) y anime como Ghost in the Shell (Oshii). Sin embargo, más allá de otro de los aniversarios importantes de este año, los 20 años que se cumplen del estreno de una de los mayores éxitos de David Fincher, Se7en, que supuso la consegración del director y que cambió la manera de ver el thriller clásico con la representación sórdida y oscura de la trama, los personajes y la estética; no podemos obviar que una de las películas más importantes del cine es Toy Story.

La historia de las aventuras de un grupo de juguetes que cobran vida cuando nadie está observando forma parte de la infancia – y no tan infancia – de una generación entera, en concreto, la mía. Con una de las tramas más originales que se han escrito, el vaquero Woody y del guardián intergaláctico Buzz Lightyear, acompañados de una serie de personajes fantásticos como el intelectual perro-salchica Slinky; el cobarde dinosaurio Rex; la temeraria hucha Hamm; el quejica Sr. Patata; la angelical pastorcita Bo Beep; el fiel coche teledirigido, RC; y, el fantástico batallón de soldaditos verdes, el guión redondo y los personjaes carismáticos de Toy Story son el punto fuerte del film.

Sus secuelas, Toy Story 2 y Toy Story 3 – con la que más de uno lloramos sin parar en las últimas escenas – también son dignas de su predecesora. Toy Story provocó un gran impacto en la industria del cine con su innovadora animación 3D por ordenador e inauguró la trayectoria del mejor estudio de animación del mundo, Pixar, y, sin ella, no se podría concibir el cine de animación como se hace ahora. El estudio nos ha dejado irrepetibles cortometrajes como Knick Knack (1989), Geri’s Game (1998), For the Birds (2001), Lifted (2007) o Day & Night (2010), entre muchos otros, y auténticas obras maestras como A Bug’s Life (1998), Monsters Inc. (2001), Finding Nemo (2003), The Incredibles (2004) – mi favorita -, Ratatouille (2007), Wall-E (2008), Up (2009) y su última producción, Inside Out (2015)

Munich (2005)

Sinceramente, cuando pienso en las producciones del 2005, pocos títulos interesantes me vienen a la mente. Muchas de las grandes de ese año, como pueden ser Brokeback Mountain (Lee) o Capote (Miller), por mencionar alguna de ellas, no son precisamente de mi colección particular. Aunque, films que merecerían la pena comentar serían The Constant Gardener (Mireilles), Sin City (Miller) o Pride & Prejudice (Wright), e incluso, el King Kong de Peter Jackson, que sí que me entusiasmaron por varios motivos, pero que tampoco creo convenientes en este post. Sin embargo, no podríamos repasar la historia del cine sin hablar de uno de los grandes cineastas contemporáneos: Steven Spielberg. En 2005, estrenaría una de sus mejores películas, en mi opinión, Munich.

La cinta, basada en hechos reales, se centrará en los asesinatos de un conjunto de atletas israelíes perpetrados por el grupo terrorista palestino «Septiembre Negro» durante los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, donde unos agentes del Mossad, encabezados por Avner Kaufman (Eric Bana), ejecutarán la misión de asesinar a los responsables. Este es, probablemente, el film más polémico del cineasta. Después de títulos más blockbuster y más «ligeros«, para llamarlos de alguna manera, como Jaws (1975), ET (1982) o Jurassic Park (1993), el director se atrave con un tema (casi) tabú, realizando la que sería una de sus peliculas más serias y oscuras hasta el momento. Muchos miembros de la comunidad judía fueron los que llamaron «traidor» y «mentiroso» a Spielberg por los hechos que narra en el film.

Sin embargo, Munich es más que una película histórica o política. Es un análisis sobre la violencia por medio de actos terroristas. Con esta cinta, el cineasta termina su denominada Trilogía de la Violencia que, juntamente con dos de sus films anteriores, Minority Report (2002) y War of the Worlds (2005), Spielberg prentende plantear y criticar el uso de la violencia (muchas veces sin sentido) en el mundo contemporáneo a raíz de los ataques del 11S. Sino, solo hace falta recordar el último plano del film: Avner, tras una fuerte discusión con el director de la agencia, se aleja del lugar de reunión con el skyline de Nueva York y el World Trade Center de fondo.

Mad Max: Fury Road (2015)

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Y, por fin, llegamos al día de hoy. Nadie puede dudar que el 2015 ha sido, hasta ahora, el inicio de la avalancha de blockbusters que empezarán a llegar a nuestra cartelera a partir del 2016. Un año donde las secuelas/precuelas/reboots han arrasado en taquilla, sino, hagamos recuento: Jurassic World (Trevorrow), Mission Imposible: Rogue Nation (McQuarrie), Fast & Furious 7 (Wan), Fantatic Four (Trank), Terminator Genesys (Taylor), Insurgent (Schwentke), Avengers: Age of Ultron (Whedon) y, aún por estrenar, las esperadísimas Spectre (Mendes), The Hunger Games: Mockingjay 2 (Lawrence) y Star Wars VII: The Force Awakens (Abrahams). También hemos asistido a la consolidación de una especie de nuevo género, «las películas de superhéroes» encabezado por la película de Ant-Man (Reed) – que tendremos a mansalva el próximo año (Batman vs Superman, X Men: Apocalypse, Captain America: Civil War, Deadpool, Suicide Squad…)

A parte de los títulos de animación, donde Pixar se coronaba otra vez como el rey de la animación con su obra maestra Inside Out y, por su lado, Dreamworks ofrecía el spin-off de Minions; tambíen hemos podido disfrutar – porque, sinceramente, yo lo hice. Y mucho… – de las adaptaciones de Cenicienta y Peter Pan – Cinderella y Pan, con las brillantes direcciones de Kenneth Branagh y Joe Wright, respectivamente, y del magnífico homenaje al terror romántico de Guillermo del Toro, Crimson Peak. Pero, si una película me ha llamado particularemente la atención este 2015 ha sido el reboot de Mad Max: Fury Road.

Con dirección, producción y guión de George Miller, Mad Max: Fury Road nos sitúa en un futuro post-apocalíptico donde la lucha por el combustible y por la libertad es constante. Max (Tom Hardy), un peligroso fugitivo atormentado por los demonios de su pasado, se verá envuelto en una batalla entre el caudillo de la ciudad, Inmortal Joe, y Imperator Furiosa (Charlize Theron), comandante jefe de la cuidad, quien se rebela contra Joe para liberar a sus «esposas«. Más allá de su estética impecable, el espléndido reparto – en el que destacan Theron y Nicholas Hoult – y la soberbia dirección de Miller, el film es una auténtica locura. La película sumerge al espectador dentro del universo caótico e hipnótico que propone desde el minuto cero, sometiéndole a un estado de adrenalina constante. Juntamente con el extraordinario uso del montaje y, sobretodo, del sonido donde en los momentos de silencio a uno le duelen los oídos – para aquellos que hemos podido disfrutarla en pantalla grande, que es cómo se debe ver esta película – destaca la arriesgada e inesperada temática que sugiere: la decadencia de la moral frente a situaciones de supervivencia y la lucha feminista en contra del estado patriarcal, latente durante toda la cinta.

 

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