Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Girls vuelve para irse para siempre: «All I Ever Wanted» (Girls 6 X 01)

El domingo pasado, 12 de febrero, comenzó la nueva, sexta y última temporada de Girls. Así lo viene anunciando Lena Dunham, que ha confesado que considera que es necesario concluirla por varios motivos. Uno es que la gente no se canse de ella, para mantener vivo su momentum. El otro es que en esta media docena de temporadas las chicas que protagonizan la serie, al igual que las actrices que las encarnan, van dejando de ser veinteañeras para adentrarse en la década de los treinta. Por ello -explica Dunahm- si sigue emitiéndose la serie, sería ya de una temática diferente a la que le dio sentido y contenido en su origen.

Estas explicaciones me hicieron pensar que, quizá, esta sexta temporada iba a ser distinta, ya que sus protagonistas se aproximan a una nueva etapa en sus vidas. Pero, sinceramente, tras ver este primer episodio, creo que Dunham no ha hecho sino reforzar y concentrar aún más si cabe los aspectos chocantes que ya habían llamado la atención del público en las temporadas anteriores por su excentricidad o por lo poco que suelen plasmarlos las pantallas. De hecho, este episodio comienza mostrando la reacción de cada uno de los personajes principales ante la publicación -¡por fin!- de un ensayo de Hannah en nada menos que el New York Times. Este hecho nos podría llevar a inferir que su personaje se va centrando y está alcanzando la madurez y estabilidad propios de una cierta edad. Pero, prestando atención al contenido del citado escrito, resumido en el título «Losing My Best Friend to My Ex-Boyfriend», vemos cómo la protagonista, de nuevo, fríamente utiliza sus vivencias para transformarlas en escritos que vender. (Gran decepción, además, para los que vimos un atisbo de «redención» de estas chicas al final de la temporada anterior en la supuesta ruptura entre Adam y Jessa en favor de amistad que unía a ésta con Hannah).

Con esa misma intención (vivir para tener experiencias que vender en forma escrita), vemos cómo en este primer episodio, siguiendo las indicaciones de su editora (interpretada por Chelsea Peretti), Hannah va a irse a un campamento de surf en los Hamptons para escribir sobre chicas ricas aburridas.

Pero antes de centrarse la trama en ella (cómo no), se hace un repaso por las vidas de los demás protagonistas. Como ya apunté, Jessa, a pesar de su palabrería a favor de la amistad entre chicas, sigue fiel a su imagen de incorregible y, por ende, con Adam. Marnie sigue dando palos de ciego: echa de su casa a su novio, Ray, supuestamente para mejorar su relación. Éste acaba yéndose con su ex, Shoshana (con quien se muestra un entendimiento excepcional), mientras Marnie agradece fervientemente (en sentido «dunhamiano») a Desi -de quien se está divorciando- que la vea más como artista que como mujer. Como vemos, todas las relaciones vienen y van, incluso repitiendo patrones de temporadas pasadas: no vemos progreso, evolución, maduración. ¿Loop infinito?

Hannah en los Hamptons tampoco nos ofrece nada nuevo. Dunham parece seguir empeñada en mostrarnos una imagen ridícula de su protagonista en esta nueva temporada, a pesar de proclamarse como defensora de la imagen corporal femenina que se aleja de la belleza normativa. Así, vemos cómo, a pesar de que se embadurna con la crema protectora solar que previamente se había desparramado por toda su maleta, aparece cómicamente quemada a rodales, con un bikini nada favorecedor y unas gafas de sol imposibles compuestas de dos hexágonos gigantes. A ello se suma que, a pesar de lo super-hidratada que está su piel, no entra en ningún traje de neopreno para asistir a su primera clase de surf. Allí contrasta tanto su cuerpo como su estilo con el del resto de las chicas de la clase, todas esbeltas y ágiles (como ocurre en otros episodios). Después de caerse torpemente, trata de simular una lesión para dejar de asistir a las clases y aparece, en cambio, en la barra del bar tomando un cóctel de un azul tan intenso, que le deja la lengua como la de un pitufo. Y termina, como en tantas otras ocasiones, borracha (después, con un cóctel rojo intenso que se echa varias veces encima de un impoluto vestido blanco), bailando de forma desenfrenada y ridícula, y en una cutre cama con su instructor de surf. Cuando parece que Hannah se está enamorando, Paul-Louis, que así se llama el profesor, le espeta que tiene novia. Aunque el episodio termina con Hannah en sus brazos ante una bonita hoguera con amigos, su mirada deja entrever una tristeza que nos lleva a sentir pena por ella y pensar: ¿por qué no hablará esta chica con sus parejas antes de tener relaciones?… ¡Ah! Es verdad: porque suele pillarle borracha. ¡Uff! Por favor, que se deje de decir que Lena Dunham o Hannah son la voz de nuestra generación de jóvenes millenials. Hay entre nosotros gente joven con criterio y feliz.

Debo concluir. Mi sensación es que vamos a tener más de lo mismo en esta temporada, al menos eso se puede decir a boca llena de este primer episodio. Además de los clichés ya aludidos y la sensación de círculo vicioso en las relaciones, Dunham recurre de nuevo a mostrar escenas de sexo mecánico y frío, personajes sentados en el inodoro (esta vez le ha tocado a Marnie), y los cuerpos desnudos de sus chicas sin motivo evidente e incluso rozando la completa inverosimilitud (Jessa se come un yogurt completamente desnuda sobre el sofá del salón, mientras conversa con quienes pasan por allí como si esto fuera lo más habitual del mundo), y lo grotesco (Hannah pone al sol -y nos enseña- sus partes íntimas para que se beneficien de la vitamina D, y Paul-Louis hace comentarios sobre su aspecto -cuando en otra escena nos las vuelve a enseñar, no se sabe bien por qué). Yo sigo sin entender a dónde quiere llegar Lena Dunahm, bajo el pretexto de defender el feminismo. Más bien la veo reflejada en la declaración de Hannah a su editora en este primer episodio, cuando le dice: «Todo me importa un carajo; sin embargo, tengo opiniones muy fuertes sobre todo, incluso sobre temas sobre los que no estoy informada». Pues, chica, infórmate -haznos el favor- antes de proclamarlas a los cuatro vientos.

 

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