Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

“La valla” (Daniel Écija, 2020): ¿diseño premonitorio de una pandemia global? El retrato de una dictatorial España de 2045

La distopía está servida en la serie española creada por Daniel Écija (2020), grabada en 2019 y emitida en enero de 2020 para Atresmedia y, tras algunos problemas y quizá por evitar provocar situaciones incómodas para la sociedad por sus conexiones con Wuhan, después emitida por la plataforma Netflix. La premisa narrativa parece responder sorprendentemente a un diseño premonitorio de la pandemia global provocada por un virus que estamos viviendo en la realidad y ese es uno de los mayores logros y aciertos de la serie. 

La serie muestra un mundo donde el orden social ha colapsado por culpa de un virus que provoca una pandemia global (fuertes conexiones con la realidad de pandemia global que vivimos a causa del Covid-19 y sus consecuencias) y el posterior estallido de la Tercera Guerra Mundial (esperemos no llegar a esta lacrimógena y dura situación). Situada en 2045, los países están asolados por la miseria, la escasez de recursos naturales y han abandonado el sistema democrático para estar sujetos a regímenes totalitarios (que bien nos recuerdan al fascismo de  épocas de la historia que querríamos no volver a repetir) que buscan una vacuna apta para combatir el virus. 

Como representación del resto del país, Madrid se utiliza de ejemplo claro de una sociedad dividida por clases: el sector 1 (donde viven los miembros del gobierno y los privilegiados, entre ellos, las fuerzas de seguridad del estado) y el sector 2 (el resto de la población sujeta a la escasez de alimentos y a la pobreza). Este diseño narrativo está sorprendentemente ligado, de forma premonitoria, con bastantes de los hechos ocurridos a lo largo del 2020 y que estamos viviendo en 2021 donde los gobiernos buscan las vacunas para salvar a su población, mientras las farmacéuticas y ciertos institutos de investigación trabajan y algunos pocos se lucran. Algunas acciones diarias son las de hacerse análisis diarios antes de ir a trabajar (tales como, en nuestra realidad, tomarnos la temperatura, utilizar mascarillas homologadas y tomar las medidas higiénicas de prevención) y tener que hacer colas para poder acceder al sector 1 para ir a trabajar (a “servir”) a casa de los privilegiados.

La serie se centrará en el núcleo familiar de Julia, mujer que ha perdido a su hermana Sara y que forma parte de la resistencia al totalitarismo que intentará recuperar a su hija Marta, quien ha venido de Asturias junto a su padre Hugo para buscar un mejor futuro. Marta ha sido separada de su padre tras ir a la oficina de registro en Madrid porque él no tiene trabajo y su madre no ha ido con ellos (murió en Asturias y fingen que vendrá en unas semanas) y se la han llevado supuestamente a un “orfanato” donde el sistema se encargará de ella a partir de ahora con la promesa de “devolvérsela” cuando ambos padres tengan un contrato de trabajo, condición sine qua non para volver a ver a Marta.

Una selección de niños está sujeta a estudios experimentales de personas capaces de sobrevivir al virus y que, por ello, se consideran como excepcionales, son los “ángeles de Alma”, es decir, de la directora del CIM, la clínica de experimentación que, fuera de ojos de la sociedad, se utiliza como un orfanato donde tienen recluidos a los niños alejados de sus familias (justificando que son huérfanos o los padres no tienen trabajo y, por tanto, no pueden ofrecerle un futuro a sus hijos) y obligados a vacunarse diariamente para poder comprobar los efectos médicos de ciertas vacunas.

Los médicos consideran que la pequeña Marta puede contribuir a encontrar la cura de la enfermedad, aunque algunos de sus compañeros de la clínica han muerto por no soportar las altas dosis. Su familia tendrá que encontrar desesperadamente una vía para encontrarla. La construcción de una “valla” que separa los privilegiados de los no privilegiados representa, también, un hecho con claras referencias históricas donde ciertos “muros” separaron a familias que nunca más volverían a verse.

Afortunada o no, dependerá del público juzgarla, es inevitable contemplar sus grandes conexiones con la realidad y nos alerta de un panorama que podría desembocar a consecuencias que sería mejor evitar y que nos recuerdan a la posguerra española, con una fotografía con tonos de desesperanza palpables, con el control militar de la población y el alto poder del ejército en asuntos de estado. 

Además del tema relevante de la presencia de los niños, algunos huérfanos y otros supuestamente sin padres capaces de brindarles un buen futuro y que son recluidos en hospitales y orfanatos, siendo representación de una generación infantil que tanto sufrió en la posguerra, así como las cartillas de racionamiento, las colas para conseguir pan y la escasez de carne, además de vecinos chivatos, informantes al estado y la constitución de una resistencia al totalitarismo en forma de guerrilla urbana con también claras referencias históricas que hacen de la serie, una verdadera joya de la ficción española que no debemos perder de vista, incluso, en nuestra propia realidad.

 

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