Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Escucha. «Ellas hablan» (Sarah Polley, 2022)

El último trabajo de la directora, Sarah Polley, es descrito por la misma autora como una «obra de la imaginación femenina», lo que nos advierte de que no debemos esperar en ella el realismo documental, pero es la narración de una experiencia terroríficamente verdadera. Ellas hablan (Woman Talking) es la adaptación de la novela homónima de Miriam Toews, escritora y actriz canadiense de ascendencia menonita, basada en los terribles eventos que tuvieron lugar en una comunidad menonita en Bolivia entre los años 2005 y 2009.

Claire Foy y Judith Ivey son Salome y Agata, respectivamente, hija y madre

En 2010, en la recóndita colonia menonita de Molotschna, un grupo de mujeres se reunió en un pajar para debatir una decisión trascendental. Durante años, decenas de mujeres fueron sistemáticamente drogadas y violadas mientras dormían. Despertaban doloridas y sangrando, con terribles recuerdos de las agresiones e, inclusive, algunas quedaban embarazadas. La comunidad se empeñaba en defender que todo era producto de su imaginación, o quizá obra del demonio, que las castigaba por sus pecados. Los violadores, sin embargo, eran hombres de su propia colonia: sus tíos, sus hermanos o sus vecinos… que finalmente acabaron en prisión, pero que quedarían libres bajo fianza y regresarían pronto a casa.

Ocho de esas mujeres que padecieron abusos y violaciones se reúnen en secreto para tomar una decisión que determinará su futuro. ¿Qué deben hacer? ¿Perdonarlos, como exige sus creencias? ¿Responder a la violencia con más violencia? ¿O marcharse para siempre, lejos del único mundo que han conocido? Mujeres ancianas, jóvenes o niñas, todas ellas singulares y genuinas, toman la palabra y comienzan a compartir sus dudas, su ira y sus aspiraciones. Tomando el acta de la reunión está un joven amable y tímido, August Epp (Ben Whishaw), que es de una gran sensibilidad. Los padres de August fueron excomulgados y expulsados años antes, pero él regresó al finalizar sus estudios en Inglaterra para ayudar a educar a los niños de la comunidad. Transcribe lo que dicen las mujeres y ocasionalmente ofrece alguna opinión cuando se le consulta.

En el libro, August es el narrador de la historia. En la película, la narradora es Autje (Kate Hallett), la hija de 16 años de Mariche (Jessie Buckley), quien además de las violaciones, es abusada rutinariamente por su marido alcohólico. Aunque golpeada y amargada, Mariche no está dispuesta a dejarlo y está resentida con las otras mujeres por pensar que saben más que ella. Autje cuenta la historia del hijo que está esperando Ona (Rooney Mara), una alegre joven de la que August está enamorado y que quedó embarazada a través de una violación. A diferencia de Mariche, Ona no está amargada y dice que ya ama profundamente al hijo que espera.

La película cuenta con un magnífico elenco

No se muestran las violaciones, toda la violencia sucede fuera de la pantalla: la acción se limita al habla y, al mantener la película confinada en gran medida al granero en el que las mujeres llevan a cabo sus debates, las mujeres que históricamente han sido las silenciadas están en un primer plano mientras que los hombres se vuelven literalmente invisibles. En consecuencia, son despojados de su poder, pero también convertidos en apariciones: demonios que vienen en la noche para causar un daño terrible. Por encima de todo, se trata de una película de actuaciones, Polley tiene el cuidado de que ninguna actuación sobresalga de las demás, contando además con un elenco inigualable que incluye a las maravillosas Rooney Mara, Claire FoyJessie Buckley, y Frances McDormand.

No hacer nada ha sido rechazado por la mayoría, aunque no por todas, Scarface Janz (Frances McDormand) no participa en el debate. Cada una de las mujeres tiene sus propias razones para querer quedarse o huir y la película nunca se inclina por ninguna opinión en particular; nadie es condenado por su supuesta cobardía o descaro. Las mujeres rara vez, si es que alguna, han estado unidas o de acuerdo, sin embargo, permanecen esperanzadas contra un enemigo en común, aunque las frecuentes disputas entre el grupo son una advertencia de la preciosa fragilidad de esta asociación, lograrán forjar un frente unido y fuerte.

El mundo exterior hace acto de presencia de un modo fortuito. En mitad del debate llega de repente un camión del censo y se le pide a la comunidad que salga mientras suena «Daydream Believer» de The Monkees desde sus altavoces. Audazmente, Autje y Neitje salen corriendo a escuchar la música e incluso a hablar con el conductor. A su vez, objetos del mundo moderno no pueden evitar colarse en la colonia: August toma notas con un bolígrafo de plástico. Y uno no puede evitar preguntarse qué destino les sucederá a las mujeres, ajenas al siglo XXI, si deciden irse.

«No había lenguaje para eso. En el enorme silencio estaba el verdadero horror», pero ahora se ha roto el silencio

Polley filmó su cuarto largometraje en el sur de Ontario, capturando bellas tomas exteriores de campos que se oponen a los espacios oscuros y cerrados en los que se esconden las mujeres y donde fueron gravemente heridas. El director de fotografía, Luc Montpellier, recurre al uso de tonos apagados así la imagen se torna tan descolorida que se vuelve casi monocromática, lo que le da a la película la apariencia de una pieza de época, lo que coincide con el pasado tecnológico y cultural propio de la colonia aislada en la que se ambienta el film.

Con todo lo expuesto, Ellas hablan es una historia conmovedora, vibrante y convincente —excepcionalmente bien hecha, va al grano en su pura y justiciera invectiva— sobre un grupo de mujeres que reclaman su derecho a decidir, y se hacen preguntas que no distan tanto de las que todas nos hacemos sobre la convivencia, el perdón, la justicia y la naturaleza del amor.

 

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