Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Ciclo LGBTQ+: Jack Harkness, libertad universal en «Doctor Who» (BBC, 2005-)

Hace una semana dimos comienzo en Rirca la retrospectiva Doctor Who, en que durante cinco entradas repasaríamos la Era Revivida (2005-actualidad) de la famosa serie británica. En la primera entrada hablamos de legados, de showrunners, directores y guionistas, pero no tanto de personajes en favor de una perspectiva antes holística que detallista sobre los entresijos de la obra. Sin embargo, Doctor Who, bajo la atenta mirada del showrunner Russel T Davies, siempre pone su atención en los personajes. Las aventuras espaciales están a la orden del día y cada temporada presenta una dosis considerable de líneas argumentales, pero en el centro de todo ello se hallan sus personajes: el Doctor, sus acompañantes Rose, Martha y Donna (estas últimas protagonistas de la próxima retrospectiva), las familias de las tres, Mickey Smith, The Master, Sarah Jane, Harriet Jones… A lo largo de sus primeras cuatro temporadas, la serie pone de manifiesto las relaciones interpersonales de su reparto y los profundos dramas humanos que surgen de ese contacto.

De todos los personajes que pueblan el vasto universo de Doctor Who, Jack Harkness supone una rara avis. No es un ser doliente encerrado en su práctica eternidad, como el Doctor, ni el foco de ningún drama. Ante la insondable longitud del espacio y el tiempo, Harkness rehúsa las preocupaciones y aparece ante el espectador como un viajero que visita eras y planetas con el único objetivo de divertirse. Es un hombre libre. Y Doctor Who, consciente de las etiquetas humanas y de que el universo es mayor que nuestro pensamiento, concentra en Harkness las ideologías y actitudes más libres. Acepta a todas las especies y razas por igual, no emite juicios de valor sin reflexión previa y es bondadoso con aquellos que lo merecen. Su sexualidad es una consecuencia de todos estos factores: Jack Harkness no se identifica con ninguna etiqueta. Durante Doctor Who y, especialmente, Torchwood, se le describe como gay, bisexual u, ocasionalmente, pansexual con tal de darle una explicación humana. Con todo, su atracción sexual no se deriva del género ni de la especie; se trata de una omnisexualidad incomprensible para la especie humana, todavía lejos de explorar las estrellas.

A lo largo de Doctor Who y Torchwood, Jack flirtea con hombres, mujeres, androides y especies alienígenas

La elección de John Barrowman como intérprete de Jack no es casual: se trata de un actor británico abiertamente gay, activista del orgullo y un representante de la comunidad queer en el Reino Unido. En una entrevista de 2007 para la Chicago Tribune, Barrowman explicaba que su personaje representa un nuevo tipo de sexualidad en pantalla, una que traspasa barreras y no busca definirse más allá de ser una característica más de quién es el capitán Jack Harkness. Estas declaraciones, fácilmente asumibles durante el visionado de la serie, suponen un paso adelante en la representación LGBTQ+ en la televisión. Porque hay, sin duda y como iremos viendo durante este ciclo LGBTQ+, valor en historias sobre el despertar sexual no normativo, las coyunturas del armario y la aceptación sexual o de género (tanto dentro de nuestra sociedad actual como en un ejercicio de revisionismo histórico), pero Jack rompe moldes narrativos: comienza orgulloso de quién es y termina orgulloso de quién es.

John Barrowman es el actor que interpreta a Jack Harkness. Su forma de ser no dista mucho del personaje

El primer paso en la representación de identidades no normativas dentro de la ficción —especialmente el séptimo arte, de mayor alcance y profusión— fue crear personajes con problemas derivados del choque social normativo; el segundo, la inserción natural, acrítica, de estos personajes en argumentos sobre el pasado, el presente y el futuro; el tercero es la creación de personajes cuya sexualidad o identidad sea, únicamente, un rasgo más de su poliedro psicológico. Jack Harkness, dentro del amplísimo fandom de Doctor Who, despertó en el pasado y sigue despertando en la actualidad auténticas pasiones por su forma de ser, su libertad y su absoluta seguridad en quién es. Es el representante máximo de la libertad sexual de la que hace gala su serie. No resulta extraño ver parejas o identidades no normativas en Doctor Who y es, de hecho, uno de sus mejores puntos: la naturalización de estos personajes y sus sexualidades. La pareja de amables ancianas en el memorable episodio Gridlock (T3, E3), el Doctor bailando con Jack (T1, E1) o Sky Silvestry (T4, E10) serían apenas la punta de un iceberg cuya total extensión se haría palpable con Steven Moffat como showrunner a partir de 2010. Jack no es solo un personaje memorable por medios propios; es también heraldo del espíritu inclusivo de Doctor Who.

Doctor Who no solo aboga por la representación usual; también la tercera edad se naturaliza en relaciones no normativas (en «Gridlock» [T3, E3])

El marco de la ciencia ficción es, en pocas palabras, el universo entero. Debate sus limitaciones, las particularidades de cada Sistema y su relación con nuestra existencia —una gota en el océano cósmico—, pero en su núcleo radica la posibilidad de hacernos reflexionar, de activar el pensamiento. Y ya lo decía Peter Capaldi en su encarnación como Duodécimo Doctor: «thinking is just a fancy word for changing your mind» (T9, E8). Doctor Who quiere que pensemos, que cambiemos nuestra forma de relacionarnos con el mundo, y Jack Harkness es solo una de sus muchas herramientas para ello. El capitán Jack es todo lo que deberíamos admirar tanto dentro como fuera de la comunidad LGBTQ+ porque representa el derecho de ser quienes somos, de desechar las etiquetas y definirnos únicamente como personas. No es una mentalidad que pueda ser aceptada, todavía, en el mundo en que vivimos, pero sí el objetivo que debemos tener siempre presente en la lucha por los derechos humanos. «Raza», «orientación sexual» o «identidad de género» son, al final, expresiones con que asumimos la existencia de un Otro. Jack Harkness nos invita a abandonar Otro, despreocuparnos por el pensamiento ajeno, y asumir la importancia del Yo con aceptación, orgullo y empatía hacia los demás, porque en la diversidad se encuentra el gusto.

 

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